GanĆ³ el Nationals, se proclamĆ³ Mr. Universo, se convirtiĆ³ en el eterno segundo del Mr. Olympia y entrĆ³ en la historia del culturismo, todo a...
GanĆ³ el Nationals, se proclamĆ³ Mr. Universo, se convirtiĆ³ en el eterno segundo del Mr. Olympia y entrĆ³ en la historia del culturismo, todo antes de cumplir 30 aƱos: una trayectoria que no ha conseguido igualar ninguna de las superestrellas de nuestro tiempo. Rich Gaspari ha dejado una huella indeleble.
Desde mediados de los aƱos noventa, Rich camina por un sendero ligeramente distinto. La competiciĆ³n ha dejado de ser una prioridad. Ahora triunfa como empresario con su propia lĆnea de complementos nutricionales y deportivos y todavĆa mantiene los atractivos que lo catapultaron al escenario mĆ”s importante del culturismo. Amable, inteligente y risueƱo son adjetivos que describen a Gaspari. Ah, y una cosa mĆ”s: continĆŗa en una forma fĆsica impecable. ¿QuĆ© mĆ”s se puede pedir?
Es su primera entrevista desde hace 10 aƱos, con declaraciones reveladoras y sinceras sobre cuestiones como el Olympia, la vida y la muerte, el estrellato y la WBF, entre muchas otras.
Rich Gaspari: Me alegra volver, Rod, de verdad. No tengo demasiado tiempo para entrevistas, pero eres tenaz, y eso me gusta. Me has cogido con ganas de hablar, asĆ que, venga, dispara.
Periodista: Vamos allĆ”. En lugar de saltar de un tema a otro, ¿quĆ© te parece si el propio Rich Gaspari empieza a narrar su vida?
RG: Me parece una idea estupenda.
Periodista: Pues al ataque.
RG: Hum... La vida de Rich Gaspari, ¿eh? Muy bien. Me criĆ© en Edison (Nueva Jersey), una ciudad ni muy grande ni muy pequeƱa. Mi familia siempre ha estado muy unida. Yo soy el menor. VivĆamos en un vecindario fantĆ”stico: nos conocĆamos todos; nos visitĆ”bamos y nos llevĆ”bamos comida... el tĆpico vecindario italiano que se ve en las pelĆculas. De niƱo, mi pasatiempo preferido (ademĆ”s de soƱar despierto) era leer cĆ³mics de superhĆ©roes, sobre todo los de El IncreĆble Hulk. La idea de que un hombre pequeƱo y delgaducho se transformara en un monstruo gigantesco me fascinaba.
Periodista: Por lo que he oĆdo, ese personaje ha inspirado a bastantes culturistas.
RG: Es que las escenas de la transformaciĆ³n eran terrorĆficas y emocionantes. Y cĆ³mo lo dibujaban: furioso, verde, enorme. TambiĆ©n lo veĆa en la televisiĆ³n. Lou Ferrigno me causĆ³ una honda impresiĆ³n. Cuando estaba en cuarto grado, iba a la casa de un amigo y leĆamos los cĆ³mics juntos en el sĆ³tano. Su padre tambiĆ©n guardaba nĆŗmeros viejos de MĆŗsete Builder, y nos pasĆ”bamos horas y horas mirando las fotografĆas. No me lo podĆa creer: los superhĆ©roes existĆan de verdad. Fue entonces cuando decidĆ que querĆa ser culturista.
Periodista: Un momento que te marcĆ³ la vida. ¿CuĆ”ntos aƱos tenĆas en cuarto grado? ¿Nueve? ¿Y ya pensabas en entrenarte con pesos en serio?
RG: No empecĆ© entonces, pero la idea ya estaba allĆ. No dejaba de pensar en ello. El punto de inflexiĆ³n llegĆ³ cuando tenĆa 13 aƱos. Me diagnosticaron una mononucleosis grave y tuvieron que ingresarme en el hospital. Cuando me dieron el alta, pesaba unos 48 kilos; estaba consumido. Nuestro mĆ©dico me recomendĆ³ que trabajara con pesos para recuperar parte de la fuerza. Me comprĆ© un libro de entrenamiento de Bruce Randall, con fotografĆas de Franco y Arnold, y seguĆ las rutinas. Las hacĆa en una banca de mi hermano mayor. Los entrenamientos me ayudaron a ganar 27 kilos de mĆŗsculo. MedĆa 1.70 y pesaba 75 kilos. La gente empezĆ³ a comentar lo fuerte que estaba para tener 14 aƱos.
Periodista: ¿CuĆ”ndo pisaste un gimnasio de verdad?
RG: Cuando estaba en primero de bachillerato, tenĆa un amigo que se entrenaba con pesos para jugar al bĆ©isbol. Nos colĆ”bamos en el gimnasio de la universidad, en el que habĆa varias mĆ”quinas y pesos libres. Era emocionante, pero tambiĆ©n peligroso, porque se suponĆa que no debĆamos estar allĆ, no sin permiso. Al final, el preparador nos pillĆ³, pero fue comprensivo y nos dejĆ³ seguir entrenĆ”ndonos allĆ. Cuando acabĆ³ el bĆ©isbol, mi amigo dejĆ³ los pesos, pero yo continuĆ©. A los 16 aƱos, pesaba 79 kilos. Entonces, decidĆ presentarme a una competiciĆ³n.
RG: Era el Physique 1979, un campeonato regional de Nueva Jersey. ParticipĆ© en la categorĆa de juveniles y quedĆ© sexto. DespuĆ©s de la competiciĆ³n, un juez me dijo algo que jamĆ”s olvidarĆ©: "¿SĆ³lo tienes 16 aƱos y ya estĆ”s asĆ? LlegarĆ”s lejos, chaval". No necesitĆ© nada mĆ”s para seguir adelante. En 1980, volvĆ a la misma competiciĆ³n y fui tercero y, por fin, al aƱo siguiente, regresĆ© a casa con el oro.
Periodista: Uno de los chicos a los que derrotaste entrĆ³ en la categorĆa sĆ©nior y venciĆ³, ¿verdad?
RG: AsĆ fue. Entonces comprendĆ que yo podrĆa haber hecho lo mismo. Mi mundo cambiaba a gran velocidad y necesitaba parar: soy demasiado precavido. En aquel momento, competir a escala nacional era todavĆa un sueƱo. Pero yo tenĆa grandes sueƱos. CentrĆ© todas mis energĆas en conseguirlo. Las revistas estaban llenas de fĆsicos que admiraba, de hombres que habĆan tenido comienzos humildes. Eso era lo que querĆa para mĆ.
Periodista: Tan joven, seguro que en tu vida habĆa otras cosas, aparte del culturismo...
RG: TenĆa muchos objetivos, y uno de ellos era una buena educaciĆ³n. DespuĆ©s del bachillerato, estudiĆ© en la Universidad Rutgers el curso preparatorio para acceder a Medicina. Pero acabĆ© en AdministraciĆ³n de Empresas porque encajaba mejor con mi proyecto de convertirme algĆŗn dĆa en empresario. Durante los dos aƱos y medio que pasĆ© en Rutgers, compaginĆ© ambas actividades. Cuando no estaba estudiando, estaba en el gimnasio. ¡Casi no me quedaba tiempo para divertirme! CompetĆ en el Jersey Classic de 1982 y ganĆ© el absoluto. Dos meses despuĆ©s, me hice con el Jr. Nationals y, en 1983. participĆ© en el Nationals.
Periodista: Recuerdo haberlo leĆdo.
RG: Pues tienes una memoria magnĆfica. Al Antunk me dio bastante cobertura en la vieja Iron Man, cuando aĆŗn la editaba Peary Rader. El Nationals del 83 fue como un quiĆ©n es quiĆ©n del culturismo: Bob Paris, Rory Leidelmeyer, Matt Mendenhall, Mike Christian y Phil Williams. QuedĆ© quinto, por detrĆ”s de Paris, Leidelmeyer, Mike y Matt. Ellos ya eran conocidos en el mundo del culturismo, mientras que yo era un crĆo que andaba por allĆ. ¡ImagĆnate! ¡Quinto! Aquello supuso un gran estĆmulo.
