La visualización

¿Os habéis planteado, en alguna ocasión, la diferencia que hay entre soñar, recordar e imaginar?. Todos sabemos lo que significa el hecho de...

¿Os habéis planteado, en alguna ocasión, la diferencia que hay entre soñar, recordar e imaginar?. Todos sabemos lo que significa el hecho de soñar ya que nos pasamos durmiendo alrededor de un tercio de nuestra vida. Podríamos definir el hecho de dormir como un estado de aparición periódica que se caracteriza por la supresión casi completa de la actividad consciente y la desaparición de la actividad motriz voluntaria. Durante aproximadamente un 20% del tiempo total que permanecemos dormidos, se produce el fenómeno que llamamos soñar y que podemos definir como la sucesión más o menos coherente de imágenes, llamadas oníricas, ajenas a la consciencia. Entre las causas que provocan la actividad onírica cabe mencionar las excitaciones sensoriales externas o internas, sentimientos reprimidos, preocupaciones transitorias, etc. Algunos sueños que representan situaciones de peligro o miedo, provocan una gran excitación que se refleja en la aparición de movimientos compulsivos, algunos incluso de carácter violento y que llegan a despertar al individuo que los sufre. Podemos observar como la generación de imágenes y situaciones en nuestra mente aún en un estado de inconsciencia, provoca reacciones de carácter fisiológico como aceleración de la frecuencia cardíaca y sudoración.

Este tipo de reacción puede también ser provocada por un recuerdo, o sea, la representación mental de un hecho en el que hayamos participado o de una situación percibida que nos haya afectado intensamente en el pasado. Pensad, por ejemplo, en una discusión acalorada o en una pelea en la que tuviéramos una participación activa. Al revivir, con todo detalle, tal situación se producirá, muy probablemente, una reacción fisiológica parecida a la que se experimentó en el momento de producirse los hechos.

En ambos casos, se trata de reacciones fisiológicas que son de una forma inconsciente o consciente, producto de situaciones ya vividas y que son recordadas. Pero, para experimentar este tipo de reacciones, cabe una tercera posibilidad, es la vía de la imaginación, o sea, crear o representar situaciones en nuestra mente que aún no se han producido o materializado. De las tres, ésta es la que nos interesa y la que vamos a estudiar en este artículo.

El acto de visualizar

Podríamos comenzar definiendo el término visualizar como el acto mental de representar una situación que puede ser deseable y se espera poder materializar o una situación indeseable a la que uno deberá enfrentarse a menos que pueda evitarla. Pongamos algunos ejemplos. En el primer caso, puede tratarse de una cita con la chica de nuestros sueños. La posibilidad de que se materialice el soñado encuentro hará que en los días previos a la cita se desate nuestra imaginación y bien sea en estado de vigilia o durmiendo, comencemos a sufrir los efectos del apasionado encuentro. En el segundo caso, puede tratarse de una entrevista de trabajo de la que puede depender nuestro futuro. No deseamos eludir el encuentro, pero no por ello dejamos de sentir cierto temor ante la posibilidad de no estar a la altura y dar una imagen que pueda perjudicar nuestros intereses. A medida que se acerca el momento, cada vez es más difícil apartar de nuestra mente las imágenes que representan la futura situación y controlar las reacciones fisiológicas que se producen. En el tercer caso, puede tratarse de una situación de supuesto riesgo o peligro, por ejemplo, el caminar por una calle oscura y escuchar ruidos que nos induzcan a pensar en la presencia de delincuentes. Inmediatamente, nuestra mente se pondrá a imaginar una posible situación de peligro y lo más probable es que optemos por una prudente retirada y busquemos una calle más transitada para seguir nuestro camino. Puede tratarse de una propuesta que entrañe un gran riesgo para nuestra integridad física, como por ejemplo saltar desde una roca al mar desde cierta altura. En el mismo instante en que escuchamos dicha propuesta, comenzamos a imaginar la caída y las posibles consecuencias del salto. Es probable que si prevemos una conclusión poco feliz, optemos por no saltar a pesar de las presiones de nuestros amigos y aún a riesgo de parecer cobardes.

La capacidad de visualizar situaciones nos permite tomar decisiones que se supone tendrán una repercusión beneficiosa sobre nuestro futuro y merece ser comprendida en toda su profundidad. La inmadurez, la inconsciencia, la falta de conocimiento y de experiencia pueden abocarnos a situaciones de riesgo y producir perjuicios, en ocasiones, irreparables. Con frecuencia, los más jóvenes son víctimas de dichas carencias y pagan muy caro, incluso con la muerte, su proceder irresponsable.

La técnica de la visualización

La visualización es un procedimiento ampliamente utilizado por todo aquel que se plantea la resolución de un problema sea del tipo que sea. Es, hasta cierto punto, algo natural y que en principio no necesita ser aprendido. No obstante, podemos beneficiarnos de algo más que una simple previsión de acontecimientos o sensaciones futuras si potenciamos el desarrollo de esta capacidad. En el terreno deportivo, la visualización se utiliza como un medio para aprender las técnicas deportivas con mayor rapidez y para mejorar la ejecución de las ya aprendidas. Cuando un atleta se enfrenta a una ejecución novedosa, le resultará de gran utilidad visualizar todos los elementos que la integran y hacen posible: desplazamientos, gestos, acciones musculares necesarias para ello y resultado final esperado. Repetir mentalmente este proceso varias veces ayuda a desarrollar un esquema o patrón motriz aún antes de que se materialice la técnica. Una vez realizado el movimiento, el atleta comparará la ejecución con el patrón mental prefijado y podrá detectar, así, los errores cometidos. La visualización también se utiliza como medio de preparación psicológica para afrontar una situación de riesgo o que produzca temor. El deporte propicia muchas situaciones en las cuales el atleta corre algún peligro de sufrir daño físico, buenos ejemplos son los deportes de combate, la gimnasia artística, la escalada, el esquí en su modalidad de descenso, etc. No es posible enfrentarse con éxito a estas situaciones si el deportista no asume estos riesgos con valentía y hace un ejercicio mental para anticiparse a las sensaciones emocionales que se van a generar (generalmente miedo) y se prepara para mantener el control en todo momento. Afrontar estos riesgos de una forma inconsciente y despreocupada no es síntoma de valentía sino de estupidez y generalmente derivan en accidente o tragedia. En el entrenamiento con pesas la visualización se refiere al acto de prever el desarrollo de la sesión que se va a llevar a cabo en una próxima jornada con el fin de generar y potenciar la actitud necesaria que asegure el éxito. El hecho de imaginar la situación futura y hacerse el firme propósito de afrontar su materialización bajo unas determinadas condiciones, puede ser de inestimable utilidad para lograr los objetivos marcados.