EN ESTE ARĆCULO TOMĆS ABEIGĆN DEMUESTRA QUE SANTIAGO RAMĆN Y CAJAL FUĆ PREMIO NĆBEL DE MEDICINA GRACIAS AL FISICOESCULTURISMO SĆ, si, no es ...
EN ESTE ARĆCULO TOMĆS ABEIGĆN DEMUESTRA QUE SANTIAGO RAMĆN Y CAJAL FUĆ PREMIO NĆBEL DE MEDICINA GRACIAS AL FISICOESCULTURISMO
SĆ, si, no es ninguna broma, ni ningĆŗn error tipogrĆ”fico por imposible que pueda parecer. A continuaciĆ³n les cuento la historia, increĆble historia de cĆ³mo el cĆ©lebre Santiago RamĆ³n y Cajal alcanza el premio NĆ³bel de Medicina gracias al deporte del fisicoesculturismo.
Hace aproximadamente cuatro aƱos y medio o quizĆ”s cinco, mi amigo de la infancia, adolescencia y ahora edad adulta el Dr. Manuel Fontoira, hijo de un prestigioso pediatra de Pontevedra y nieto igualmente de un reputado mĆ©dico pontevedrĆ©s colega Ć©ste Ćŗltimo de mi querido abuelo el Dr. TomĆ”s AbeigĆ³n Pazos, se acercĆ³ por mi gimnasio retĆ”ndome con su peculiar estilo a que no era capaz de identificar al personaje de una fotografĆa publicada en un libro de neurologĆa en pose atlĆ©tica. Por mi mente en aquel momento paso: en menos de tres segundos no sĆ³lo le voy a dar el nombre, sino todo tipo de referencias y detalles; y ademĆ”s, como resuelven los vascos sus retos, contrarrestarle, diciĆ©ndole ¿quĆ© te apuestas?.
El caso, es que despuĆ©s de analizar por todos los lados la instantĆ”nea que por su colorido y aspecto parecĆa estar mĆ”s cerca de las pinturas rupestres de las Cuevas de Altamira que de la era dorada de la fotografĆa, tuve que ceder en mi esfuerzo visual y cognitivo dejando que mis neuronas se recuperaran de tal exceso de trabajo perceptivo y memorĆstico, y preguntarle de forma natural a mi buen amigo el Dr. Manuel Fontoira ¿de quiĆ©n (con perdĆ³n) coƱo se trataba?, y mi sorpresa fue mayĆŗscula al destaparme el pie de pĆ”gina que decĆa textualmente: “El autor a los 18 aƱos, 4 meses despuĆ©s de iniciada su manĆa gimnĆ”stica. Desgraciadamente, el desarrollo muscular es casi monstruoso, logrado al aƱo de ejercicios violentos” y “MusculaciĆ³n lograda por RamĆ³n y Cajal en su juventud, tras ejercitarse en el culturismo segĆŗn un mĆ©todo de su invenciĆ³n”. AquĆ se produjo el aguijonazo que introdujo el veneno de la curiosidad en mis venas, para que durante cerca de tres aƱos dedicara varias horas diarias en la biblioteca de la Facultad de Ciencias de la EducaciĆ³n donde estudiĆ© INEF para investigar la veracidad de la instantĆ”nea fotogrĆ”fica, y conocer la agitada y a la vez apasionante, inquietante y emocionante vida que ha tenido don Santiago RamĆ³n y Cajal.
BREVE REPASO A SU INFANCIA
Santiago RamĆ³n y Cajal vio la luz por primera vez, el uno de mayo de 1852, en un humilde lugar de Navarra enclavado por singular capricho geogrĆ”fico en medio de la provincia de Zaragoza, concretamente en Petilla de AragĆ³n. Hijo de un humilde mĆ©dico cirujano rural, don Justo RamĆ³n y Cassaus, y de una aragonesa de pura cepa, doƱa Antonia Cajal, vecina de Larres (pequeƱa localidad cercana a Jaca), su primera infancia transcurre entre Petilla, Larres y Valpalmas en donde nacen sus hermanos Pedro, Paula y Borja.
A los ocho aƱos llega a Ayerbe, cerca de Huesca, donde permanece el tiempo suficiente para iniciar su adolescencia y desarrollar-cultivar sus instintos y aficiones artĆstico-gimnĆ”sticas.
Para comprender mejor la vida de Santiago RamĆ³n y Cajal es preciso percatarse de la influencia tan grande que tiene en su vida, su aspecto frĆ”gil y enclenque que le propiciaron de niƱo muchos enfrentamientos y peleas con otros chicos del pueblo. La necesidad de fortalecerse parece repeler las peleas a las que se adherĆa, aunque tambiĆ©n fue poderosa razĆ³n para no hacerle olvidar el culto a lo bello.
Criado en pueblos y endurecido al sol y al aire libre, la infancia de Cajal transcurre entre los campos y los bosques, donde descubre los esplendores del sol, la magia de los crepĆŗsculos, las alternativas de la vida vegetal con sus fastuosas fiestas primaverales, el misterio de la resurrecciĆ³n de los insectos, y la decoraciĆ³n variada y pintoresca de las montaƱas, lugares donde se desarrollan sus juegos.
Precisamente de Ć©stos juegos es de lo que Cajal se siente muy orgulloso, porque segĆŗn Ć©l, estos son preparaciĆ³n absolutamente necesaria para la vida; “merced a ellos el cerebro infantil apresura su evoluciĆ³n, recibiendo segĆŗn los temas preferidos y las diversiones ejercitadas, cierto sello especĆfico moral e intelectual, del cual dependerĆ” en gran parte el porvenir”, apuntaba Cajal.
Esos juegos consistĆan bĆ”sicamente en brincar por los campos como un saltamontes, trepar como un mono, correr como un gamo, escalar una tapia con la viveza de una lagartija, intentar levantar un peso con la fuerza de un oso, etc, etc. Al comprobar que con estos se fortalecĆa, resolviĆ³ entregarse sistemĆ”ticamente a los ejercicios fĆsicos, a cuyo fin “me pasaba solitario horas y horas, ocupado en trepar a los Ć”rboles, saltar acequias, levantar a pulso pesados guijarros, ejecutando, en fin, cuantos actos creĆa conducentes a acelerar mi desarrollo muscular, elevĆ”ndolo al vigor mĆ”ximo compatible con mis pocos aƱos”.