Periodista: En la universidad, ¿cĆ³mo reaccionaba la gente?
RG: Me consideraban una especie de monstruo. Me miraban y me gritaban: "¡A ver esos mĆŗsculos!". Iba a las fiestas de la fraternidad y me quitaba la camisa y posaba, pero no me emborrachaba ni hacĆa nada raro. Si querĆa ganar, debĆa tener la vista puesta en el premio. Y la tenĆa.
Periodista: ¿No fuiste a California en 1983?
RG: En efecto. Ed Connors, quien dirigĆa la franquicia de Gold’s Gym. se me acercĆ³ y me preguntĆ³ si me interesaba mudarme a California para entrenarme allĆ. Era un sueƱo hecho realidad, una oportunidad fantĆ”stica. Naturalmente, la aprovechĆ©. Me entrenĆ© en el Gold’s Gym de Reseda. AllĆ habĆa todo tipo de culturistas, personas sobre las que habĆa leĆdo en las revistas: Al Bedeles, Bertil Fox, Cory Everson, Fred Hatfield, Rick Wayne y Lee Haney. Me llevĆ³ algĆŗn tiempo creer que me entrenaba con mis hĆ©roes. Incluso ahora me estremezco al pensarlo.
Periodista: Vaya, la oportunidad de conocer a Lee Haney. Poco imaginabais lo que os deparaba el destino.
RG: Haney era profesional y ya habĆa ganado el Night of Champions. Impresionante: dorsales anchĆsimos y cintura muy estrecha. Y alto... un culturista verdaderamente excepcional. Su genĆ©tica era perfecta. Pero tambiĆ©n me cautivĆ³ su gran amabilidad. Un dĆa, estĆ”bamos en el gimnasio y Ć©l me observaba. "Oye", me dijo, "te entrenas con dureza". Yo pesaba alrededor de 110 kilos. HabĆa ganado bastante tamaƱo y estaba bastante bien. Empezamos a hablar y muy poco despuĆ©s me preguntĆ³ si querĆa ser su compaƱero de entrenamiento. Congeniamos desde el principio. Me ayudĆ³ mucho. Nos entrenĆ”bamos con un gran rigor. El iba a por el Mr. Olympia del 84, y su programa de entrenamiento y alimentaciĆ³n giraba en torno a ese objetivo.
Periodista: ¿CĆ³mo era la intensidad de los entrenamientos?
RG: Extrema. SĆ³lo tenĆa 20 aƱos, pero tambiĆ©n un enorme deseo de triunfar en el culturismo. Lee y yo nos entendĆamos muy bien; pensĆ”bamos de forma parecida. Incluso me fui a vivir con Ć©l. Los entrenamientos eran increĆbles. AprendĆ mucho de Ć©l. Mirando atrĆ”s, es una ironĆa.
Periodista: ¿QuĆ©? ¿Que con el tiempo te convirtieras en su mĆ”s directo rival?
RG: SĆ. No me lo imaginaba, ni creo que Ć©l se lo imaginara tampoco. A partir de entonces, por desgracia, nuestra relaciĆ³n cambiĆ³.
Periodista: ¿SucediĆ³ cuando te preparabas para el Nationals del 84?
RG: SĆ, y cĆ³mo. En el 83, era peso pesado. En el 84, competĆ como semipesado y ganĆ© mi categorĆa. Me enfrentĆ© contra Moses Maldonado, J. J. Marsh y Tom Terwilliger. DespuĆ©s, fui directo al Mr. Universo, en Las Vegas. John Hnatyschack, Mike Christian y yo ganamos nuestras respectivas categorĆas. Ćramos el equipo del Universo. ConseguĆ el carnĆ© profesional aquella noche y tuve la sensaciĆ³n de haber cumplido mi objetivo al fin.
Periodista: Mr. AmĆ©rica y Mr. Universo con tan sĆ³lo 21 aƱos. Es evidente, California impulsĆ³ tu carrera.
RG: Lo cierto es que no me quedĆ© en California. Yo soy un chico de Jersey y no estaba hecho para vivir permanentemente en California. SentĆa una aƱoranza terrible y supuse que no necesitaba estar en California para progresar como profesional. Volver a casa fue genial; incluso regresĆ© a mi gimnasio de toda la vida. La gente se mostraba muy cordial conmigo dondequiera que iba. Me convertĆ en una especie de hĆ©roe local. Nueva Jersey es mi hogar. AllĆ estĆ”n mis raĆces.
Periodista: ¿AĆŗn tenĆas sed de Ć©xito?
RG: ¡Mucha! Cuando me marchĆ© de California, me di cuenta de los lejos que habĆa llegado. Ser un ejemplo para los demĆ”s implica cierta responsabilidad, y querĆa hacerlo bien para demostrar lo que puede conseguirse cuando estĆ”s decidido a triunfar. Mi siguiente competiciĆ³n fue el Night of Champions. En el Nationals, habĆa participado con 85 kilos, con los semipesados, pero no era mi verdadero peso. Mi cuerpo hablaba por sĆ mismo y volviĆ³ a adquirir las dimensiones de un peso pesado. TenĆa intenciĆ³n de asombrar al mundo del culturismo en el Night of Champions.
Periodista: Y lo hiciste: glĆŗteos definidos, unas estriaciones increĆbles, mĆŗsculo duro y de calidad y todo ello envuelto en una espectacular rutina de poses. No creo que nadie hubiera visto nada parecido.
RG: LogrĆ© mi propĆ³sito y quedĆ© segundo, detrĆ”s de Al Beckles. Muchas personas creĆan que deberĆa haberle ganado, pero sĆ³lo tenĆa 21 aƱos; era un novato. Me quedaban muchos aƱos por delante, y la verdad es que habĆa llegado muy lejos en muy poco tiempo.
Periodista: Y ocurriĆ³: el Olympia de 1985.
RG: En aquel preciso instante supe que el Olympia del 85 serĆa el paso siguiente. Una vez mĆ”s, me entrenĆ© como un loco. Esperaba hacer un buen papel, pero cuando quedĆ© tercero no me lo podĆa creer. ¡Tercero! Y tenĆa 22 aƱos. Lee Haney, Beckles y yo. Rod, amigo mĆo, la sensaciĆ³n que tuve al oĆr la clasificaciĆ³n no puede describirse con palabras.
Periodista: Sergio regresĆ³ aquel aƱo. ¿QuĆ© opinas de El Mito?
RG: ¡Dios, estaba increĆble! Lo mĆ”s emocionante de mi vida ha sido estar en el escenario con Sergio Oliva. Ese hombre ha fascinado a toda una generaciĆ³n. Es un sĆmbolo, y allĆ estaba yo, posando junto a Ć©l. Fue todo un privilegio. Mira, se me pone la carne de gallina otra vez.
Periodista: Con una victoria tan inesperada, tu mundo debiĆ³ de cambiar de la noche a la maƱana.
RG: Ya lo creo. RecibĆa montones de ofertas publicitarias, aparecĆ en un sinfĆn de portadas y concedĆ innumerables entrevistas. Era fantĆ”stico porque podĆa hacer exhibiciones y ganarme la vida como profesional. Casi todos los fines de semana viajaba a ciudades o paĆses distintos para posar o impartir seminarios. Siempre me he mostrado accesible con la prensa. Me mantenĆa en forma despuĆ©s de las competiciones porque querĆa estar bien para las fotos. La gente quiere verte como en el escenario, asĆ que no puedes hartarte de comer fuera de temporada.
Periodista: ¿No habĆas firmado un contrato en exclusiva con Joe Weider? Siempre aparecĆas en Muscle and Fitness y Flex.
RG: No, no me pagaba. En principio, no tenĆa contrato con Ć©l. Si me necesitaba para anuncios, artĆculos, promociones y cosas asĆ, allĆ estaba, pero me ganaba la vida con los seminarios y las exhibiciones. Hoy, es diferente. Los profesionales tienen contratos. Me llamaban muchos promotores, asĆ que no me faltaba trabajo. Yo me buscaba la vida. No necesitaba que nadie se llevara una parte de mis ingresos.
Periodista: Tu siguiente competiciĆ³n, el Pro World, fue otro triunfo.
