Comenzamos la vida unificada con la sangre y el sistema linfático de nuestra madre a través del cordón umbilical, la placenta y un líquido ...
Comenzamos la vida unificada con la sangre y el sistema linfático de nuestra madre a través del cordón umbilical, la placenta y un líquido llamado fluido amniótico hasta el día en que nacemos. Así como la linfa limpia el líquido cefalorraquídeo, la linfa también limpia el líquido amniótico requerido para el desarrollo prenatal saludable. Todos los fluidos en el cuerpo que no contienen glóbulos rojos son esencialmente fluidos linfáticos. Ya en los años 80 a muchos se nos enseñó que el sistema linfático no era más que un antiguo vestigio de la evolución. En realidad, la corriente de sangre sólo puede ser tan eficaz como el sistema linfático, aún hoy en día, muy pocas personas entienden por qué.
Una vez que nacemos y se corta el cordón umbilical, nuestro sistema circulatorio y nuestro sistema linfático deben empezar a trabajar de manera autónoma para proporcionar todos los nutrientes y los “servicios para desechar la basura” a todos nuestros tejidos. El cordón umbilical se corta y se nos separa de sus canales de eliminación y sus órganos vitales y por primera vez un bebé experimenta estímulos enteramente de sus propios órganos, glándulas y sistemas circulatorio/linfático.
Gracias a los esfuerzos del Dr. C. Samuel West, quien dio conferencias de 1976-2004 en linfología para el público general, muchos han aprendido sobre el descubrimiento del Dr. Jack Shields of Santa Barbara, California: la profunda respiración diafragmática (o el bostezo) permite a los pulmones en el momento de máxima inhalación comprimir el conducto torácico, forzando de esta manera el líquido que se ha acumulado como ”disparar como un géiser” devolviendo el fluido al torrente sanguíneo y es beneficioso para todas las partes y tejidos del cuerpo.
Si el sistema linfático se puede comparar a un árbol, el conducto torácico es el tronco. Una vez que se alivia la presión allí, libera la presión sobre miles de millones de diminutas válvulas a lo largo de 240,000 millas de vasos linfáticos en todo el cuerpo. Esto crea un vacío dentro de todo el sistema. Por lo tanto, la respiración profunda (sobre todo en el bostezo) produce un vacío dentro de todo el “árbol” linfático y es su principal medio de propulsión. De hecho, esto puede ser una de las razones por la cual los bebés aún en el útero se ven bostezando.
Todos los tejidos del cuerpo necesitan estar “al vacío” o lo que el Dr. Arthur C. Guyton llama el “estado seco” Esta es la condición que permite al torrente sanguíneo que actúe esencialmente como el principal factor ambiental. El intercambio de oxígeno por dióxido de carbono tiene lugar en los fluidos que irrigan a los tejidos desde el lado arterial hasta el lado venoso de la circulación.
Durante el proceso de parto, si la madre entiende esto, va a estar practicando algún tipo de respiración profunda. No sólo es útil para el bien del bebé, pero ayuda a asegurar que el proceso de parto siga naturalmente, sin dolor ni complicaciones indebidas, porque de lo contrario, cuando falta el oxígeno, los músculos se contraen debido a la acumulación de exceso de líquido alrededor de las células y ácido láctico. Dado a que la respiración profunda ayuda a mantener los tejidos en un estado de vacío, el torrente sanguíneo puede entregar más fácilmente el oxígeno a los tejidos, por lo que es posible evitar complicaciones y experimentar un proceso de parto más agradable y natural.
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