"Mi motivación es el dĆa a dĆa, porque si no hiciera este deporte no sĆ© lo que harĆa" Ćrase una vez un caballero de la noche que v...

Ćrase una vez un caballero de la noche que vivĆa en un castillo, una fortaleza inmensa desde cuya torre mĆ”s alta se veĆa una vena de plata que cruzaba la ciudad. Nubes parduscas borroneaban los contornos del edificio y lo desdibujaban en el horizonte, siempre de noche. El caballero nunca subĆa, ni se asomaba por los ventanales, preferĆa seguir trabajando en su taller del sótano, donde su ceguera pasaba desapercibida disfrazada en su esfuerzo. Al menos, asĆ lo imagino yo.
------------------------------------------------------------------------------------
Luis Gigena lleva la mitad de su vida entrenando su cuerpo a la mĆ”xima expresión. Aprendió de la gente que lo rodeaba y ya no necesita de un profesor que le diga quĆ© comer o cuĆ”nto peso levantar. Asumió el fĆsico culturismo como una modo de vida y vino al PerĆŗ para demostrar una vez mĆ”s que sigue cosechando Ć©xitos.
Es un tipo alto, medio moreno, simpƔtico y con una sonrisa amplia y agradable. Pesa casi 115 kilos y tiene mucha fuerza. No tiene buena estabilidad, porque no ve, y por eso necesita que lo ayuden para hacer las sentadillas. A veces se tropieza en el gimnasio, pero nunca es nada grave. Cuando hace dieta se deprime, como todos, y cuando eso le pasa la hace a un lado y pone la mejor onda.
Es un apasionado de su deporte. Hay imĆ”genes retenidas en el fondo de su memoria que le han servido de motivación para luchar con los ojos cerrados. De chiquito Ć©l veĆa y le gustaba mirar las pelĆculas de El increĆble Hulk, Ć©se sujeto inmenso que se ponĆa verde cuando montaba en cólera, y tambiĆ©n las competencias de Arnold Schwarzenegger, el Terminator americano.
------------------------------------------------------------------------------------
Lo veo sentado a mi lado en un columpio, con los anteojos oscuros, y me dice que de niƱo siempre quiso tener mĆŗsculos. “Y bueno, aquĆ estoy”, menciona casi irónico, a sabiendas de lo que ha logrado.
¿HabrĆ” pensado alguna vez Lou Ferrigno que su personaje podrĆa reivindicar la vida de alguien? Es extraƱo pensar que una pelĆcula o un Ćdolo pudieran enrumbar la voluntad de una persona con tal discapacidad. Intento visualizar esas imĆ”genes en mi mente y pienso que probablemente Luis ya no las recuerde con claridad, quizĆ”s el verde de Hulk no sea mĆ”s que un adjetivo calificativo aprendido. Tal vez solo fue una buena excusa para hacerle frente a su destino.
--------------------------------------------------------------------------------------
DespuĆ©s se quedó ciego y ser como ellos parecĆa un sueƱo imposible, pero el tiempo le dio razón. Se dio cuenta de que podĆa lograrlo. El aliento de quienes lo rodeaban fue decisivo y se puso en marcha. Su genĆ©tica le favoreció.
Luis pasea la bandera albiceleste de su querida Argentina por tierras remotas y la trae de vuelta para verla flamear sobre la vena que cruza su ciudad, La Plata. Hace quince años que empezó a competir y conoce lugares de todo el mundo. Italia, Francia, Perú.
A SudÔfrica llegó solo y con una maleta. Sin lazarillo, porque no lo necesita. En un hotel lleno de animales exóticos, la gente se le acercó para sacarse una foto con él, como alguna vez lo hicieron con Schwarzenegger. Y eso lo llena de orgullo, porque para quien se levanta a oscuras y se acuestas a oscuras todo es un reto. El deporte lo hace sentir que ve, que hay esperanza de seguir viviendo.
Aun asĆ, Luis conversa con un fantasma, con otro ser nocturno- pero malvado- que ronda en su cabeza de vez en cuando. Le dice que la vida no vale la pena y que ponerle fin acabarĆa con la umbrĆa soledad.