RG: Arnold iba a organizar un campeonato, llamado Pro World, en la primavera del 85 y mi objetivo era vencer en una competiciĆ³n profesional. Era la ocasiĆ³n perfecta. Me presentĆ© con los glĆŗteos definidos, la piel fina como el papel de fumar y bastante tamaƱo. Con 97 kilos, estaba recortado hasta la mĆ©dula. GanĆ© sin dificultades (todos los jueces me concedieron el primer puesto) y derrotĆ© a mi adversario, Mike Christian.
Periodista: El expreso Rich Gaspari estaba en marcha.
RG: Puedes estar seguro. Escalaba posiciones en cada competiciĆ³n, Rod. El culturismo era lo Ćŗnico en lo que pensaba. QuerĆa ser lo mejor posible. Mis hĆ©roes eran Arnold, Franco, Robby Robinson, y verme junto a ellos era mi mayor ilusiĆ³n. Has oĆdo hablar de la visiĆ³n de tĆŗnel, ¿verdad? Bueno, pues la victoria era lo Ćŗnico que yo veĆa.
Periodista: Hermano, no sĆ© cĆ³mo sobreviviste. Desde luego, con la preparaciĆ³n de las competiciones, los seminarios, las exhibiciones, las sesiones fotogrĆ”ficas y la publicidad, no cabe duda de que no tendrĆas ni un minuto de descanso.
RG: Si quieres que te diga la verdad, no sĆ© cĆ³mo lo hacĆa. No paraba. TenĆa tantos seminarios y exhibiciones que debĆa cancelar algunos para poder respirar. PasĆ© de ser un joven desconocido de Nueva Jersey a convertirme en un culturista profesional con unos ingresos anuales de 100.000 dĆ³lares. Fue una experiencia increĆble: veĆa mundo, y millones de personas me admiraban. HabrĆa sido muy fĆ”cil que se me hubiera subido a la cabeza, pero no perdĆ el control. CreĆa en mĆ mismo y en mis aptitudes. Tal vez me perdiera salir por la noche y beber, pero ¿cuĆ”ntos jĆ³venes viajan a Argentina, Brasil, Chile y Egipto en un solo aƱo?
Periodista: ¿CĆ³mo era tu amistad con Haney? ¿CambiĆ³ despuĆ©s del Olympia del 85?
RG: Siempre hemos sido amigos, pero nuestra relaciĆ³n se resintiĆ³ un poco cuando fui avanzando en el culturismo, lo cual es comprensible. Haney estaba en el Pro World y preguntĆ³ a Artie Zeller su opiniĆ³n sobre mis posibilidades en el Olympia siguiente. Zeller le dijo que habĆa mejorado mucho. DespuĆ©s de aquello, notĆ© una actitud distinta en Lee. Ya no me veĆa sobre todo como a un amigo. De repente, me habĆa convertido en un adversario.
RG: Me molestĆ³. Lee y yo estĆ”bamos muy unidos cuando vivĆamos juntos. Siempre le respetarĆ©; es todo un caballero. Pero parece que despuĆ©s del Pro World perdimos aquella confianza. TenĆamos un trato amistoso, pero no exactamente de amigos... no sĆ© si me explico. La mĆ”quina de la publicidad avivaba la rivalidad, pero nuestra relaciĆ³n sobreviviĆ³ y sigue siendo bastante estrecha. Yo representaba al culturista trabajador y con una mejor puesta a punto y Ć©l, la predisposiciĆ³n genĆ©tica a los hombros anchos y la cintura estrecha. La gente de la calle pensaba que, con fuerza de voluntad, podĆa lograr un fĆsico como el mĆo. Yo era accesible, mientras que Lee parecĆa... bueno, sobrehumano.
Periodista: Y, luego, en el Olympia del 86 os visteis las caras.
RG: Fue el comienzo de mi rosario de segundas plazas. Estaba convencido de que lo iba a conseguir, de verdad. No ganar me desilusionaba, pero no me rendĆa: me serenaba y me entrenaba con mĆ”s dureza aĆŗn. Pero, en cierto modo, tanta dedicaciĆ³n me perjudicĆ³. Mi relaciĆ³n con las chicas se deterioraba porque no podĆa prestarles la atenciĆ³n necesaria. Estaba completamente concentrado en el culturismo.
Periodista: El Olympia del 87 vio a un Rich Gaspari nuevo y mejorado, pero Haney no hizo concesiones.
RG: Pensaba que si habĆa subido de tercero a segundo, lo lĆ³gico era que en la siguiente ocasiĆ³n fuera primero. Me decĆan que Lee me ganaba porque tenĆa mĆ”s masa, asĆ que decidĆ competir con el mayor peso de mi vida: 101 kilos. Fue un error. Los jueces tambiĆ©n valoraban la estĆ©tica y la puesta a punto. Estoy seguro de que aunque hubiera presentado ese tamaƱo en las competiciones de los aƱos noventa, nada habrĆa cambiado.
Periodista: Tu tamaƱo era asombroso, muy por delante de tu tiempo.
RG: SĆ, tenĆa hombros anchos, vascularidad, dureza, pero me fallaba esa imagen ultrarrecortada. HabĆa creado un estĆ”ndar personal, y no me perdonaban que no lo cumpliera. BĆ”sicamente, competĆ contra mĆ, no contra Lee Haney. Fui demasiado ambicioso y volvĆ a quedar segundo.
Periodista: Te resarciste en el Grand Prix.
RG: QuerĆa hacerlo bien: mi objetivo era ganar. Haney me venciĆ³ en una de las competiciones del Gran Prix y yo ganĆ© las demĆ”s. Era el nĆŗmero dos del mundo, pero todos iban a por mĆ. Lee Labrada, Bob ParĆs, Gary Strydom, Berry DeMey, Mike Christian y Mike Quinn me pisaban los talones, sobre todo Labrada, con su extraordinaria estĆ©tica. Me tenĆan en el punto de mira. AdemĆ”s, por entonces estaba muy ocupado con las exhibiciones y otros compromisos. El estrĆ©s llegĆ³ a ser insoportable.
Periodista: DescrĆbenos tus actividades.
RG: Bueno, fue un aƱo cargado de exhibiciones y seminarios, lo que significaba viajar por todo el mundo. TenĆa un club de fans y novia, y empezamos a vender videos, cursos de entrenamiento y nutriciĆ³n y fotos. Combinar todo uso con la preparaciĆ³n del Olympia del 88 era muy complicado, pero logrĆ© compaginarlo. Me entrenaba en el Gold’s Gym de Venice Beach y vivĆa en el Marina Pacifica Motel. El Olympia iba a disputarse en Los Ćngeles, y querĆa estar cerca de mis rivales.
Periodista: Tu actuaciĆ³n en el Olympia del 88 impresionĆ³ a todo el mundo. Supuso un regreso agradable a la forma, pero con una gran diferencia.
RG: RecuperĆ© mi imagen simĆ©trica y definida y aportĆ© mĆ”s calidad muscular. Sin embargo, el Olympia se me resistĆa. Empezaron a escribir artĆculos en los que decĆan que Rich era siempre la dama de honor y nunca la novia. DespuĆ©s de aquello, fui al Grand Prix, siete competiciones muy duras. Lee Labrada me seguĆa de cerca, y yo lo sabĆa. ConsiguiĆ³ tres victorias, frente a las cuatro mĆas. CrĆ©eme, Rod, me costĆ³ mucho mantenerme en forma para competir en ese circuito. Me dejĆ© la piel porque querĆa ganar a toda costa.
Periodista: Labrada recibiĆ³ mucha publicidad.
RG: Fue un triunfo personal. ¿QuiĆ©n puede culparle por ello? HabĆa vencido a Rich Gaspari, el nĆŗmero dos del mundo. Aquello significaba que yo era vulnerable, y generĆ³ comentarios a favor de Labrada. Yo procuraba tomarme las derrotas con filosofĆa, pero no me gustaba que mi armadura tuviera resquicios.
Periodista: Parece un caso claro de agotamiento.