Hay muchos educadores que dicen que “el porvenir de un hombre estĆ” en su infancia”, por ello el juego tiene que ser la herramienta pedagĆ³gica que se debe utilizar, por esto tanto los deportes como los conocemos actualmente, como la educaciĆ³n fĆsica, deben ocupar un lugar preferente en los juegos, estando presentes no solo para cultivo de lo fĆsico, sino tambiĆ©n, para lo intelectual.
No debemos olvidar que “la inactividad constituye para el niƱo la mayor de las torturas; el dolor mismo, es preferido al reposo”, y por las actividades que Cajal realizĆ³ y tambiĆ©n merced a la gimnasia incesante a la que se sometiĆ³, sus mĆŗsculos adquirieron vigor, sus articulaciones agilidad y su vista perspicacia, la cual ejercitaba observando pinturas de muchos colores y libros de letra menuda, ademĆ”s de reconocer objetos de lejos (curiosos pasatiempos ¿verdad?).
Cajal aunque se dedicĆ³ a la medicina, hubiese sido, o mejor dicho fue un extraordinario pedagogo, pues en su faceta docente por las Universidades por las que pasĆ³, siempre fue crĆtico con el mĆ©todo que reinaba en las mismas, que no era otro mĆ”s que el “memorĆstico puro”, que se preocupaba de crear sĆ³lo “cabezas almacĆ©n”, en lugar de “cabezas pensantes”.
Este sabio que iba por delante de su tiempo, solĆa decir que: “hay realmente en la funciĆ³n docente algo de la satisfacciĆ³n altiva del domador de potros, pero entra tambiĆ©n la grata curiosidad del jardinero, que espera ansioso la primavera para reconocer el matiz de la flor sembrada y comprobar la bondad de los mĆ©todos de cultivo”.“Fabricar cerebros originales: he aquĆ el gran triunfo del pedagogo”, mĆ”xima de la que Cajal se sentĆa muy orgulloso.
Esta es la etapa de su vida en la que definitivamente se forja su vocaciĆ³n gimnĆ”stica.
El cultivo de la gimnasia le vino de un desengaƱo causado por su jactancia y bravuconerĆa, al perder con gran sorpresa y dolor un reto al echar un pulso (ejercicio muy de moda entre los jĆ³venes de entonces) con un amigo suyo llamado Morriones, con el cual Cajal sufriĆ³ la “humillaciĆ³n de la derrota”, segĆŗn decĆa el mismo. El secreto de Morriones consistĆa en acudir al gimnasio de Poblador para hacer gimnasia.
Al dĆa siguiente y sin decir nada a su padre, se presentĆ³ en el gimnasio de Poblador, situado entonces en la zaragozana Plaza del Pilar, pues los gimnasios tal y como los conocemos ahora, comenzaron a funcionar a principios del siglo XIX, gracias como no, al que fuera el creador de la cultura fĆsica HipĆ³lito Triat, un francĆ©s que descubriĆ³ su vocaciĆ³n gimnĆ”stica y recibiĆ³ su formaciĆ³n acadĆ©mica, en un colegio de los padres Jesuitas en Burgos (EspaƱa).
DespuĆ©s de algunos regateos con Poblador (era el dueƱo y profesor del gimnasio), convino en cambiar lecciones de anatomĆa que Poblador deseaba recibir para dar a su enseƱanza cierto toque o tono cientĆfico, por lecciones de desarrollo fĆsico o muscular. Cajal tenĆa un enorme interĆ©s por la anatomĆa, interĆ©s que despertĆ³ la practica gimnĆ”stica, y como su padre era un hĆ”bil disector y fervoroso cultivador de esta ciencia, y ademĆ”s ocupaba el puesto de director interino en la Escuela de Medicina de Zaragoza, el joven Cajal antes de iniciar sus estudios en medicina, ya poseĆa unos bastos conocimientos.
Gracias a este concierto y a su entusiasmo por las pesas que le llevaba a escaparse durante largas horas al gimnasio, y despuĆ©s de entrenar varios meses en el mismo sostenido por una “fuerza de voluntad que nadie hubiera sospechado en mĆ”. Cajal no sĆ³lo venciĆ³ la revancha a su amigo Morriones, sino que ademĆ”s llegĆ³ a ser el campeĆ³n mĆ”s fuerte del gimnasio de Poblador, quien estaba muy orgulloso de su discĆpulo y Ć©l entusiasmado, al reconocer “cuĆ”n fĆ”cilmente habĆan respondido mis mĆŗsculos al estĆmulo del sobretrabajo“.
De aquella Ć©poca de exagerado culto al bĆceps, algo propio de los practicantes de la cultura fĆsica, que era como se conocĆa entonces al culturismo (Cajal tenĆa un exagerado interĆ©s por la “gimnasia forzada”, pues el tĆ©rmino culturismo o fisicoesculturismo aĆŗn no existĆa, de hecho en Francia se le llamaba culture physique), don Santiago guarda dos recuerdos y enseƱanzas provechosas:
La primera enseƱanza hacĆa referencia al valor que tenĆa la prĆ”ctica de la gimnasia en los jĆ³venes de entonces, haciĆ©ndoles mĆ”s fuertes y mĆ”s resistentes, ante las numerosas enfermedades, adversidades y epidemias que padecĆan quienes no tuvieran en aquellos tiempos una fĆ©rrea salud con la que hacerles frente, “y mĆ”s en aquellos chicos que como yo, la naturaleza no se caracterizĆ³ por sernos muy generosa”.
La segunda, hacia referencia a la adquisiciĆ³n de unas aptitudes morales, emocionales y psicolĆ³gicas, que hacĆan aumentar la autoestima, la autoconfianza, el autocontrol y sobre todo la fuerza mĆ”s importante de todas y de la cual Cajal hacĆa buena gala de ella, que era la “fuerza de voluntad”, ademĆ”s tambiĆ©n potenciaba la religiĆ³n de la voluntad soberana, la fe en el trabajo, la convicciĆ³n de que el esfuerzo perseverante e hincado es capaz de modelar y organizar desde el mĆŗsculo hasta la Ćŗltima espiritualidad del individuo.
