La Paz (Bolivia) Son pocas las mujeres que practican esta disciplina debido a los preconceptos de la sociedad que la califican de varonil. A...
La Paz (Bolivia)
Son pocas las mujeres que practican esta disciplina debido a los preconceptos de la sociedad que la califican de varonil.
Adquirir una figura sólida y estética.
El preparador físico Jesús Raúl Serrano (40 años) tiene 14 años en la disciplina, en los cuales formó a aproximadamente 140 deportistas, más o menos 40 fueron damas.
El preparador físico Jesús Raúl Serrano (40 años) tiene 14 años en la disciplina, en los cuales formó a aproximadamente 140 deportistas, más o menos 40 fueron damas.
Precisa que 40 de quienes lo contrataron alcanzaron el nivel profesional, y del total, sólo cinco mujeres. El resto era amateur. Sus datos develan la escasa presencia femenina en esta disciplina deportiva. “El interés para la mayoría de las damas que practican el fisicoculturismo es verse bien y no competir. Privilegian lo estético a la profesionalización”.
La Asociación Departamental de Levantamiento de Pesas de La Paz reporta 25 deportistas, diez son féminas. A escala nacional, Asteria Alguero, campeona nacional en fitness, parte de la selección de halterofilia y presidenta de la asociación paceña, estima que no hay más de 15 atletas, es decir, deportistas dedicados de manera consecuente durante años. De esa cifra, sólo siete son mujeres.
Tras participar en innumerables torneos, advierte un aspecto que perjudica la profesionalización de las damas. “Quienes evalúan a las competidoras de fitness no están bien capacitados, privilegian el cuerpo esbelto o la cara bonita, no la musculatura definida o la rutina trabajada; las evalúan como si fueran modelos”.
Carla M. (22 años) es fisicoculturista desde hace dos años. Prefiere no dar su identidad completa porque no quiere ser blanco de la discriminación y evita que su entorno se entere. “Una razón para que las chicas no vean seriamente este deporte es que aún hay críticas destructivas, como que somos marimachas o perdemos el tiempo con esto, porque las mujeres son débiles y no destacarán”.
El abandono de la infraestructura de la asociación paceña de culturismo refleja cuán rezagado está el ejercicio muscular de las consideraciones de las autoridades del área, al menos a escala departamental. En la curva sur del estadio Hernando Siles, el espacio está repleto de aparatos, pesas y tiene un olor desagradable. Alguero explica que encima del ambiente hay un baño y, aparentemente, una cañería tiene un resquicio por donde emana el hedor.
Los tropiezos
“Para la mujer es difícil mantenerse en fisicoculturismo, más aún en fitness, porque representa mucho dinero —relata Asteria—. Cuando gané el Nacional, sabía que nadie me iba a solventar, menos los dirigentes de entonces”. Al ganar estaba habilitada para competir en el Torneo Sudamericano en Ecuador. Mientras relata muestra periódicos de entonces que apostaban a ganar con Alguero. Una semana después le comunicaron que sólo había dos pasajes de avión para asistir, que fueron otorgados al Mister Fisicoculturismo y un dirigente. Ella quedó fuera.
“Para la mujer es difícil mantenerse en fisicoculturismo, más aún en fitness, porque representa mucho dinero —relata Asteria—. Cuando gané el Nacional, sabía que nadie me iba a solventar, menos los dirigentes de entonces”. Al ganar estaba habilitada para competir en el Torneo Sudamericano en Ecuador. Mientras relata muestra periódicos de entonces que apostaban a ganar con Alguero. Una semana después le comunicaron que sólo había dos pasajes de avión para asistir, que fueron otorgados al Mister Fisicoculturismo y un dirigente. Ella quedó fuera.
“Lo que mi familia me dice es que estoy vieja para estas cosas, que dé espacio a nuevas atletas, pero nadie quiere hacer levantamiento de pesas en serio, entonces represento al departamento mientras no hay otra deportista”, dice Asteria, quien informa que, aunque Bolivia tuvo la categoría damas en este deporte antes que otros países latinoamericanos, en el medio aún se observa a la atleta con músculos por preconceptos. La discriminación es uno de los costos que culturistas, pesistas o representantes de fitness pagan cotidianamente, dice Serrano. “Masculinizan la práctica de la mujer y eso determina la percepción de la sociedad hacia ellas, porque cree que es para hombres. Los resultados físicos provocan cierto rechazo hacia ellas”.
Aclara que dentro de parámetros no competitivos el culturismo tiene efectos benéficos —mejor trabajo vascular, firmeza en los miembros, agilidad y fuerza.
Aclara que dentro de parámetros no competitivos el culturismo tiene efectos benéficos —mejor trabajo vascular, firmeza en los miembros, agilidad y fuerza.
Pero recalca que la atleta que se compromete a trabajar los músculos debe reconocer que su estética va a adquirir características que el contexto asume como de hombre, por el desarrollo en su volumen, peso y fuerza, poco femeninos, según los cánones.
“Lo que importa más para la sociedad no es la profesionalización deportiva sino la imagen. Por eso gran parte de las chicas recurren a las pesas y el entrenamiento porque quieren tener el estómago firme y piernas fuertes y contorneadas”.
La alimentación es otro aspecto del ejercicio que se vuelve más estricto para ellas. Serrano expone que el fisicoculturismo no se limita al aumento de masa muscular, implica un modo de vida disciplinado para asumir agotadores entrenamientos.
Indica que “las exigencias son las mismas para hombres o mujeres, pero se requiere bajo nivel de grasa corporal, lo que es más difícil en las damas por su composición y estructura física”, eso significa una dieta rigurosa y permanente que cambia su modo de vida.