RG: SĆ. El Grand Prix acabĆ³ conmigo. Y, ademĆ”s, tenĆa problemas discales en la zona lumbar. El entrenamiento pesado empezaba a pasar facturar, pero no dejĆ© que eso se interpusiera en mi camino. A pesar de todo, seguĆ con las exhibiciones y los seminarios. Estaba muy solicitado y rara vez rechazaba una oferta.
Periodista: Y, mientras tanto, te preparabas para el Arnold Classic. Teniendo en cuenta las decepciones que acababas de sufrir, ¿quĆ© sentiste al proclamarte vencedor?
RG: Estaba en el sĆ©ptimo cielo. Ganar el Arnold Classic trajo consigo una gran publicidad. OcurriĆ³ en el momento mĆ”s oportuno. No olvides que empecĆ© a competir a los 17 aƱos y que tenĆa 26, asĆ que llevaba en la brecha 10 aƱos consecutivos. El Classic representĆ³ un punto culminante en mi carrera, una reafirmaciĆ³n de mis aptitudes como culturista profesional. Pero ¿sabes una cosa? Me sentĆa viejo y cansado. HabĆa perdido la chispa y no lograba recuperarla.
Periodista: ¿Pensaste en algĆŗn momento en anticipar tu retirada?
RG: Pensaba muchas cosas, Rod. No tenĆa claro nada, salvo mantener el status quo. Me entrenĆ©, hice mĆ”s exhibiciones y seminarios y pasĆ© bastante tiempo en Italia. Chapurreaba el italiano, pero acabĆ© hablĆ”ndolo con fluidez. VivĆ allĆ tres meses. El Olympia del 89 iba a celebrarse en Italia, asĆ que decidĆ quedarme y prepararme allĆ, pero fue un gran error.
Periodista: ¿Demasiado lejos de casa?
RG: Demasiado. Me encontraba a gusto en Italia, pero es otro paĆs y no tenĆa las mismas sensaciones. AdemĆ”s, el equipamiento dejaba mucho que desear. SeguĆ otros consejos y lo echĆ© todo a perder. La dieta se fue al traste. DebĆ presentarme mĆ”s definido porque era lo que esperaban de mĆ. QuedĆ© cuarto. Vince Taylor, el nuevo, me venciĆ³. Clasificarse entre los cuatro primeros del Olympia es una hazaƱa, pero la gente decĆa: "¡Uh!, estĆ”s acabado". DespuĆ©s de haber sido segundo todos esos aƱos, supuso un paso atrĆ”s para mĆ. Me sentĆa mal, pero, si te soy sincero, tambiĆ©n muy aliviado. VivĆa en una especie de burbuja y no disfrutaba todo lo que una persona joven deberĆa disfrutar. Me encantaba viajar, pero incluso eso se limitaba a mirar de pasada los monumentos famosos.
Periodista: La vida ajetreada de un culturista profesional no es sĆ³lo glamour y emociĆ³n.
RG: Ni mucho menos. La preocupaciĆ³n, la tensiĆ³n, la frustraciĆ³n y la rabia minan a cualquiera. Me apetecĆa retirarme, pero pensĆ© que era un negocio y que a mĆ me estaba yendo muy bien. No tenĆa motivos para dejarlo. Un dĆa de estos escribirĆ© un libro. SorprenderĆ” al pĆŗblico. Pasan tantas cosas entre bastidores...
Periodista: Nadie parecĆa estar en plena forma en el Olympia de 1990. El control antidopaje tuvo sus consecuencias. Ni siquiera Haney saliĆ³ como de costumbre.
RG: Ben Weider habĆa emprendido una cruzada para introducir el culturismo en los Juegos OlĆmpicos y consideraba que los esteroides representaban un impedimento. Me costĆ³ mucho competir en aquellas condiciones. Lee ganĆ³. Labrada fue segundo y yo quedĆ© quinto. Por lo que a mĆ respecta, no se trataba del mismo Olympia. Yo estaba bien y podrĆa haberme clasificado en un puesto mĆ”s alto. Sin duda, las cosas empezaban a cambiar para mĆ.
Periodista: Lo has comentado antes. ¿Te refieres a que estabas quemado?
RG: SĆ. Como persona, era muy intensa, quizĆ” demasiado. Me mantuve al margen de muchas cosas, incluidas las importantes, como las muertes de mis familiares. No es que no me afectaran, sĆ³lo que no era Rich Gaspari la persona. Se habĆa quedado atrĆ”s en algĆŗn punto del camino. Con tantos compromisos, compitiendo todos los aƱos, deberĆa haberme dado un respiro. A causa de ello, me sentĆa unidimensional, como si el viento me hubiera rasgado las velas.
Periodista: Sin embargo, no prestaste atenciĆ³n a las seƱales de aviso y continuaste con tu ritmo frenĆ©tico.
RG: Bueno, estaba teniendo bastante Ć©xito en el culturismo; por eso decidĆ seguir compitiendo, pero por diversiĆ³n, en vez de dedicar mi vida entera a la victoria. El pĆŗblico querĆa verme y yo obtenĆa unos ingresos sustanciales con las exhibiciones y los seminarios. Por entonces, veĆa el culturismo mĆ”s como un negocio que como un deporte. Mi era fue la primera en la que los culturistas ganaban dinero compitiendo y ganando. Aquello animĆ³ a muchas personas a practicar este deporte, pero no por aficiĆ³n como podrĆa pensarse. Era imposible. EstĆ”s preocupado por tu aspecto constantemente, siguiendo una dieta constantemente, sintiĆ©ndote fatal constantemente. Yo era muy crĆtico con mi imagen, y mantener un porcentaje bajo de grasa corporal todo el aƱo causĆ³ estragos en mĆ. EmpecĆ© a sufrir lesiones.
Periodista: ¿QuĆ© hay de la WBF? He oĆdo que te querĆa desesperadamente.
RG: Es una historia interesante. La FederaciĆ³n Mundial de Culturismo (WBF) era una organizaciĆ³n nueva creada por el promotor de lucha Vince McMahon. ConvirtiĆ³ la lucha en una mina de oro y quiso hacer lo mismo con el culturismo. En 1991, justo antes del Olympia, convenciĆ³ a un grupo de culturistas profesionales para que participaran en su espectĆ”culo. Andaba tras nombres importantes, como Berry DeMey, Strydom, Jim Quinn... TambiĆ©n se puso en contacto conmigo. Me ofreciĆ³ una suma suculenta, muy superior a la que obtenĆa como chico Weider. Recuerda que con Joe no habĆa contratos, aĆŗn no. No me faltaba dinero, pero me ganaba a pulso hasta el Ćŗltimo penique. Yo era mi propio agente, quien llevaba los libros. Las revistas Weider me compensaban con publicidad.
Periodista: ¿CuĆ”les eran los tĆ©rminos del contrato de McMahon?
RG: Me propuso un cuarto de millĆ³n de dĆ³lares anuales durante dos aƱos. Puedes estar seguro de que es la decisiĆ³n mĆ”s difĆcil que he tomado en el culturismo. PensĆ©: "¡Guau! Con tanta pasta podrĆa dejar las exhibiciones y dedicarme exclusivamente a entrenarme". EmpezĆ³ un tira y afloja entre ambas organizaciones que me pillĆ³ en medio: o firmaba con McMahon o me quedaba con Weider. El Mr. Olympia aĆŗn corrĆa por mis venas, y si me iba con McMahon, la puerta del Olympia se me cerrarĆa al menos dos aƱos. Weider me ofreciĆ³ un contrato bastante interesante, pero no tanto como el de WBF. Aquella puja hizo que Joe viera el valor de contratar a sus estrellas, lo que favoreciĆ³ enormemente al culturismo.
Periodista: Pero no firmaste por la WBF. ¿Por quĆ©?
RG: Se reducĆa a lo siguiente: si me marchaba con la WBF, se me prohibirĆa competir en la IFBB de por vida. Aunque me quedara con ellos sĆ³lo dos aƱos, mi carrera en el culturismo profesional habrĆa acabado. Con la WBF, tendrĆa un salario; eso es todo. Imaginaba que prosperarĆa mĆ”s con la IFBB y rechacĆ© la oferta de McMahon. No te creas, estuve a punto de aceptar. Era muy tentador, pero no me dedicaba al culturismo por dinero, sino por aficiĆ³n. Al final, me quedĆ© con la IFBB. AĆŗn deseaba ser Mr. Olympia.