----------------------------------------------------------------------------------
Felizmente este hombre es terco. Fuerte de fĆsico y de espĆritu. Parece saber que no es necesario mirarse es un espejo para sentir seguridad. Se contradice cuando me menciona que al no ver todo es difĆcil, pero que en la vida no hay cosas difĆciles. La certeza en su contradicción no deja espacios para las dudas.
------------------------------------------------------------------------------------
No fue solo en los peores dĆas en los que Ć©l ha pensado en desaparecer, sino hoy, ayer y tal vez maƱana. Hay jornadas buenas y malas, pero Dios y Laura hacen que todas sean dignas de vivir. Peores veces le ha tocado pasar.
Hubo una Ć©poca en la que durmió en la banca de una plaza mĆ”s de una noche. La calle fue su hogar por algĆŗn tiempo y no por libre decisión. Llevaba poco tiempo de perder la vista cuando su madre decidió juntarse con una persona que no tenĆa cariƱo para darle a Luis y Ć©l no lo toleró.
Sin contemplación familiar andar se hacĆa mĆ”s duro. Sin techo aprendió sobre los vicios de los errabundos y a sacarse de encima a los malintencionados. Sin embargo, la educación le dio armas para encaminarse nuevamente.
------------------------------------------------------------------------------------
Pienso, en definitiva, que tiene un Ôngel guardiÔn que cuida sus pasos a tientas, pues hay quienes en poder de todas sus facultades se han rendido a las tentaciones de la calle o, simplemente, han tenido peor suerte. La vida le exigió siempre un poco mÔs.
------------------------------------------------------------------------------------
No fue destino suyo estarse tumbado en una estación de trenes pidiendo monedas. Le da gracias al colegio de ciegos, porque ahà le enseñaron a leer en braille y hasta a pelar frutas con cuchillos. Sus sentidos se hicieron mÔs sensibles y se le agudizó la percepción.
De una vez pudo rememorar su hogar, ese en el que fue criado por una madre adolescente y sin padre. Su progenitora, enfermera de oficio, lo alumbró a los catorce aƱos. Su padre tenĆa diecisiete entonces y no pudo con la responsabilidad, los dejó solos. El primer reto.
El segundo fue luchar contra la deficiencia de sus ojos. Desde chiquito fue corto de vista y cada vez se le dificultaba mĆ”s distinguir lo que tenĆa enfrente. Se le iban desdibujando los contornos, como si una nube se atravesara en sus objetivos. Hasta que se cortó la luz y quedó como un niƱo enamorado de sus recuerdos.
Un niƱo que fue creciendo hasta que se encontró con quien serĆa el soporte de sus dĆas en un lugar insólito, en una situación impensada y un momento improbable.
------------------------------------------------------------------------------------
Cuando habla de ella sus ojos se mueven en señal de alerta. Yo los veo a través de las resinas oscuras de sus anteojos. Se le dibuja una sonrisa inacabable, confesa. No oculta que su sazón le alegra la vida, porque es un apasionado de los postres, y ella prepara las mejores tortas. Cuando entrena sufre porque no puede ni probarlas, pero la abstinencia es parte de la disciplina.
-------------------------------------------------------------------------------------
Iba en un tren rumbo a otra ciudad donde entrenaba. Un grupo de chicas se le acercó y le conversaron porque lo habĆan visto en el programa de Susana GimĆ©nez. No fue ella la mĆ”s entradora, pero finalmente se animó a invitarlo a su fiesta de cumpleaƱos que era ese mismo dĆa. Y fue.
Laura tenĆa diecisĆ©is y el veinticuatro cuando ennoviaron. La segunda mujer en su vida era una adolescente, una joven que escogió quedarse al lado de su primer hombre para siempre. Hoy es ella quien se encarga de engreĆrlo y preparar las dietas necesarias para cumplir con su rigor deportivo.
Sin embargo, el legado de Gigena no se prolongarĆ”. No habrĆ” a quien contarle la historia de quien deberĆa ser su padre. No habrĆ” hijos orgullosos en esta historia, porque la naturaleza se lo ha negado.