Cajal comentĆ³ muchas veces, que cuando Poblador le diseƱaba el programa de ejercicios que tenĆa que hacer, Ć©l, ademĆ”s de los “ejercicios oficiales“, se autoimponĆa un cierto programa progresivo “ora aƱadiendo cada dĆa mĆ”s peso a las bolas, ora exagerando el nĆŗmero de contracciones en la barra o en las paralelas” y asĆ sucesivamente, de forma que si en un plazo establecido no habĆa logrado el objetivo propuesto, aƱadĆa mĆ”s a todo.
CONTINUAS REFERENCIAS A SUS ALARDES ATLĆTICOS Y MUSCULATURA
Don Santiago que en sus libros hace muchas referencias a sus alardes atlƩticos, de los que se jactaba y siempre estaba dispuesto a poner en prƔctica, sustraigo una de estas demostraciones de fuerza que merece la pena conocer:
Un dĆa se enfrentĆ³ a un rival de similar robustez y musculatura porque lo amenazĆ³ con descomunal paliza si no abandonaba el cortejo de cierta seƱorita de “rostro primaveral”, conocida entre los estudiantes como la Venus de Milo, que vivĆa en la calle 5 de Marzo. Enzarzado con su rival en una fuerte disputa a puƱetazos en los sotos del Huerva, despuĆ©s de la eventual victoria de Cajal, retornaron ambos maltrechos del reto, aunque en amistosa camaraderĆa que le llevaba a la renuncia a ser correspondidos por los amores de la dama, cuando se enteraron que era muchacha con fuerte dote, por lo que iba a parecer que no la cortejaban por amor, sino por los 50.000 duros.
Ćl, que se describiĆ³ a si mismo como: “ancho de espaldas, con pectorales monstruosos, mi circunferencia torĆ”cica excedĆa de los 112 centĆmetros, y al andar mostraba esa inelegancia y contorneo rĆtmico caracterĆstico de los forzudos o HĆ©rcules de Feria”, fue un hombre que supo modelar y robustecer su cuerpo con la gimnasia, alcanzando un “torso cuadrado y fornido, un recio y tostado pescuezo, unos morenos y vigorosos brazos que denunciaban a la legua al atleta forjado a base de miles de contracciones musculares propias de lay de un amor propio exasperado que hace milagros”.
Y es que Cajal lo tenĆa claro, “si quieres triunfar en las arduas empresas, pon en ellas toda tu voluntad, preparĆ”ndote con mĆ”s tiempo y trabajo de los manifiestamente necesarios”, solĆa decir Ć©ste insigne cientĆfico.
ESTUDIA MEDICINA GRACIAS AL CULTURISMO
Posteriormente se traslada a Jaca donde la prĆ”ctica del culturismo forja definitivamente su vocaciĆ³n mĆ©dica, pues este deporte despertĆ³ en Ć©l un interĆ©s exarcebado por la anatomĆa cuya devociĆ³n era casi comparable a la sacerdotal, iniciando en 1870 sus estudios de medicina en Zaragoza, donde se licencia en 1873, por la Facultad de Medicina de la Universidad Literaria de la ciudad de la Virgen del Pilar. En 1876 obtiene el tĆtulo de Doctor en Medicina y CirugĆa, y un aƱo mĆ”s tarde contrae matrimonio en secreto, tras dos aƱos de noviazgo, con Silveria FaƱanas GarcĆa, con la que tiene cuatro hijos, Santiago, Fe, Jorge y Paula.
Como ya dijimos, Santiago RamĆ³n y Cajal, como todos los genios, iba por delante de su tiempo, por lo que su formaciĆ³n mĆ©dica le obliga a considerar el ejercicio desde una perspectiva terapĆ©utica, de manera que asimilaba la gimnasia a un medicamento. “El ejercicio es una medicina“, afirmaba, pues en aquella Ć©poca el desarrollo farmacolĆ³gico todavĆa quedaba muy lejos de la gran expansiĆ³n a la que llegarĆa con posterioridad.
La enfermedad produce pĆ©rdida de funciĆ³n, a esta falta de funciĆ³n (que hoy denominamos incapacidad) y su reanudaciĆ³n, constituyen el objetivo fundamental del tratamiento por el ejercicio. Para ello, Cajal que era un autodidacta, creĆ³ un mĆ©todo caracterizado por la acciĆ³n muscular repetida y continuada para robustecer los Ć³rganos y obtener asĆ los mĆ”ximos resultados con recursos no sĆ³lo mĆnimos, sino Ćnfimos en aquellos tiempos para lo cual se vio obligado a diseƱar dos tipos de mĆ”quinas , las primeras eran “MĆ”quinas de utilidad diagnĆ³stica” que se utilizaban para determinar la estructura, sirviĆ©ndose de diversos elementos antropomĆ©tricos, que aportaban datos sobre el peso y la talla, el perĆmetro de los miembros, la capacidad torĆ”cica, etc. Las mediciones de los perĆmetros se realizaban con simples cintas textiles centimetradas. Los sistemas dinamomĆ©tricos permitĆan calcular la fuerza muscular. Las segundas eran “MĆ”quinas para el tratamiento” aparatos basados en el aumento de la resistencia mediante poleas, resortes y pesas. TambiĆ©n recomendaba movimientos de traslaciĆ³n, ejercicios de prehensiĆ³n y de fonacĆa (fonaciĆ³n), por los efectos beneficiosos de la declamaciĆ³n y el canto, en el tratamiento de la tartamudez. AnecdĆ³ticamente, decĆa que ”el ejercicio mĆ”s recomendado es el estornudo (como ejemplo vivo de la expulsiĆ³n brusca de las superficialidades)”.
Volviendo a la medicina, Santiago RamĆ³n y Cajal siempre confesĆ³ que en su temprana pasiĆ³n por la anatomĆa influyĆ³ sus inclinaciones hacia la gimnasia culturista, que le lleva a una profunda curiosidad por el conocimiento anatĆ³mico y por ello, estudia la carrera de medicina y se especializa en anatomĆa, pero en este caso, en la anatomĆa de los tejidos y la cĆ©lula vistos al microscopio (histologĆa).
