La barra americana salta de los clubes a los gimnasios españoles

Suena música funky a todo volumen. Unos cuantos pasos de baile y Verónica escala sensualmente la barra americana con una habilidad pasmosa. ...

Suena música funky a todo volumen. Unos cuantos pasos de baile y Verónica escala sensualmente la barra americana con una habilidad pasmosa. Da unos cuantos giros. Abre y cierra las piernas boca abajo. Incluso desafía la gravedad soltando ambas manos, agarrándose únicamente con una rodilla. Verónica no va en sexy ropa interior... ni se deshace poco a poco de la que lleva puesta. En lugar de público, está rodeada de espejos de descomunal tamaño. Y no, tampoco ensaya para un espectáculo subidito de tono. Lo de actuar como 'stripper' no entra en sus planes futuros, aunque retrepada en las alturas pueda dejar a cualquiera boquiabierto con los juegos que se trae en la barra. Verónica se gana la vida como fotógrafa profesional y en sus ratos libres, en lugar de decantarse por el tradicional aerobic o el step para mantenerse en forma ha optado por el 'pole dance'. ¿El pole qué?, se quedará más de uno pensando. Es la última sensación en los gimnasios neoyorkinos y londinenses para modelar el cuerpo, una disciplina que tímidamente se abre hueco en España.

Para encontrar el origen de esta modalidad no hay que elucubrar mucho. Ni hacer complicadas y retorcidas reflexiones filosóficas. La barra americana ha dejado la clandestinidad de los clubes nocturnos para asaltar las iluminadas salas de los gimnasios y escuelas especializadas. El alto voltaje de estos bailes se ha reconvertido en el fitness más sexy. Insinuación en estado puro entre cuatro paredes y... nada más. Cero desnudos. Más al estilo de los espectáculos acrobáticos que en los últimos años han incorporado compañías como el Circo del Sol. La única carne a la vista es la misma que se puede enseñar en cualquier deporte. Y punto. Tops, pantalones cortos y deportivas conforman el uniforme básico para comenzar a perderle el respeto a la barra. «El único requisito es que las piernas siempre estén al descubierto para poner engancharse cómodamente y poder trepar», detalla Lola Martínez, profesora de 'pole dance' en La Casa Oro, en Madrid, una de las pocas ciudades españolas junto con Barcelona y Valencia en las que ya se imparten oficialmente clases.

Aunque parezca casi ciencia-ficción, con una simple barra se trabaja y tonifica todo el cuerpo, principalmente brazos, piernas y abdominales. «Nunca había tenido los brazos tan musculados. ¿Lo mejor? Estoy comiendo como nunca y no engordo. Eso sí, el primer día terminé con unas agujetas en los brazos que no podía ni moverlos; descubrí músculos que creo que nunca había utilizado», relata Verónica Márquez, quien tras un año dando clases ya se encuentra en el nivel medio-avanzado. Pero la lista de beneficios del 'pole dance' no termina ahí, según sus más fervientes seguidoras. Mayor flexibilidad, corrección postural, trabajo de fuerza e impulso, equilibrio y no se suda en exceso. «Es más divertido que cualquier otra clase de fitness. Trabajas el cuerpo sin apenas darte cuenta», puntualiza Verónica. En total, unas 300-400 calorías por cada clase de una hora aproximadamente, la mitad de las que te dejas en una sesión de 'spinning' (bicicleta estática). Como regalo extra: la mejora de la autoestima, «porque te ves mucho mejor y sexy», comenta la profesora. De hecho, algunas alumnas van maquilladas y no reniegan de subirse en unos tacones de infarto para verse divinas, al estilo de Demi Moore en la película 'Striptease'.

Pero delante de los espejos, nada de cuerpos de infarto que quitan el hipo. «Las mujeres exuberantes son para los clubes», bromea la monitora, quien apenas tarda dos segundos en poner su larga melena negra rizada en la postura más inverosímil. En su clase hay de todo. Más delgadas, más redonditas, más musculadas, quien no ha hecho deporte en su vida, solteras, casadas, divorciadas... Universitarias, peluqueras, entrenadoras de otras disciplinas, dependientas... De más de 40 años y de menos de 18 (previa autorización paterna). Pagan unos 150 euros al mes por dos sesiones semanales, aunque en algunos estudios es posible practicar el 'pole dance' a 10 euros la sesión. Los grupos, en cualquier caso, no superan las cinco personas.