-----------------------------------------------------------------------------------
Hay cosas que no se pueden dar vuelta, me dice con resignación tras admitir que le gustarĆa tener descendencia, como a todo el mundo. Con Laura no hay problema porque lo conversaron desde un principio y son compaƱeros. Las cartas estuvieron siempre sobre la mesa.
----------------------------------------------------------------------------------
Los sobrinos son los que se llevan todo su cariƱo. El hijo de su hermano es un gordo bello que despierta su instinto paternal, porque la familia es lo mƔs importante. Es una lƔstima que su madre ya no estƩ en todos sus cabales para disfrutar de un paseo en familia o una cena de domingo.
Hace algĆŗn tiempo estĆ” sometida a un tratamiento siquiĆ”trico porque la sobrecarga de trabajo y la galletita de la mala suerte le hicieron perder el juicio. AĆŗn asĆ ve a su hijo en las portadas de revistas y periódicos y se siente orgullosa de que ese ser haya salido adelante. Pocos son los que alcanzan tĆtulos como el de Mister Mundo, que Luis obtuvo en Francia en el 2005. Las lĆ”grimas le corrieron de la emoción al escuchar su nombre en el primer puesto y la consecuente ovación del auditorio repleto, como los estadios cuando juega Estudiantes.
---------------------------------------------------------------------------------
Para quien no ve, el sonido remplaza a las imĆ”genes y no hay mayor gloria que oĆr a cientos de personas aplaudiendo. Durante su participación en el campeonato sudamericano que se realizó en PerĆŗ varios asistentes se pusieron de pie para vitorearlo en la Ćŗltima ronda. Cuando se lo contĆ© me agradeció que se lo dijera. El aplauso es para Ć©l la mĆŗsica de la gloria, la banda sonora de un drama revertido.
-----------------------------------------------------------------------------------
Es hincha del equipo de los estudiosos de su ciudad. Cuando era chico disfrutaba viéndolos en la cancha o por televisión. Ahora grita sus goles escuchando las narraciones. Como buen argentino, es fanÔtico del fútbol, pero no idolatra a Maradona.
El “Diez” le parece un tipo buena onda, respetable por su trayectoria mas no lo suficiente para hacerse cargo de la selección de su paĆs. Lo que hizo le quita mĆ©ritos porque ya no puede ser un modelo a seguir. Es un tipo que tiene un talento, o mĆ”s bien lo tuvo.
Inadmisible es que existe una iglesia maradoniana, y que lo endiosen. Dios hay uno solo y es el que le dio a Luis una segunda oportunidad. Por eso ahora no se guarda nada. Cuando tiene dinero lo gasta en perfumes, en ropa, en discos de música porque vive el momento. No estÔ escrito hasta cuando estarÔ en esta tierra y esa es razón suficiente. Lo malo ya lo pasó, asà que solo le queda disfrutar de lo bueno.
------------------------------------------------------------------------------------
Tampoco le preocupa la vejez, a pesar de que es consciente de que el deporte de alto rendimiento no es saludable para nadie. Las lesiones y la exigencia no merman su voluntad, porque ha apostado por sĆ mismo hasta que le llegue el momento de partir.
-----------------------------------------------------------------------------------
A los trece años Luis perdió la vista como consecuencia de una enfermedad llamada Toxoplasmosis. Un mal congénito heredado de su madre, quien aparentemente lo contrajo de un gato infectado. Cuando a esa edad la luz se le apagó por completo ella intentó explicÔrselo, pero él no pudo entender. La frustración se apoderó de él.
A pesar de que no tuvo todo el apoyo necesario aprendió a andar a oscuras, a hacerlo todo de nuevo. Construyó su propio castillo en lo alto de la ciudad a punta de tesón, perseverancia e ilusión. Y asà hizo de la noche un paraje lleno de reflejos de vida. Al menos, eso es lo que yo me imagino.
----------------------------------------------------------------------------------
Yo me quedo con la intención de preguntarle si su mamĆ” se sintió culpable alguna vez, pero no me animo. Creo que ya es suficiente drama y no quiero incomodarlo. Sin embargo, termina por ser irrelevante porque el final es feliz. Me dice: “Cuando uno es deportista, hay que aprender a perder y a ganar. No siempre se gana, como en la vida, ¿no?”
Fuente: Un tantito no mƔs
COMMENTS