“Hay que cambiar el estilo de vida”
“Con fisicoculturismo, lo que me parece más duro es el mantenimiento del logro muscular y el estado corporal: hay que cambiar el modo de vida, incluso el de tu familia, comenzando por la dieta. Tu agenda se vuelca porque la disciplina es rigurosa en comida, ejercicio y actitud culturista: una vida positiva que se canaliza en el cuerpo y que no se usa como una muestra de coquetería”, dice Carla M., de 22 años, fisicoculturista hace dos años, cuyos músculos ya se dibujan en su figura.
“Con fisicoculturismo, lo que me parece más duro es el mantenimiento del logro muscular y el estado corporal: hay que cambiar el modo de vida, incluso el de tu familia, comenzando por la dieta. Tu agenda se vuelca porque la disciplina es rigurosa en comida, ejercicio y actitud culturista: una vida positiva que se canaliza en el cuerpo y que no se usa como una muestra de coquetería”, dice Carla M., de 22 años, fisicoculturista hace dos años, cuyos músculos ya se dibujan en su figura.
El cuerpo de Carla comienza a moldearse. “Como es poco tiempo que practico, me concentro en la rutina de ejercicios y en modificar mi nutrición, porque los profesionales llegan a diez comidas al día, entrenamientos durísimos casi sin descanso y se alejan casi por completo de las actividades sociales”.
La alimentación debe tener más o menos 200 gramos cuando se quiere masa. Carla recalca que comer bastante ayuda, pero también engorda, por lo que hay que aumentar la actividad en el gimnasio. Explica que lo que se busca es engrosar fibras musculares, que se denomina hipertrofia. Y afirma que es un prejuicio relacionar el culturismo con esteroides para lograr mayor cuerpo.
“Fue duro modificar mi alimentación”
“Yo vivo de ‘la manga’ (manutención) del papá de mis hijas, porque la disciplina de pesas no da para vivir a nadie en este país”, comenta Asteria Alguero, quien en 2002 fue Miss Fitness Bolivia de Fisicoculturismo y hoy es presidenta de la Asociación de Levantamiento de Pesas de La Paz, deporte en que es representante del equipo paceño. Pero su participación en esa práctica obedece más a una frustración que a una pasión.
“Yo vivo de ‘la manga’ (manutención) del papá de mis hijas, porque la disciplina de pesas no da para vivir a nadie en este país”, comenta Asteria Alguero, quien en 2002 fue Miss Fitness Bolivia de Fisicoculturismo y hoy es presidenta de la Asociación de Levantamiento de Pesas de La Paz, deporte en que es representante del equipo paceño. Pero su participación en esa práctica obedece más a una frustración que a una pasión.
En 1995 tenía experiencia en gimnasia y otros deportes, entonces entró en el fisicoculturismo y practicó con pesas de manera informal, pero el entrenador de su gimnasio advirtió que reunía las condiciones corporales y la impulsó. Cuando en 1997 conoció el fitness, no dubitó en privilegiarla. “Era perfecto para mí, es la fusión de fisicoculturismo con gimnasia. No tuve que empezar de cero, porque tenía musculatura y experiencia en culturismo”.
Flexibilidad con las piernas para aperturas de danza; elasticidad del tronco para contorsiones; fuerza y técnica para las pesas que endurecen los músculos, y ritmo y coordinación son los elementos finales, ya que ese deporte incluye baile. La ex campeona nacional explica que el fitness tiene dos etapas en los torneos: de pasarela, que exhibe el logro corporal con poses similares a las de fisicoculturismo, y danza, con habilidades gimnásticas: una buena coreografía, flexibilidad y musculatura.
Los alimentos
Su rutina era al menos dos horas de trabajo en el gimnasio, que se extendía a tres si había una competencia a futuro. El esfuerzo no se limitaba a la práctica en gimnasio. “Fue duro modificar mi alimentación”. Asteria tenía que comer carne roja, de pollo y pescado, ensaladas con verduras o vegetales ya sean crudos o cocidos, y conseguir ingredientes producidos específicamente para deportistas, cuyo nivel de grasa corporal subcutáneo debe ser bajo. Como el desgaste es intenso, la reposición de energía la lograba con cinco comidas al día. Además, consumía suplementos, vitaminas y dos frascos de creatina al mes, a un costo de 700 bolivianos en ese entonces.
Su rutina era al menos dos horas de trabajo en el gimnasio, que se extendía a tres si había una competencia a futuro. El esfuerzo no se limitaba a la práctica en gimnasio. “Fue duro modificar mi alimentación”. Asteria tenía que comer carne roja, de pollo y pescado, ensaladas con verduras o vegetales ya sean crudos o cocidos, y conseguir ingredientes producidos específicamente para deportistas, cuyo nivel de grasa corporal subcutáneo debe ser bajo. Como el desgaste es intenso, la reposición de energía la lograba con cinco comidas al día. Además, consumía suplementos, vitaminas y dos frascos de creatina al mes, a un costo de 700 bolivianos en ese entonces.
Tuvo la suerte de tener el auspicio de la empresa La Cascada, que le dotó de un preparador físico personal y durante meses cubrió el presupuesto de sus comidas mensuales, alrededor de 2.000 bolivianos. Para su preparación casi tuvo que dejar su carrera universitaria.
Lo paradójico es que al ganar el campeonato comenzó el fin de su práctica. Cuando debía viajar al Torneo Sudamericano, la dirigencia le quitó el pase para ceder el pasaje de avión a un dirigente. Asteria relata con detalle ese día y de repente comienza a sollozar. “Me sentí decepcionada y sola, por eso dejé el fitness. Pero es mi pasión, yo lo llevo en la sangre”.
Fuente: la prensa.com
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