AƱos mĆ”s tarde don Santiago desempeƱarĆa los cargos de Ayudante Interino de AnatomĆa PrĆ”ctica (1875) y de Director de Museos AnatĆ³micos (1879). Precisamente aquĆ en el Museo AnatĆ³mico, don Santiago pasĆ³ muchas horas encerrado en las viejas dependencias anatĆ³micas, aledaƱas al Hospital de Gracia, desmontando pieza a pieza la enrevesada maquinaria de mĆŗsculos, nervios y vasos del cuerpo humano.
Alcanzada la cĆ”tedra de Valencia (1883), Cajal inicia su ingente aportaciĆ³n a la neuroanatomĆa, concluida tras su paso por las universidades de Barcelona y Madrid donde aquĆ fue catedrĆ”tico de histologĆa.
JOAQUIN DECREF Y JOAO DE AZEVEDO, DOS DISCĆPULOS AVENTAJADOS
JoaquĆn Decref se relacionĆ³ personalmente con Cajal cuando entre los 16 y 19 aƱos estudiaba la carrera de medicina en la Facultad de Medicina de Madrid, en donde don Santiago impartĆa clases.
Ramon y Cajal que como sabemos ya era un entusiasta partidario y practicante de la cultura fĆsica, que incluso llegĆ³ a posar como culturista en varias fotografĆas que ilustran Ć©ste artĆculo, fue el que indujo a Decref a practicar este deporte en diversos gimnasios y salas de armas, segĆŗn el antiguo concepto de Triat y AmorĆ³s, aficiĆ³n que inculcaba a muchos jĆ³venes de la Ć©poca, y que tambiĆ©n era compartida por otro estudiante de medicina de la Universidad de Coimbra, el portuguĆ©s Joao de Azevedo, cuyos descendientes me facilitaron una foto suya en pose atlĆ©tica y me hablaron de la amistad que mantenĆa con Cajal, y con el cĆ©lebre profesor francĆ©s Edmond Desbonnet.
La relaciĆ³n de Decref con Cajal debiĆ³ de ser intensa, por el hecho de que Ć©ste fue quien propuso el ingreso de Decref en la Real Academia de Medicina. Por otra parte Decref junto con Gregorio MaraĆ±Ć³n, fueron los lectores de la nota necrolĆ³gica dedicada a Cajal en la Real Academia de Medicina a la muerte del sabio histĆ³logo en 1934.SĆ, si, no es ninguna broma, ni ningĆŗn error tipogrĆ”fico por imposible que pueda parecer. A continuaciĆ³n les cuento la historia, increĆble historia de cĆ³mo el cĆ©lebre Santiago RamĆ³n y Cajal alcanza el premio NĆ³bel de Medicina gracias al deporte del fisicoesculturismo.
Hace aproximadamente cuatro aƱos y medio o quizĆ”s cinco, mi amigo de la infancia, adolescencia y ahora edad adulta el Dr. Manuel Fontoira, hijo de un prestigioso pediatra de Pontevedra y nieto igualmente de un reputado mĆ©dico pontevedrĆ©s colega Ć©ste Ćŗltimo de mi querido abuelo el Dr. TomĆ”s AbeigĆ³n Pazos, se acercĆ³ por mi gimnasio retĆ”ndome con su peculiar estilo a que no era capaz de identificar al personaje de una fotografĆa publicada en un libro de neurologĆa en pose atlĆ©tica. Por mi mente en aquel momento paso: en menos de tres segundos no sĆ³lo le voy a dar el nombre, sino todo tipo de referencias y detalles; y ademĆ”s, como resuelven los vascos sus retos, contrarrestarle, diciĆ©ndole ¿quĆ© te apuestas?.
El caso, es que despuĆ©s de analizar por todos los lados la instantĆ”nea que por su colorido y aspecto parecĆa estar mĆ”s cerca de las pinturas rupestres de las Cuevas de Altamira que de la era dorada de la fotografĆa, tuve que ceder en mi esfuerzo visual y cognitivo dejando que mis neuronas se recuperaran de tal exceso de trabajo perceptivo y memorĆstico, y preguntarle de forma natural a mi buen amigo el Dr. Manuel Fontoira ¿de quiĆ©n (con perdĆ³n) coƱo se trataba?, y mi sorpresa fue mayĆŗscula al destaparme el pie de pĆ”gina que decĆa textualmente: “El autor a los 18 aƱos, 4 meses despuĆ©s de iniciada su manĆa gimnĆ”stica. Desgraciadamente, el desarrollo muscular es casi monstruoso, logrado al aƱo de ejercicios violentos” y “MusculaciĆ³n lograda por RamĆ³n y Cajal en su juventud, tras ejercitarse en el culturismo segĆŗn un mĆ©todo de su invenciĆ³n”. AquĆ se produjo el aguijonazo que introdujo el veneno de la curiosidad en mis venas, para que durante cerca de tres aƱos dedicara varias horas diarias en la biblioteca de la Facultad de Ciencias de la EducaciĆ³n donde estudiĆ© INEF para investigar la veracidad de la instantĆ”nea fotogrĆ”fica, y conocer la agitada y a la vez apasionante, inquietante y emocionante vida que ha tenido don Santiago RamĆ³n y Cajal.
BREVE REPASO A SU INFANCIA
Santiago RamĆ³n y Cajal vio la luz por primera vez, el uno de mayo de 1852, en un humilde lugar de Navarra enclavado por singular capricho geogrĆ”fico en medio de la provincia de Zaragoza, concretamente en Petilla de AragĆ³n. Hijo de un humilde mĆ©dico cirujano rural, don Justo RamĆ³n y Cassaus, y de una aragonesa de pura cepa, doƱa Antonia Cajal, vecina de Larres (pequeƱa localidad cercana a Jaca), su primera infancia transcurre entre Petilla, Larres y Valpalmas en donde nacen sus hermanos Pedro, Paula y Borja.
A los ocho aƱos llega a Ayerbe, cerca de Huesca, donde permanece el tiempo suficiente para iniciar su adolescencia y desarrollar-cultivar sus instintos y aficiones artĆstico-gimnĆ”sticas.