Periodista: ¿Te has arrepentido alguna vez de tu decisiĆ³n?
RG: Oh, sĆ, muchĆsimas veces. Para empezar, la IFBB no llegĆ³ a aplicar la prohibiciĆ³n permanente. PodrĆa haber aceptado el dinero de McMahon y seguir con la IFBB, pero fui leal. Aquello allanĆ³ el terreno para que ofrecieran contratos a los atletas. Por eso este deporte es ahora mĆ”s lucrativo. AI menos, saliĆ³ algo bueno. La WBF fracasĆ³; durĆ³ tan sĆ³lo tres aƱos. Numerosos culturistas pagaron una sanciĆ³n y regresaron a la IFBB, pero ninguno ha tenido demasiado Ć©xito. Incluso Strydom ha dejado de competir.
Periodista: El Olympia del 91 no fue sĆ³lo el Ćŗltimo de Haney, sino tambiĆ©n de GasparĆ. ¿Supuso un punto de inflexiĆ³n en tu carrera?
RG: SĆ. Me preparĆ©, pero estaba quemado. No tenĆa ilusiĆ³n, y la idea de competir ya no me atraĆa. Obtuve una mala clasificaciĆ³n. QuedĆ© entre los 10 primeros, pero bajĆ© unas cuantas posiciones. Fue devastador.
Periodista: Te encontrabas en una encrucijada.
RG: El Olympia estaba cantado. El dinero que ganaba con el culturismo se convirtiĆ³ en mi motivaciĆ³n y cambiĆ³ por completo el concepto que tenĆa de ese deporte, pero no me gustaba aquel cambio. De repente, el culturismo era mĆ”s un trabajo que otra cosa. Mi carrera dio un giro de 180 grados. HabĆa savia nueva, atletas que venĆan pisando fuerte, y pensĆ© que tal vez habĆa llegado el momento de hacerse a un lado.
Periodista: Pero aĆŗn no era la hora... no hasta el Arnold Classic del 92.
RG: ¡En el que quedĆ© sĆ©ptimo! Un descalabro con respecto a mis posiciones habituales. Fue lu gota que colmĆ³ el vaso. Se acabĆ³. Diversos factores, y no sĆ³lo las bajas clasificaciones, me llevaron a tomar aquella decisiĆ³n. Me acababa de divorciar y mi vida personal se habĆa desmoronado. En el aspecto profesional, las cosas siguieron adelante. ComprĆ© un gimnasio en 1990 y le dediquĆ© todas mis energĆas. Pero la verdad es que no era feliz. Pensaba que deberĆa haber llegado mĆ”s lejos despuĆ©s de haber sido campeĆ³n del mundo. No quiero parecer arrogante, pero habĆa conquistado bastantes tĆtulos —me conocĆan en todo el planeta— y sĆ³lo tenĆa 29 aƱos. No querĆa de ningĆŗn modo pasar a la reserva. Triunfar tan joven fue un arma de doble filo. No creo que se pueda mantener esa intensidad tantos aƱos. Terminas por pagar las consecuencias. En lugar de volver a la carga, abandonĆ© por completo la competiciĆ³n.
Periodista: ¿Te liberĆ³ Joe del contrato?
RG: Estaba agotado. Rod. No querĆa volver a competir. Weider rescindiĆ³ el contrato y dejĆ© de entrenarme durante casi seis meses. Mi vida se calmĆ³ un poco, pero continuaba trabajando 12 horas diarias en el gimnasio, ademĆ”s del entrenamiento personal. TambiĆ©n hacĆa exhibiciones y seminarios, pero menos que antes. Aquel ritmo mĆ”s relajado me dio la oportunidad de meditar. Necesitaba ver dĆ³nde habĆa estado y adonde iba, porque tenĆa clara una cosa: Rich Gaspari no era feliz. Al cabo de un tiempo, me sentĆ lo bastante bien como para entrenarme de nuevo, y no es que hubiera dejado de estar en forma.
RG: El bichillo del culturismo, que lo llevo en la sangre. No puedes librarte de Ć©l. DecidĆ competir en 1994 e intentĆ© prepararme en seis meses, pero no era tiempo suficiente. FracasĆ©. Era la primera vez en mi vida que no me clasificaba entre los 10 primeros. Entrenarme con la vista puesta en un objetivo me motivaba, pero necesitaba mis tiempo. VolvĆ a competir al aƱo siguiente, contra Ronnie Coleman, Wheeler y Dillett en el CanadĆ” Cup. GanĆ³ Coleman. Yo fui quinto. No estaba mal. pero tampoco era una victoria. En 1996 CompetĆ de nuevo, con resultados negativos. Desaparecieron las ganas de no hacer nada mĆ”s que comer, dormir y entrenarme. La vida era otra cosa.
Periodista: En 1997, se rumoreaba lu regreso. ¿Era cierto?
RG: SĆ. Como he dicho, no podĆa evitarlo. HabĆa ganado tamaƱo y dureza — 110 kilos— y habĆa pensado en participar en el CanadĆ” Cup y en el Night of Champions. pero ocurriĆ³ lo peor: sufrĆ una lesiĆ³n en el cuello que me tuvo en cama dos meses. Pase de manejar mancuernas de 68 kilos a no poder ni sujetar una barra de 20 con el brazo derecho. TenĆa un nervio pinzado. Cada vez que me movĆa, un dolor insoportable me recorrĆa el brazo. TenĆan que darme de comer en la cama. Ni siquiera podĆa estar de pie. Mi peso bajĆ³ de los 110 a los 85 kilos. Los mĆ©dicos me dijeron que no podrĆa entrenarme ni competir. Pero en cuanto fui capaz de moverme regresĆ© al gimnasio. EmpecĆ© haciendo aperturas con cinco kilos y, poco a poco, fui recuperando la fuerza. Fue una experiencia frustrante.
Periodista: ViĆ©ndote, nadie dirĆa que hace apenas cuatro aƱos pesabas 85 kilos. Estas en condiciones de competir.
RG: Gracias. En realidad, la lesiĆ³n me sirviĆ³ de mucho. Mientras me restablecĆa, tuve tiempo de reflexionar. ¿QuĆ© querĆa hacer con mi vida? La vertiente comercial del culturismo siempre me habĆa parecido interesante. HabĆa estado trabajando para Apex, un programa nutricional por ordenador y de repente se me ocurriĆ³: ¿por quĆ© vender el producto de otro cuando yo puedo hacerlo mejor? HabĆa estudiado nutriciĆ³n en la universidad y podĆa desarrollar mi propia lĆnea de suplementos. AsĆ naciĆ³ Gaspari Nutrition.
Periodista: ¿Le dedicas todo tu tiempo?
RG: Sigo entrenĆ”ndome cinco dĆas a la semana, una hora y media por sesiĆ³n, pero lo primero es mi negocio. Mi peso ha subido ya a los 103 kilos. La imagen es imprescindible en una empresa como la mĆa. Deben ver los resultados de tu programa de entrenamiento y alimentaciĆ³n. Al principio, las cosas fueron despacio e incluso vendĆ el gimnasio porque me alaba demasiado. A partir de ahĆ, empecĆ© a ser mĆ”s empresario que culturista.
Periodista: ¿CĆ³mo? ¿Has terminado con el culturismo de competiciĆ³n? No digas eso, Rich.
RG: Puede que vuelva. ¿QuiĆ©n sabe? La Ćŗnica competiciĆ³n que estoy considerando (pienso en ella continuamente) es el Masters Olympia. Cuando eres culturista, es para siempre. Ahora aplico a los negocios la disciplina que adquirĆ en el culturismo. Es la misma disciplina, la misma concentraciĆ³n; no hay otra manera de triunfar. Compito contra compaƱĆas grandes y hago que mi empresa crezca... como creciĆ³ mi cuerpo.
Periodista: Atacas por todos los frentes. La pĆ”gina web es estupenda, y ahora se te ve mĆ”s. Todos nos preguntĆ”bamos quĆ© habĆa sido del gran Rich Gaspari. Pues ya lo sabemos.
