Un culturista norteamericano transforma una iglesia en sala de fitness de temÔtica religiosa. Al Horvath cree en la resurrección del cuerpo....

Al Horvath cree en la resurrección del cuerpo. Con la ayuda de las mĆ”quinas. Culturista profesional y emprendedor de Ć©xito, el hombre, de 41 aƱos, se confiesa partidario de la filosofĆa del "todo o nada". Tal vez por eso ha decidido apostar a una carta, la de la fe, y ha convertido una antigua iglesia en gimnasio "religioso".
Asegura que sabĆa exactamente lo que querĆa hacer cuando compró el edificio que albergaba una congregación metodista en Barberton (Ohio, Estados Unidos). Y lo ha conseguido con menos de un millón de dólares (algo mĆ”s de 700.000 euros).
Su espacio de divina prĆ”ctica muscular se llama Faith Gym (Gimnasio de la Fe) y, segĆŗn cuenta en los medios locales, es apto tanto para neófitos del culto al cuerpo como para atletas experimentados. De hecho, no le falta de nada, ni bar con batidos de proteĆnas ni sala de discusión para compartir experiencias "religiosas". Mens sana in corpore sano.
La inspiración se encuentra en las paredes, con citas bĆblicas; en el techo, con los frescos de David y Goliat o Sansón y Dalilah, que Horvath ha restaurado, y en las vidrieras originales del templo, que datan de 1892.
Un entorno mĆstico en el que sólo se ha permitido incluir un elemento de cosecha propia: Una imagen de Superman abriĆ©ndose la camisa y descubriendo una enorme ese justo en la entrada. "No quiero intimidar a nadie", se excusa el culturista. "Es que Superman me gustaba cuando era pequeƱo. Es uno de esos superhĆ©roes musculosos", aƱade.
Nadie se ha quejado. A los primeros clientes, la decoración les parece "estética". "No hay nada parecido", dice Craig Banks, un quiroprÔctico que también compite en el mundo del culturismo.
Y ademÔs, resulta barata. La cuota mensual del gimnasio es de 35 dólares (unos 25 euros). Y es que, según Horvath, que ha remodelado otros ocho edificios en Barbeton para convertirlos en diferentes negocios, no se trata de hacer dinero sino de cumplir con uno de sus objetivos vitales. "Es un sueño hecho realidad. Es algo de lo que lleva hablando desde que nos casamos, hace 22 años", confiesa su esposa.
Fuente: LaVanguardia.es
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