Para comprender mejor la vida de Santiago RamĆ³n y Cajal es preciso percatarse de la influencia tan grande que tiene en su vida, su aspecto frĆ”gil y enclenque que le propiciaron de niƱo muchos enfrentamientos y peleas con otros chicos del pueblo. La necesidad de fortalecerse parece repeler las peleas a las que se adherĆa, aunque tambiĆ©n fue poderosa razĆ³n para no hacerle olvidar el culto a lo bello.
Criado en pueblos y endurecido al sol y al aire libre, la infancia de Cajal transcurre entre los campos y los bosques, donde descubre los esplendores del sol, la magia de los crepĆŗsculos, las alternativas de la vida vegetal con sus fastuosas fiestas primaverales, el misterio de la resurrecciĆ³n de los insectos, y la decoraciĆ³n variada y pintoresca de las montaƱas, lugares donde se desarrollan sus juegos.
Precisamente de Ć©stos juegos es de lo que Cajal se siente muy orgulloso, porque segĆŗn Ć©l, estos son preparaciĆ³n absolutamente necesaria para la vida; “merced a ellos el cerebro infantil apresura su evoluciĆ³n, recibiendo segĆŗn los temas preferidos y las diversiones ejercitadas, cierto sello especĆfico moral e intelectual, del cual dependerĆ” en gran parte el porvenir”, apuntaba Cajal.
Esos juegos consistĆan bĆ”sicamente en brincar por los campos como un saltamontes, trepar como un mono, correr como un gamo, escalar una tapia con la viveza de una lagartija, intentar levantar un peso con la fuerza de un oso, etc, etc. Al comprobar que con estos se fortalecĆa, resolviĆ³ entregarse sistemĆ”ticamente a los ejercicios fĆsicos, a cuyo fin “me pasaba solitario horas y horas, ocupado en trepar a los Ć”rboles, saltar acequias, levantar a pulso pesados guijarros, ejecutando, en fin, cuantos actos creĆa conducentes a acelerar mi desarrollo muscular, elevĆ”ndolo al vigor mĆ”ximo compatible con mis pocos aƱos”.
Hay muchos educadores que dicen que “el porvenir de un hombre estĆ” en su infancia”, por ello el juego tiene que ser la herramienta pedagĆ³gica que se debe utilizar, por esto tanto los deportes como los conocemos actualmente, como la educaciĆ³n fĆsica, deben ocupar un lugar preferente en los juegos, estando presentes no solo para cultivo de lo fĆsico, sino tambiĆ©n, para lo intelectual.
No debemos olvidar que “la inactividad constituye para el niƱo la mayor de las torturas; el dolor mismo, es preferido al reposo”, y por las actividades que Cajal realizĆ³ y tambiĆ©n merced a la gimnasia incesante a la que se sometiĆ³, sus mĆŗsculos adquirieron vigor, sus articulaciones agilidad y su vista perspicacia, la cual ejercitaba observando pinturas de muchos colores y libros de letra menuda, ademĆ”s de reconocer objetos de lejos (curiosos pasatiempos ¿verdad?).
Cajal aunque se dedicĆ³ a la medicina, hubiese sido, o mejor dicho fue un extraordinario pedagogo, pues en su faceta docente por las Universidades por las que pasĆ³, siempre fue crĆtico con el mĆ©todo que reinaba en las mismas, que no era otro mĆ”s que el “memorĆstico puro”, que se preocupaba de crear sĆ³lo “cabezas almacĆ©n”, en lugar de “cabezas pensantes”.
Este sabio que iba por delante de su tiempo, solĆa decir que: “hay realmente en la funciĆ³n docente algo de la satisfacciĆ³n altiva del domador de potros, pero entra tambiĆ©n la grata curiosidad del jardinero, que espera ansioso la primavera para reconocer el matiz de la flor sembrada y comprobar la bondad de los mĆ©todos de cultivo”.“Fabricar cerebros originales: he aquĆ el gran triunfo del pedagogo”, mĆ”xima de la que Cajal se sentĆa muy orgulloso.
Esta es la etapa de su vida en la que definitivamente se forja su vocaciĆ³n gimnĆ”stica.
El cultivo de la gimnasia le vino de un desengaƱo causado por su jactancia y bravuconerĆa, al perder con gran sorpresa y dolor un reto al echar un pulso (ejercicio muy de moda entre los jĆ³venes de entonces) con un amigo suyo llamado Morriones, con el cual Cajal sufriĆ³ la “humillaciĆ³n de la derrota”, segĆŗn decĆa el mismo. El secreto de Morriones consistĆa en acudir al gimnasio de Poblador para hacer gimnasia.
Al dĆa siguiente y sin decir nada a su padre, se presentĆ³ en el gimnasio de Poblador, situado entonces en la zaragozana Plaza del Pilar, pues los gimnasios tal y como los conocemos ahora, comenzaron a funcionar a principios del siglo XIX, gracias como no, al que fuera el creador de la cultura fĆsica HipĆ³lito Triat, un francĆ©s que descubriĆ³ su vocaciĆ³n gimnĆ”stica y recibiĆ³ su formaciĆ³n acadĆ©mica, en un colegio de los padres Jesuitas en Burgos (EspaƱa).
DespuĆ©s de algunos regateos con Poblador (era el dueƱo y profesor del gimnasio), convino en cambiar lecciones de anatomĆa que Poblador deseaba recibir para dar a su enseƱanza cierto toque o tono cientĆfico, por lecciones de desarrollo fĆsico o muscular. Cajal tenĆa un enorme interĆ©s por la anatomĆa, interĆ©s que despertĆ³ la practica gimnĆ”stica, y como su padre era un hĆ”bil disector y fervoroso cultivador de esta ciencia, y ademĆ”s ocupaba el puesto de director interino en la Escuela de Medicina de Zaragoza, el joven Cajal antes de iniciar sus estudios en medicina, ya poseĆa unos bastos conocimientos.