Distintos niveles

¿Una simple barra da para ensayar posturas distintas durante una hora? Y tanto. Lo de girar alrededor de ella de manera más o menos sensual es sólo el principio. A partir de este paso básico sin apenas complicación se abre todo un mundo de posibilidades. Después llegan los ascensos, giros y las inversiones corporales de todo tipo. Cualquier novato en estas lides se queda extasiado viendo una coreografía de nivel medio que dura aproximadamente unos cinco minutos. Tras ella hay varios meses de intenso entrenamiento. Con teclear en cualquier buscador de internet 'pole dance' y vídeo aparecen miles de imágenes para hacerse una idea. «Yo los veía y pensé que con mi cuerpo sería irrealizable. Ahora me quedo admirada de que sí que es posible. ¡Mis amigas lo flipan conmigo!», suelta María, una joven estudiante de Biología con unas cuantas clases de 'pole dance' en sus brazos y piernas.

Galina Troschenko, de 36 años y larga melena rubia afincada en España, es uno de los nombres propios de esta nueva modalidad. En 2007 se proclamó Miss Pole Dance Spain y poco después alcanzó el título europeo sobre dos barras verticales de seis metros, una fija y otra que rotaba. El más difícil todavía. Palabras mayores para quien esté empezando o piense probar a agarrarse a una.

-Cuando empecé hace tres años sí se asociaba el 'pole dance' con las barras americanas y las 'strippers'. Ahora ya se diferencia entre ambas cosas al estar considerada una disciplina deportiva que no tiene que ver con el erotismo. De hecho, cuando te subes a la barra en lo que menos piensas es en eso. Es simplemente un deporte en el que también se compite. Y por fin ya se está cambiando esa mentalidad.

Galina, Gala para los amigos, poco tiene que ver con el mundo de la noche. Más bien nada. Ella es programadora informática, aunque desde hace unos meses no ejerce ante la imposibilidad de encontrar un trabajo de lo suyo. Por eso acaba de abrir en Madrid su propia academia de 'pole dance', donde enseña cómo atacar a la barra de forma segura, sin forzar los músculos ni caerse de ella. Eso sí, otra cosa es evitar los moratones, rozaduras o alguna que otra caída sin importancia. Que también tiene sus 'efectos secundarios' -aunque menores-, como el fútbol, baloncesto, máquinas... «Más de una se ha quedado recolgada y ha soltado algunas lágrimas arriba por miedo a soltarse y caerse. Pero al final todo se supera; es cuestión de tiempo y práctica», tranquiliza Gala. Aunque lo suyo tiene un poco de trampa. De pequeña practicó gimnasia artística.

También en casa

Para los escépticos, dicen que una vez que se prueba no hay marcha atrás. La adrenalina es tal que ya han salido a la venta barras para encaramarse a ellas en la intimidad del hogar. Las hay portátiles y desmontables, pero también fijas siempre que se tenga un huequecito en condiciones para realizar todo tipo de piruetas sin llevarse por delante un jarrón o una estantería llena de libros. Los fabricantes de barras llevan un tiempo frotándose las manos con el negocio que se ha generado en este sector. Precios hay para todos los gustos y bolsillos. De los 150 hasta los 360 euros de una barra profesional de quita y pon en la que se puede subir «hasta una persona de cien kilos sin riesgo de romperla», anuncian sus responsables.

Y es que los expertos aseguran que el 'boom' del 'pole dance' será comparable al que en su momento tuvo el pilates. La historia les da la razón: todo lo que pita en Estados Unidos llega a nuestro país meses después. Cada vez más rápido y el tirón de las famosas ayuda considerablemente. Por cierto, que en Gran Bretaña llevan varios meses recogiendo firmas para que el 'pole dance' sea declarado deporte olímpico al contar con su pertinente federación internacional y sus campeonatos mundiales. Para Londres seguro que no llega. Quién sabe si habrá fumata blanca para los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro en el 2016.

Fuente: www.larioja.com