RG: La web ha tenido un valor incalculable como herramienta comercial. Describe mi lĆnea de productos y todo lo que ofrezco. TambiĆ©n hemos abierto una lĆnea de telĆ©fono gratuita para resolver las dudas de los consumidores. AdemĆ”s, he empezado a actuar como juez en la IFBB. Es divertido. Ahora los profesionales me ven al otro lado. He juzgado el Night of Champions y campeonatos de fitness femenino. No puede decirse que sea fascinante, pero me gusta estar en contacto. TambiĆ©n patrocino competiciones, como el Ms. y el Mr. Olympia. Resulta gratificante que te consideren una leyenda viva y haber inspirado a otras personas.
Periodista: Tengo entendido que 1999 fue un aƱo duro para ti: perdiste a tu padre.
RG: Ha sido, seguramente, la experiencia mĆ”s difĆcil de mi vida. Siempre he estado muy unido a mi familia, y mi padre era una de las personas que mĆ”s han influido en mi carrera y uno de mis mayores admiradores. Lo perdĆ en febrero de 1999. Era mi padre y mi amigo. Estaba muy orgulloso de mĆ. Tuve mucha suerte, pero aĆŗn me duele recordarle. Vino a este paĆs sĆ³lo con un sueƱo. TenĆa mĆ”s de 40 aƱos y volviĆ³ a empezar de cero: fundĆ³ un negocio, alimentĆ³ a su familia y construyĆ³ viviendas. Es una historia alentadora. ¿QuĆ© haces cuando la vida no te sonrĆe? Ćl no dejaba que nada lo abatiera. Era muy valiente y no querrĆa que me rindiera. Le echo mucho de menos, todos los dĆas. Pero debo seguir adelante. Ćl cuida de mĆ. Lo sĆ©.
Periodista: Te entiendo muy bien.
RG: Aconsejo a todo el mundo que quiera a sus padres y a sus hermanos. La vida es corta, asĆ que hay que intentar aprovecharla en todos los sentidos.
Periodista: Me parece una filosofĆa de la vida magnĆfica y la manera perfecta de concluir esta entrevista. Hoy he aprendido mucho.
RG: Bueno, Rod, a veces se sube y a veces se baja. Ahora, estoy volviendo a subir. La fama y la gloria no son eternas. Gracias a Dios, no he cambiado ni he olvidado mis raĆces. Aquel niƱo al que le gustaba leer cĆ³mics sigue dentro de mĆ. Encuentro algo interesante en todo lo que hago. ¿Y el futuro? Prometedor.
Desde mediados de los aƱos noventa, Rich camina por un sendero ligeramente distinto. La competiciĆ³n ha dejado de ser una prioridad. Ahora triunfa como empresario con su propia lĆnea de complementos nutricionales y deportivos y todavĆa mantiene los atractivos que lo catapultaron al escenario mĆ”s importante del culturismo. Amable, inteligente y risueƱo son adjetivos que describen a Gaspari. Ah, y una cosa mĆ”s: continĆŗa en una forma fĆsica impecable. ¿QuĆ© mĆ”s se puede pedir?
Es su primera entrevista desde hace 10 aƱos, con declaraciones reveladoras y sinceras sobre cuestiones como el Olympia, la vida y la muerte, el estrellato y la WBF, entre muchas otras.
Rich Gaspari: Me alegra volver, Rod, de verdad. No tengo demasiado tiempo para entrevistas, pero eres tenaz, y eso me gusta. Me has cogido con ganas de hablar, asĆ que, venga, dispara.
Periodista: Vamos allĆ”. En lugar de saltar de un tema a otro, ¿quĆ© te parece si el propio Rich Gaspari empieza a narrar su vida?
RG: Me parece una idea estupenda.
Periodista: Pues al ataque.
RG: Hum... La vida de Rich Gaspari, ¿eh? Muy bien. Me criĆ© en Edison (Nueva Jersey), una ciudad ni muy grande ni muy pequeƱa. Mi familia siempre ha estado muy unida. Yo soy el menor. VivĆamos en un vecindario fantĆ”stico: nos conocĆamos todos; nos visitĆ”bamos y nos llevĆ”bamos comida... el tĆpico vecindario italiano que se ve en las pelĆculas. De niƱo, mi pasatiempo preferido (ademĆ”s de soƱar despierto) era leer cĆ³mics de superhĆ©roes, sobre todo los de El IncreĆble Hulk. La idea de que un hombre pequeƱo y delgaducho se transformara en un monstruo gigantesco me fascinaba.
Periodista: Por lo que he oĆdo, ese personaje ha inspirado a bastantes culturistas.
RG: Es que las escenas de la transformaciĆ³n eran terrorĆficas y emocionantes. Y cĆ³mo lo dibujaban: furioso, verde, enorme. TambiĆ©n lo veĆa en la televisiĆ³n. Lou Ferrigno me causĆ³ una honda impresiĆ³n. Cuando estaba en cuarto grado, iba a la casa de un amigo y leĆamos los cĆ³mics juntos en el sĆ³tano. Su padre tambiĆ©n guardaba nĆŗmeros viejos de MĆŗsete Builder, y nos pasĆ”bamos horas y horas mirando las fotografĆas. No me lo podĆa creer: los superhĆ©roes existĆan de verdad. Fue entonces cuando decidĆ que querĆa ser culturista.
Periodista: Un momento que te marcĆ³ la vida. ¿CuĆ”ntos aƱos tenĆas en cuarto grado? ¿Nueve? ¿Y ya pensabas en entrenarte con pesos en serio?
RG: No empecĆ© entonces, pero la idea ya estaba allĆ. No dejaba de pensar en ello. El punto de inflexiĆ³n llegĆ³ cuando tenĆa 13 aƱos. Me diagnosticaron una mononucleosis grave y tuvieron que ingresarme en el hospital. Cuando me dieron el alta, pesaba unos 48 kilos; estaba consumido. Nuestro mĆ©dico me recomendĆ³ que trabajara con pesos para recuperar parte de la fuerza. Me comprĆ© un libro de entrenamiento de Bruce Randall, con fotografĆas de Franco y Arnold, y seguĆ las rutinas. Las hacĆa en una banca de mi hermano mayor. Los entrenamientos me ayudaron a ganar 27 kilos de mĆŗsculo. MedĆa 1.70 y pesaba 75 kilos. La gente empezĆ³ a comentar lo fuerte que estaba para tener 14 aƱos.
Periodista: ¿CuĆ”ndo pisaste un gimnasio de verdad?
RG: Cuando estaba en primero de bachillerato, tenĆa un amigo que se entrenaba con pesos para jugar al bĆ©isbol. Nos colĆ”bamos en el gimnasio de la universidad, en el que habĆa varias mĆ”quinas y pesos libres. Era emocionante, pero tambiĆ©n peligroso, porque se suponĆa que no debĆamos estar allĆ, no sin permiso. Al final, el preparador nos pillĆ³, pero fue comprensivo y nos dejĆ³ seguir entrenĆ”ndonos allĆ. Cuando acabĆ³ el bĆ©isbol, mi amigo dejĆ³ los pesos, pero yo continuĆ©. A los 16 aƱos, pesaba 79 kilos. Entonces, decidĆ presentarme a una competiciĆ³n.
RG: Era el Physique 1979, un campeonato regional de Nueva Jersey. ParticipĆ© en la categorĆa de juveniles y quedĆ© sexto. DespuĆ©s de la competiciĆ³n, un juez me dijo algo que jamĆ”s olvidarĆ©: "¿SĆ³lo tienes 16 aƱos y ya estĆ”s asĆ? LlegarĆ”s lejos, chaval". No necesitĆ© nada mĆ”s para seguir adelante. En 1980, volvĆ a la misma competiciĆ³n y fui tercero y, por fin, al aƱo siguiente, regresĆ© a casa con el oro.
Periodista: Uno de los chicos a los que derrotaste entrĆ³ en la categorĆa sĆ©nior y venciĆ³, ¿verdad?