Gracias a este concierto y a su entusiasmo por las pesas que le llevaba a escaparse durante largas horas al gimnasio, y despuĆ©s de entrenar varios meses en el mismo sostenido por una “fuerza de voluntad que nadie hubiera sospechado en mĆ”. Cajal no sĆ³lo venciĆ³ la revancha a su amigo Morriones, sino que ademĆ”s llegĆ³ a ser el campeĆ³n mĆ”s fuerte del gimnasio de Poblador, quien estaba muy orgulloso de su discĆpulo y Ć©l entusiasmado, al reconocer “cuĆ”n fĆ”cilmente habĆan respondido mis mĆŗsculos al estĆmulo del sobretrabajo“.
De aquella Ć©poca de exagerado culto al bĆceps, algo propio de los practicantes de la cultura fĆsica, que era como se conocĆa entonces al culturismo (Cajal tenĆa un exagerado interĆ©s por la “gimnasia forzada”, pues el tĆ©rmino culturismo o fisicoesculturismo aĆŗn no existĆa, de hecho en Francia se le llamaba culture physique), don Santiago guarda dos recuerdos y enseƱanzas provechosas:
La primera enseƱanza hacĆa referencia al valor que tenĆa la prĆ”ctica de la gimnasia en los jĆ³venes de entonces, haciĆ©ndoles mĆ”s fuertes y mĆ”s resistentes, ante las numerosas enfermedades, adversidades y epidemias que padecĆan quienes no tuvieran en aquellos tiempos una fĆ©rrea salud con la que hacerles frente, “y mĆ”s en aquellos chicos que como yo, la naturaleza no se caracterizĆ³ por sernos muy generosa”.
La segunda, hacia referencia a la adquisiciĆ³n de unas aptitudes morales, emocionales y psicolĆ³gicas, que hacĆan aumentar la autoestima, la autoconfianza, el autocontrol y sobre todo la fuerza mĆ”s importante de todas y de la cual Cajal hacĆa buena gala de ella, que era la “fuerza de voluntad”, ademĆ”s tambiĆ©n potenciaba la religiĆ³n de la voluntad soberana, la fe en el trabajo, la convicciĆ³n de que el esfuerzo perseverante e hincado es capaz de modelar y organizar desde el mĆŗsculo hasta la Ćŗltima espiritualidad del individuo.
Cajal comentĆ³ muchas veces, que cuando Poblador le diseƱaba el programa de ejercicios que tenĆa que hacer, Ć©l, ademĆ”s de los “ejercicios oficiales“, se autoimponĆa un cierto programa progresivo “ora aƱadiendo cada dĆa mĆ”s peso a las bolas, ora exagerando el nĆŗmero de contracciones en la barra o en las paralelas” y asĆ sucesivamente, de forma que si en un plazo establecido no habĆa logrado el objetivo propuesto, aƱadĆa mĆ”s a todo.
CONTINUAS REFERENCIAS A SUS ALARDES ATLĆTICOS Y MUSCULATURA
Don Santiago que en sus libros hace muchas referencias a sus alardes atlƩticos, de los que se jactaba y siempre estaba dispuesto a poner en prƔctica, sustraigo una de estas demostraciones de fuerza que merece la pena conocer:
Un dĆa se enfrentĆ³ a un rival de similar robustez y musculatura porque lo amenazĆ³ con descomunal paliza si no abandonaba el cortejo de cierta seƱorita de “rostro primaveral”, conocida entre los estudiantes como la Venus de Milo, que vivĆa en la calle 5 de Marzo. Enzarzado con su rival en una fuerte disputa a puƱetazos en los sotos del Huerva, despuĆ©s de la eventual victoria de Cajal, retornaron ambos maltrechos del reto, aunque en amistosa camaraderĆa que le llevaba a la renuncia a ser correspondidos por los amores de la dama, cuando se enteraron que era muchacha con fuerte dote, por lo que iba a parecer que no la cortejaban por amor, sino por los 50.000 duros.
Ćl, que se describiĆ³ a si mismo como: “ancho de espaldas, con pectorales monstruosos, mi circunferencia torĆ”cica excedĆa de los 112 centĆmetros, y al andar mostraba esa inelegancia y contorneo rĆtmico caracterĆstico de los forzudos o HĆ©rcules de Feria”, fue un hombre que supo modelar y robustecer su cuerpo con la gimnasia, alcanzando un “torso cuadrado y fornido, un recio y tostado pescuezo, unos morenos y vigorosos brazos que denunciaban a la legua al atleta forjado a base de miles de contracciones musculares propias de la
Y es que Cajal lo tenĆa claro, “si quieres triunfar en las arduas empresas, pon en ellas toda tu voluntad, preparĆ”ndote con mĆ”s tiempo y trabajo de los manifiestamente necesarios”, solĆa decir Ć©ste insigne cientĆfico.
ESTUDIA MEDICINA GRACIAS AL CULTURISMO
Posteriormente se traslada a Jaca donde la prĆ”ctica del culturismo forja definitivamente su vocaciĆ³n mĆ©dica, pues este deporte despertĆ³ en Ć©l un interĆ©s exarcebado por la anatomĆa cuya devociĆ³n era casi comparable a la sacerdotal, iniciando en 1870 sus estudios de medicina en Zaragoza, donde se licencia en 1873, por la Facultad de Medicina de la Universidad Literaria de la ciudad de la Virgen del Pilar. En 1876 obtiene el tĆtulo de Doctor en Medicina y CirugĆa, y un aƱo mĆ”s tarde contrae matrimonio en secreto, tras dos aƱos de noviazgo, con Silveria FaƱanas GarcĆa, con la que tiene cuatro hijos, Santiago, Fe, Jorge y Paula.
Como ya dijimos, Santiago RamĆ³n y Cajal, como todos los genios, iba por delante de su tiempo, por lo que su formaciĆ³n mĆ©dica le obliga a considerar el ejercicio desde una perspectiva terapĆ©utica, de manera que asimilaba la gimnasia a un medicamento. “El ejercicio es una medicina“, afirmaba, pues en aquella Ć©poca el desarrollo farmacolĆ³gico todavĆa quedaba muy lejos de la gran expansiĆ³n a la que llegarĆa con posterioridad.
