Una de las necesidades que como seres humanos podemos experimentar desde el momento en que tomamos conciencia del YO individual y de la real...

En este artículo, me propongo despertar vuestro interés por descubrir la naturaleza de una fuerza que todos conocemos, pero que muy pocos comprenden, la motivación.
Definición de motivación
Podríamos decir que la motivación es un impulso que nos permite mantener una cierta continuidad en la acción que nos acerca a la consecución de un objetivo y que una vez logrado, saciará una necesidad. La intensidad y duración de dicho impulso están condicionados por diversos factores. Destaquemos los más importantes:
- Grado de necesidad o deseo que nos embargue.
- Tipo y naturaleza de las dificultades que hallemos durante el proceso.
- Recursos disponibles para optimizar la acción.
- Sentimientos que genere el proceso.
La naturaleza humana hace que la percepción que podamos tener de todos estos factores fluctúe constantemente y se produzcan cambios frecuentes de pensamiento o sentimientos. Según sean éstos, nuestra conducta puede verse reforzada, asegurando el éxito o por el contrario podemos perder interés durante el proceso y no lograr el objetivo marcado.
Tipos de motivación

Existe otro tipo de motivación interna que no surge de forma espontánea, sino, más bien, es inducida por nosotros mismos. Es aquella que nos autoimponemos por algún motivo y que exige ser mantenida mediante el logro de resultados. Se trata de una motivación vacía que difícilmente se sostiene a menos que se consigan resultados apetecibles. Muchos estudiantes renuncian a cursar una carrera que les gusta porque piensan que una vez convertidos en profesionales no ganarán el dinero que desean y se plantean cursar otra carrera porque confían en alcanzar un elevado nivel de vida. Su motivación responde a una necesidad ajena a los estudios y que se basa en un supuesto imprevisible, por depender del siempre cambiante mercado laboral. No sienten la necesidad de aprender para colmar un deseo de conocimiento, sino que DEBEN estudiar para terminar la carrera y poder ganar dinero. Cuando las largas noches de estudio comienzan a hacerse insoportables, cuando llegan los primeros suspensos, cuando llegan las primeras dudas, es entonces cuando comienzan a recapacitar y posiblemente, a arrepentirse de la decisión adoptada. En otros campos, puede suceder lo mismo. Tomemos el ejemplo de la persona que sufre un accidente y debe iniciar un proceso de recuperación. Se inscribe en un gimnasio y se pone en manos de un profesional que le confecciona un programa de ejercicios. El alumno acude regularmente a realizar el programa, pero no porque sienta la necesidad de entrenarse, sino, porque se autoimpone el deber de hacerlo esperando una pronta recuperación. Una vez completada dicha recuperación, abandona el centro deportivo y sigue con su rutina de vida habitual.
El último tipo de motivación que vamos a tratar es la externa inducida, sin duda, la más débil de todas ya que no depende de nosotros mismos, sino del criterio de otras personas y de la valoración que hagan de nuestro trabajo. Sería el caso de aquellos deportistas que se comprometen a realizar una marca a cambio del dinero de un patrocinador. En este caso no se valora el trabajo hecho independientemente del resultado, ni la satisfacción personal que emana de la práctica, se valora, por encima de todo el resultado final y si éste no es satisfactorio para el sponsor, probablemente retire la ayuda económica. El deportista vive con la presión del resultado y si éste no llega, puede llegar a desanimarse y perder la motivación interna que le animó desde los inicios de su carrera deportiva. Incluso el propio entrenador puede caer en el error de estar recordando constantemente al deportista que si no cumplen con los objetivos marcados el patrocinador puede cansarse y retirar el dinero. También la familia puede llegar a imponer una presión insostenible al descargar toda la responsabilidad de su futuro económico en los resultados deportivos del atleta. En definitiva, llegamos a un situación en la que el deportista ya no se entrena por el placer de hacerlo, sino por dar satisfacción a terceros. Es, sin duda, una pobre motivación que suele venirse abajo cuando los resultados no son los esperados por los demás.
Ahora, quiero daros un tiempo para reflexionar acerca de la verdadera naturaleza de vuestra motivación...
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