La incidencia de anomalías cardiacas en deportistas profesionales de menos de 35 años es "ligeramente superior" al del resto de la...
La incidencia de anomalías cardiacas en deportistas profesionales de menos de 35 años es "ligeramente superior" al del resto de la población, entre un 15 y 17 por ciento más, según los resultados de un estudio de la sección de Radiología Cardiotorácica del Hospital Santa Creu i Sant Pau (Barcelona), que se presentará estos días en el XXX Congreso de la Sociedad Radiológica Médica (SERAM), que se celebra en La Coruña.
De este modo, los autores del estudio aseguran que deportes como el remo, el ciclismo, el esquí, el culturismo o las carreras de fondo son de una intensa actividad, algo que puede generar o agravar lesiones en el corazón.
En algunos casos, según explica el doctor Alberto Hidalgo, que ha liderado este estudio, las actividades físicas de gran esfuerzo pueden provocar alteraciones en el grosor de la pared del corazón, lo que se conoce como cardiopatía hipertrófica. Igualmente, aquellos que tienen alguna anomalía coronaria pueden ver agravada su situación debido a su actividad física de alta exigencia.
"Muchas anomalías cardiacas que no se ponen de manifiesto con la actividad normal, pueden manifestarse durante una intensa actividad física deportiva", asegura Hidalgo.
Sin embargo, y pese a este mayor riesgo, este experto asegura que una sola exploración "sin muchas complicaciones", a través de una resonancia magnética cardiaca, puede servir para descartar las principales causas de este tipo de episodios.
En los casos en los que se detecta uno de estos problemas que pueden acabar en una muerte repentina, los médicos aconsejan a estos jóvenes que abandonen la práctica deportiva, aunque depende del tipo de anomalía.
"Si es grave se les indica que dejen el deporte; si se trata, por ejemplo, de un septo interventricular ligeramente aumentado (el tabique que separa las cámaras del corazón y que es lo que más frecuentemente aumenta de tamaño), se le dice que lo deje y se vuelve a hacer una resonancia en seis meses", explica Hidalgo.
SE PUEDE CURAR
En algunas ocasiones, como señala este experto, la lesión se cura y el deportista puede volver a su actividad. No obstante, si no remite la lesión, es necesario realizar un cribado familiar para descartar que la misma enfermedad la padezcan otros parientes.
"Y en otros casos, como la medicina no es una ciencia exacta, no está claro lo que hay que hacer y queda a criterio del médico responsable y el paciente", añade Hidalgo.
De este modo, los autores del estudio aseguran que deportes como el remo, el ciclismo, el esquí, el culturismo o las carreras de fondo son de una intensa actividad, algo que puede generar o agravar lesiones en el corazón.
En algunos casos, según explica el doctor Alberto Hidalgo, que ha liderado este estudio, las actividades físicas de gran esfuerzo pueden provocar alteraciones en el grosor de la pared del corazón, lo que se conoce como cardiopatía hipertrófica. Igualmente, aquellos que tienen alguna anomalía coronaria pueden ver agravada su situación debido a su actividad física de alta exigencia.
"Muchas anomalías cardiacas que no se ponen de manifiesto con la actividad normal, pueden manifestarse durante una intensa actividad física deportiva", asegura Hidalgo.
Sin embargo, y pese a este mayor riesgo, este experto asegura que una sola exploración "sin muchas complicaciones", a través de una resonancia magnética cardiaca, puede servir para descartar las principales causas de este tipo de episodios.
En los casos en los que se detecta uno de estos problemas que pueden acabar en una muerte repentina, los médicos aconsejan a estos jóvenes que abandonen la práctica deportiva, aunque depende del tipo de anomalía.
"Si es grave se les indica que dejen el deporte; si se trata, por ejemplo, de un septo interventricular ligeramente aumentado (el tabique que separa las cámaras del corazón y que es lo que más frecuentemente aumenta de tamaño), se le dice que lo deje y se vuelve a hacer una resonancia en seis meses", explica Hidalgo.
SE PUEDE CURAR
En algunas ocasiones, como señala este experto, la lesión se cura y el deportista puede volver a su actividad. No obstante, si no remite la lesión, es necesario realizar un cribado familiar para descartar que la misma enfermedad la padezcan otros parientes.
"Y en otros casos, como la medicina no es una ciencia exacta, no está claro lo que hay que hacer y queda a criterio del médico responsable y el paciente", añade Hidalgo.
Fuente: europapress
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