La enfermedad produce pĆ©rdida de funciĆ³n, a esta falta de funciĆ³n (que hoy denominamos incapacidad) y su reanudaciĆ³n, constituyen el objetivo fundamental del tratamiento por el ejercicio. Para ello, Cajal que era un autodidacta, creĆ³ un mĆ©todo caracterizado por la acciĆ³n muscular repetida y continuada para robustecer los Ć³rganos y obtener asĆ los mĆ”ximos resultados con recursos no sĆ³lo mĆnimos, sino Ćnfimos en aquellos tiempos para lo cual se vio obligado a diseƱar dos tipos de mĆ”quinas , las primeras eran “MĆ”quinas de utilidad diagnĆ³stica” que se utilizaban para determinar la estructura, sirviĆ©ndose de diversos elementos antropomĆ©tricos, que aportaban datos sobre el peso y la talla, el perĆmetro de los miembros, la capacidad torĆ”cica, etc. Las mediciones de los perĆmetros se realizaban con simples cintas textiles centimetradas. Los sistemas dinamomĆ©tricos permitĆan calcular la fuerza muscular. Las segundas eran “MĆ”quinas para el tratamiento” aparatos basados en el aumento de la resistencia mediante poleas, resortes y pesas. TambiĆ©n recomendaba movimientos de traslaciĆ³n, ejercicios de prehensiĆ³n y de fonacĆa (fonaciĆ³n), por los efectos beneficiosos de la declamaciĆ³n y el canto, en el tratamiento de la tartamudez. AnecdĆ³ticamente, decĆa que ”el ejercicio mĆ”s recomendado es el estornudo (como ejemplo vivo de la expulsiĆ³n brusca de las superficialidades)”.
Volviendo a la medicina, Santiago RamĆ³n y Cajal siempre confesĆ³ que en su temprana pasiĆ³n por la anatomĆa influyĆ³ sus inclinaciones hacia la gimnasia culturista, que le lleva a una profunda curiosidad por el conocimiento anatĆ³mico y por ello, estudia la carrera de medicina y se especializa en anatomĆa, pero en este caso, en la anatomĆa de los tejidos y la cĆ©lula vistos al microscopio (histologĆa).
AƱos mĆ”s tarde don Santiago desempeƱarĆa los cargos de Ayudante Interino de AnatomĆa PrĆ”ctica (1875) y de Director de Museos AnatĆ³micos (1879). Precisamente aquĆ en el Museo AnatĆ³mico, don Santiago pasĆ³ muchas horas encerrado en las viejas dependencias anatĆ³micas, aledaƱas al Hospital de Gracia, desmontando pieza a pieza la enrevesada maquinaria de mĆŗsculos, nervios y vasos del cuerpo humano.
Alcanzada la cĆ”tedra de Valencia (1883), Cajal inicia su ingente aportaciĆ³n a la neuroanatomĆa, concluida tras su paso por las universidades de Barcelona y Madrid donde aquĆ fue catedrĆ”tico de histologĆa.
JOAQUIN DECREF Y JOAO DE AZEVEDO, DOS DISCĆPULOS AVENTAJADOS
JoaquĆn Decref se relacionĆ³ personalmente con Cajal cuando entre los 16 y 19 aƱos estudiaba la carrera de medicina en la Facultad de Medicina de Madrid, en donde don Santiago impartĆa clases.
Ramon y Cajal que como sabemos ya era un entusiasta partidario y practicante de la cultura fĆsica, que incluso llegĆ³ a posar como culturista en varias fotografĆas que ilustran Ć©ste artĆculo, fue el que indujo a Decref a practicar este deporte en diversos gimnasios y salas de armas, segĆŗn el antiguo concepto de Triat y AmorĆ³s, aficiĆ³n que inculcaba a muchos jĆ³venes de la Ć©poca, y que tambiĆ©n era compartida por otro estudiante de medicina de la Universidad de Coimbra, el portuguĆ©s Joao de Azevedo, cuyos descendientes me facilitaron una foto suya en pose atlĆ©tica y me hablaron de la amistad que mantenĆa con Cajal, y con el cĆ©lebre profesor francĆ©s Edmond Desbonnet.
Decref al concluir sus estudios mĆ©dicos en 1884 con tan sĆ³lo 19 aƱos, e influenciado por Cajal que fue el que le inculcĆ³ los valores de la practica gimnĆ”stica y quien lo introdujo en la cultura fĆsica, continuĆ³ con su formaciĆ³n docente en la Escuela Central de GimnĆ”stica de Madrid , donde obtuvo el tĆtulo de profesor en 1887, por lo que se convirtiĆ³ en uno de los primeros profesores oficiales de educaciĆ³n fĆsica de nuestro paĆs.
Y POR FIN EL NOBEL DE MEDICINA
Nombrado ya Doctor Honoris Causa en varias Universidades europeas, como por ejemplo la de Cambridge, en octubre de 1906, desde Estocolmo y del Karolinska Institutet recibe un lacĆ³nico telegrama:”Carolinischer institut verliebet sie Nobel Preis”.
Le llega entonces, el mĆ”ximo galardĆ³n al que puede aspirar un cientĆfico en el mundo, el Premio NOBEL de Medicina y FisiologĆa, compartido con el neurĆ³logo italiano, y profesor de la Universidad de PavĆa, Camillo Golgi, por sus estudios histolĆ³gicos y coloraciĆ³n de las cĆ©lulas. Cajal describiĆ³ al sistema nervioso constituido por cĆ©lulas independientes, en definitiva, por ser el creador de la “TeorĆa Neuronal”, la mayor contribuciĆ³n espaƱola a la ciencia universal.
Evidentemente RamĆ³n y Cajal no recibiĆ³ el NĆ³bel por su condiciĆ³n de culturista o difusor de la vida sana a travĆ©s de las pesas, sino por su condiciĆ³n de mĆ©dico, la cual alcanzĆ³ motivado por el interĆ©s en la anatomĆa, que como ya seƱalamos, despertĆ³ el culturismo en el, tal y como el mismo lo reconoce en varias de sus obras.