RG: AsĆ fue. Entonces comprendĆ que yo podrĆa haber hecho lo mismo. Mi mundo cambiaba a gran velocidad y necesitaba parar: soy demasiado precavido. En aquel momento, competir a escala nacional era todavĆa un sueƱo. Pero yo tenĆa grandes sueƱos. CentrĆ© todas mis energĆas en conseguirlo. Las revistas estaban llenas de fĆsicos que admiraba, de hombres que habĆan tenido comienzos humildes. Eso era lo que querĆa para mĆ.
Periodista: Tan joven, seguro que en tu vida habĆa otras cosas, aparte del culturismo...
RG: TenĆa muchos objetivos, y uno de ellos era una buena educaciĆ³n. DespuĆ©s del bachillerato, estudiĆ© en la Universidad Rutgers el curso preparatorio para acceder a Medicina. Pero acabĆ© en AdministraciĆ³n de Empresas porque encajaba mejor con mi proyecto de convertirme algĆŗn dĆa en empresario. Durante los dos aƱos y medio que pasĆ© en Rutgers, compaginĆ© ambas actividades. Cuando no estaba estudiando, estaba en el gimnasio. ¡Casi no me quedaba tiempo para divertirme! CompetĆ en el Jersey Classic de 1982 y ganĆ© el absoluto. Dos meses despuĆ©s, me hice con el Jr. Nationals y, en 1983. participĆ© en el Nationals.
Periodista: Recuerdo haberlo leĆdo.
RG: Pues tienes una memoria magnĆfica. Al Antunk me dio bastante cobertura en la vieja Iron Man, cuando aĆŗn la editaba Peary Rader. El Nationals del 83 fue como un quiĆ©n es quiĆ©n del culturismo: Bob Paris, Rory Leidelmeyer, Matt Mendenhall, Mike Christian y Phil Williams. QuedĆ© quinto, por detrĆ”s de Paris, Leidelmeyer, Mike y Matt. Ellos ya eran conocidos en el mundo del culturismo, mientras que yo era un crĆo que andaba por allĆ. ¡ImagĆnate! ¡Quinto! Aquello supuso un gran estĆmulo.
Periodista: En la universidad, ¿cĆ³mo reaccionaba la gente?
RG: Me consideraban una especie de monstruo. Me miraban y me gritaban: "¡A ver esos mĆŗsculos!". Iba a las fiestas de la fraternidad y me quitaba la camisa y posaba, pero no me emborrachaba ni hacĆa nada raro. Si querĆa ganar, debĆa tener la vista puesta en el premio. Y la tenĆa.
Periodista: ¿No fuiste a California en 1983?
RG: En efecto. Ed Connors, quien dirigĆa la franquicia de Gold’s Gym. se me acercĆ³ y me preguntĆ³ si me interesaba mudarme a California para entrenarme allĆ. Era un sueƱo hecho realidad, una oportunidad fantĆ”stica. Naturalmente, la aprovechĆ©. Me entrenĆ© en el Gold’s Gym de Reseda. AllĆ habĆa todo tipo de culturistas, personas sobre las que habĆa leĆdo en las revistas: Al Bedeles, Bertil Fox, Cory Everson, Fred Hatfield, Rick Wayne y Lee Haney. Me llevĆ³ algĆŗn tiempo creer que me entrenaba con mis hĆ©roes. Incluso ahora me estremezco al pensarlo.
Periodista: Vaya, la oportunidad de conocer a Lee Haney. Poco imaginabais lo que os deparaba el destino.
RG: Haney era profesional y ya habĆa ganado el Night of Champions. Impresionante: dorsales anchĆsimos y cintura muy estrecha. Y alto... un culturista verdaderamente excepcional. Su genĆ©tica era perfecta. Pero tambiĆ©n me cautivĆ³ su gran amabilidad. Un dĆa, estĆ”bamos en el gimnasio y Ć©l me observaba. "Oye", me dijo, "te entrenas con dureza". Yo pesaba alrededor de 110 kilos. HabĆa ganado bastante tamaƱo y estaba bastante bien. Empezamos a hablar y muy poco despuĆ©s me preguntĆ³ si querĆa ser su compaƱero de entrenamiento. Congeniamos desde el principio. Me ayudĆ³ mucho. Nos entrenĆ”bamos con un gran rigor. El iba a por el Mr. Olympia del 84, y su programa de entrenamiento y alimentaciĆ³n giraba en torno a ese objetivo.
Periodista: ¿CĆ³mo era la intensidad de los entrenamientos?
RG: Extrema. SĆ³lo tenĆa 20 aƱos, pero tambiĆ©n un enorme deseo de triunfar en el culturismo. Lee y yo nos entendĆamos muy bien; pensĆ”bamos de forma parecida. Incluso me fui a vivir con Ć©l. Los entrenamientos eran increĆbles. AprendĆ mucho de Ć©l. Mirando atrĆ”s, es una ironĆa.
Periodista: ¿QuĆ©? ¿Que con el tiempo te convirtieras en su mĆ”s directo rival?
RG: SĆ. No me lo imaginaba, ni creo que Ć©l se lo imaginara tampoco. A partir de entonces, por desgracia, nuestra relaciĆ³n cambiĆ³.
Periodista: ¿SucediĆ³ cuando te preparabas para el Nationals del 84?
RG: SĆ, y cĆ³mo. En el 83, era peso pesado. En el 84, competĆ como semipesado y ganĆ© mi categorĆa. Me enfrentĆ© contra Moses Maldonado, J. J. Marsh y Tom Terwilliger. DespuĆ©s, fui directo al Mr. Universo, en Las Vegas. John Hnatyschack, Mike Christian y yo ganamos nuestras respectivas categorĆas. Ćramos el equipo del Universo. ConseguĆ el carnĆ© profesional aquella noche y tuve la sensaciĆ³n de haber cumplido mi objetivo al fin.
Periodista: Mr. AmĆ©rica y Mr. Universo con tan sĆ³lo 21 aƱos. Es evidente, California impulsĆ³ tu carrera.
RG: Lo cierto es que no me quedĆ© en California. Yo soy un chico de Jersey y no estaba hecho para vivir permanentemente en California. SentĆa una aƱoranza terrible y supuse que no necesitaba estar en California para progresar como profesional. Volver a casa fue genial; incluso regresĆ© a mi gimnasio de toda la vida. La gente se mostraba muy cordial conmigo dondequiera que iba. Me convertĆ en una especie de hĆ©roe local. Nueva Jersey es mi hogar. AllĆ estĆ”n mis raĆces.
Periodista: ¿AĆŗn tenĆas sed de Ć©xito?
RG: ¡Mucha! Cuando me marchĆ© de California, me di cuenta de los lejos que habĆa llegado. Ser un ejemplo para los demĆ”s implica cierta responsabilidad, y querĆa hacerlo bien para demostrar lo que puede conseguirse cuando estĆ”s decidido a triunfar. Mi siguiente competiciĆ³n fue el Night of Champions. En el Nationals, habĆa participado con 85 kilos, con los semipesados, pero no era mi verdadero peso. Mi cuerpo hablaba por sĆ mismo y volviĆ³ a adquirir las dimensiones de un peso pesado. TenĆa intenciĆ³n de asombrar al mundo del culturismo en el Night of Champions.
Periodista: Y lo hiciste: glĆŗteos definidos, unas estriaciones increĆbles, mĆŗsculo duro y de calidad y todo ello envuelto en una espectacular rutina de poses. No creo que nadie hubiera visto nada parecido.
RG: LogrĆ© mi propĆ³sito y quedĆ© segundo, detrĆ”s de Al Beckles. Muchas personas creĆan que deberĆa haberle ganado, pero sĆ³lo tenĆa 21 aƱos; era un novato. Me quedaban muchos aƱos por delante, y la verdad es que habĆa llegado muy lejos en muy poco tiempo.
Periodista: Y ocurriĆ³: el Olympia de 1985.
RG: En aquel preciso instante supe que el Olympia del 85 serĆa el paso siguiente. Una vez mĆ”s, me entrenĆ© como un loco. Esperaba hacer un buen papel, pero cuando quedĆ© tercero no me lo podĆa creer. ¡Tercero! Y tenĆa 22 aƱos. Lee Haney, Beckles y yo. Rod, amigo mĆo, la sensaciĆ³n que tuve al oĆr la clasificaciĆ³n no puede describirse con palabras.