CAJAL: SU PERFIL HUMANO
Hasta aquĆ casi todo lo que el lector ha podido descubrir acerca de este aragonĆ©s ilustre y muy laureado, mĆ”ximo exponente de aquella conocida “promociĆ³n de sabios” de la medicina espaƱola, es lo que su dilatada biografĆa, desvela y delata como una mentalidad innovadora, no sĆ³lo por su faceta de atleta y cientĆfico, sino tambiĆ©n de pensador, como demuestra el hecho de abogar por la localizaciĆ³n en el cerebro de las virtudes del alma, como el pensamiento, el sentido comĆŗn o la memoria, en lugar del corazĆ³n; debate muy activo y enconado todavĆa en aquel momento, facetas todas ellas que le han sido suficientemente reconocidas al margen de la ciencia.
Elegante y distinguido, le gustaba de lo bueno, lo mejor. Hiciera lo que hiciese, Cajal querĆa ser el nĆŗmero uno, y por eso era un hombre tremendamente organizado y activo, que aprovechaba el tiempo al mĆ”ximo, lo que nos demuestra por un lado la fuerza de voluntad del cientĆfico y por otro, su amor propio, que era lo que marcaba su deseo de sobresalir.
Tras vivir 82 aƱos pletĆ³ricos, Cajal decĆa : “todas las personas desean llegar a viejos y , en siĆ©ndolo, no quieren parecerlo”, o “hay una enfermedad crĆ³nica necesariamente mortal, que todos debiĆ©ramos evitar y que, sin embargo todos deseamos padecer: la ancianidad”, por lo que, cuando alguien le preguntaba por su salud, respondĆa: “el secreto de mi salud es de sobra conocido, simplemente consiste en algo tan sencillo, como practicar diariamente la cultura fĆsica o la gimnasia forzada que iniciĆ© en mi juventud”. El 17 de octubre de 1934, el cientĆfico espaƱol es nuevamente noticia internacional, al fallecer en Madrid por causa natural.
VACUNA CONTRA LA ENVIDIA: LO ĆNICO REPROCHABLE A CAJAL
Como bien reza este subtĆtulo, lo Ćŗnico que podemos reprocharle a don Santiago RamĆ³n y Cajal, y en esta afirmaciĆ³n coincide conmigo su amable nieta doƱa MarĆa Angeles RamĆ³n y Cajal Junquera, portavoz de sus herederos, y a quien le debo la autorizaciĆ³n para la publicaciĆ³n de algunas de las fotos que ilustran este trabajo, que despuĆ©s de ver el trato que se le ha dispensado al llamado Legado Cajal y comprobar la existencia de los detractores que le han salido al genio de su abuelo, es como este hombre, con su enorme talento y su demostrada capacidad de conseguir todo aquello que se propusiese, no se hubiera dedicado a descubrir la vacuna para esa gravĆsima enfermedad extendida casi a modo de epidemia por todo el territorio nacional, y para la cual no se ha encontrado hasta la fecha antĆdoto alguno, que es la envidia.
EPĆLOGO
Para terminar, simplemente aƱadir que lamento infinitamente que el tiempo no me brindase la oportunidad de conocer a este sabio espaƱol, que con Einstein es el cientĆfico con mayor nĆŗmero de citas bibliogrĆ”ficas, y con el que estoy convencido entablarĆamos una estupenda y sĆ³lida amistad, no sĆ³lo por nuestra aficiĆ³n comĆŗn a un deporte tan noble como el fisicoesculturismo, que hoy en dĆa practican millones de personas en todo el mundo y que se ha convertido en algo mĆ”s que un deporte , en un “estilo de vida”, sino tambiĆ©n, por nuestra peculiar forma de ver la vida.
Por todo ello, quiero dedicarle este mega-artĆculo a don Santiago RamĆ³n y Cajal, como homenaje no sĆ³lo por su contribuciĆ³n a la ciencia y a la humanidad en el campo de la medicina, sino tambiĆ©n, por las enseƱanzas y consejos para la vida que nos ha dejado a muchos jĆ³venes que como yo, han encontrado en el deporte y mĆ”s concretamente en el culturismo un instrumento seguro de salud y belleza. Gracias de corazĆ³n a don Santiago RamĆ³n y Cajal.
NOTA DEL AUTOR: Dada la gran extensiĆ³n del artĆculo, he decidido omitir las referencias bibliogrĆ”ficas que ocuparĆan casi tanto espacio como Ć©ste.
Por TomĆ”s ABEIGĆN
Contacto: abeigon@yahoo.es / Tel. 607 477 360
- Licenciado en Ciencias del Deporte por la Universidad de Vigo
- Master en MusculaciĆ³n Deportiva
- Entrenador Nacional de Halterofilia
- Entrenador Nacional de Fisicoculturismo y MusculaciĆ³n
- Entrenador Nacional de Fuerza Aplicada
- Profesor de Culturismo y Profesor de MusculaciĆ³n, ambos diplomas expedidos por la FederaciĆ³n EspaƱola de Judo y Deportes Asociados.
- Diplomado como Profesor de Cultura FĆsica por las Escuelas: Rouet (Francesa) y Weider, Atlas (Americanas).
- CampeĆ³n de EspaƱa de Fisicoculturismo Natural en 1996
- Galardonado con el premio nacional “Intergym´s de Oro” al mejor trabajo de investigaciĆ³n los aƱos 1999, 2000 y 2001
- Posee el “Diploma de Honor al MĆ©rito Fisicoculturista” (la mĆ”s alta distinciĆ³n que se puede alcanzar en EspaƱa sobre Ć©ste deporte).
- Director del Gimnasio “Taller Corporal” de Pontevedra desde 1989
- Historiador del “Deporte del Hierro”
- Autor de varios libros e infinidad de artĆculos sobre el tema de las pesas
- Presidente de NABBA ESPAĆA (OrganizaciĆ³n mĆ”s antigua de fisicoculturismo que a nivel internacional organiza el Mr. Universo)
- Juez Internacional en el Mr. Universo (Ćŗnico en EspaƱa)
- Poseedor del “MedallĆ³n de Triat” que lo acredita como el Ćŗnico heredero en el mundo de la filosofĆa de la “Escuela Francesa”, que aceptĆ³ de la mano de su Profesor con la obligaciĆ³n de cederlo antes de morir al discĆpulo que el elija.
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