Periodista: Sergio regresĆ³ aquel aƱo. ¿QuĆ© opinas de El Mito?
RG: ¡Dios, estaba increĆble! Lo mĆ”s emocionante de mi vida ha sido estar en el escenario con Sergio Oliva. Ese hombre ha fascinado a toda una generaciĆ³n. Es un sĆmbolo, y allĆ estaba yo, posando junto a Ć©l. Fue todo un privilegio. Mira, se me pone la carne de gallina otra vez.
Periodista: Con una victoria tan inesperada, tu mundo debiĆ³ de cambiar de la noche a la maƱana.
RG: Ya lo creo. RecibĆa montones de ofertas publicitarias, aparecĆ en un sinfĆn de portadas y concedĆ innumerables entrevistas. Era fantĆ”stico porque podĆa hacer exhibiciones y ganarme la vida como profesional. Casi todos los fines de semana viajaba a ciudades o paĆses distintos para posar o impartir seminarios. Siempre me he mostrado accesible con la prensa. Me mantenĆa en forma despuĆ©s de las competiciones porque querĆa estar bien para las fotos. La gente quiere verte como en el escenario, asĆ que no puedes hartarte de comer fuera de temporada.
Periodista: ¿No habĆas firmado un contrato en exclusiva con Joe Weider? Siempre aparecĆas en Muscle and Fitness y Flex.
RG: No, no me pagaba. En principio, no tenĆa contrato con Ć©l. Si me necesitaba para anuncios, artĆculos, promociones y cosas asĆ, allĆ estaba, pero me ganaba la vida con los seminarios y las exhibiciones. Hoy, es diferente. Los profesionales tienen contratos. Me llamaban muchos promotores, asĆ que no me faltaba trabajo. Yo me buscaba la vida. No necesitaba que nadie se llevara una parte de mis ingresos.
Periodista: Tu siguiente competiciĆ³n, el Pro World, fue otro triunfo.
RG: Arnold iba a organizar un campeonato, llamado Pro World, en la primavera del 85 y mi objetivo era vencer en una competiciĆ³n profesional. Era la ocasiĆ³n perfecta. Me presentĆ© con los glĆŗteos definidos, la piel fina como el papel de fumar y bastante tamaƱo. Con 97 kilos, estaba recortado hasta la mĆ©dula. GanĆ© sin dificultades (todos los jueces me concedieron el primer puesto) y derrotĆ© a mi adversario, Mike Christian.
Periodista: El expreso Rich Gaspari estaba en marcha.
RG: Puedes estar seguro. Escalaba posiciones en cada competiciĆ³n, Rod. El culturismo era lo Ćŗnico en lo que pensaba. QuerĆa ser lo mejor posible. Mis hĆ©roes eran Arnold, Franco, Robby Robinson, y verme junto a ellos era mi mayor ilusiĆ³n. Has oĆdo hablar de la visiĆ³n de tĆŗnel, ¿verdad? Bueno, pues la victoria era lo Ćŗnico que yo veĆa.
Periodista: Hermano, no sĆ© cĆ³mo sobreviviste. Desde luego, con la preparaciĆ³n de las competiciones, los seminarios, las exhibiciones, las sesiones fotogrĆ”ficas y la publicidad, no cabe duda de que no tendrĆas ni un minuto de descanso.
RG: Si quieres que te diga la verdad, no sĆ© cĆ³mo lo hacĆa. No paraba. TenĆa tantos seminarios y exhibiciones que debĆa cancelar algunos para poder respirar. PasĆ© de ser un joven desconocido de Nueva Jersey a convertirme en un culturista profesional con unos ingresos anuales de 100.000 dĆ³lares. Fue una experiencia increĆble: veĆa mundo, y millones de personas me admiraban. HabrĆa sido muy fĆ”cil que se me hubiera subido a la cabeza, pero no perdĆ el control. CreĆa en mĆ mismo y en mis aptitudes. Tal vez me perdiera salir por la noche y beber, pero ¿cuĆ”ntos jĆ³venes viajan a Argentina, Brasil, Chile y Egipto en un solo aƱo?
Periodista: ¿CĆ³mo era tu amistad con Haney? ¿CambiĆ³ despuĆ©s del Olympia del 85?
RG: Siempre hemos sido amigos, pero nuestra relaciĆ³n se resintiĆ³ un poco cuando fui avanzando en el culturismo, lo cual es comprensible. Haney estaba en el Pro World y preguntĆ³ a Artie Zeller su opiniĆ³n sobre mis posibilidades en el Olympia siguiente. Zeller le dijo que habĆa mejorado mucho. DespuĆ©s de aquello, notĆ© una actitud distinta en Lee. Ya no me veĆa sobre todo como a un amigo. De repente, me habĆa convertido en un adversario.
RG: Me molestĆ³. Lee y yo estĆ”bamos muy unidos cuando vivĆamos juntos. Siempre le respetarĆ©; es todo un caballero. Pero parece que despuĆ©s del Pro World perdimos aquella confianza. TenĆamos un trato amistoso, pero no exactamente de amigos... no sĆ© si me explico. La mĆ”quina de la publicidad avivaba la rivalidad, pero nuestra relaciĆ³n sobreviviĆ³ y sigue siendo bastante estrecha. Yo representaba al culturista trabajador y con una mejor puesta a punto y Ć©l, la predisposiciĆ³n genĆ©tica a los hombros anchos y la cintura estrecha. La gente de la calle pensaba que, con fuerza de voluntad, podĆa lograr un fĆsico como el mĆo. Yo era accesible, mientras que Lee parecĆa... bueno, sobrehumano.
Periodista: Y, luego, en el Olympia del 86 os visteis las caras.
RG: Fue el comienzo de mi rosario de segundas plazas. Estaba convencido de que lo iba a conseguir, de verdad. No ganar me desilusionaba, pero no me rendĆa: me serenaba y me entrenaba con mĆ”s dureza aĆŗn. Pero, en cierto modo, tanta dedicaciĆ³n me perjudicĆ³. Mi relaciĆ³n con las chicas se deterioraba porque no podĆa prestarles la atenciĆ³n necesaria. Estaba completamente concentrado en el culturismo.
Periodista: El Olympia del 87 vio a un Rich Gaspari nuevo y mejorado, pero Haney no hizo concesiones.
RG: Pensaba que si habĆa subido de tercero a segundo, lo lĆ³gico era que en la siguiente ocasiĆ³n fuera primero. Me decĆan que Lee me ganaba porque tenĆa mĆ”s masa, asĆ que decidĆ competir con el mayor peso de mi vida: 101 kilos. Fue un error. Los jueces tambiĆ©n valoraban la estĆ©tica y la puesta a punto. Estoy seguro de que aunque hubiera presentado ese tamaƱo en las competiciones de los aƱos noventa, nada habrĆa cambiado.
Periodista: Tu tamaƱo era asombroso, muy por delante de tu tiempo.
RG: SĆ, tenĆa hombros anchos, vascularidad, dureza, pero me fallaba esa imagen ultrarrecortada. HabĆa creado un estĆ”ndar personal, y no me perdonaban que no lo cumpliera. BĆ”sicamente, competĆ contra mĆ, no contra Lee Haney. Fui demasiado ambicioso y volvĆ a quedar segundo.
Periodista: Te resarciste en el Grand Prix.
RG: QuerĆa hacerlo bien: mi objetivo era ganar. Haney me venciĆ³ en una de las competiciones del Gran Prix y yo ganĆ© las demĆ”s. Era el nĆŗmero dos del mundo, pero todos iban a por mĆ. Lee Labrada, Bob ParĆs, Gary Strydom, Berry DeMey, Mike Christian y Mike Quinn me pisaban los talones, sobre todo Labrada, con su extraordinaria estĆ©tica. Me tenĆan en el punto de mira. AdemĆ”s, por entonces estaba muy ocupado con las exhibiciones y otros compromisos. El estrĆ©s llegĆ³ a ser insoportable.
Periodista: DescrĆbenos tus actividades.
RG: Bueno, fue un aƱo cargado de exhibiciones y seminarios, lo que significaba viajar por todo el mundo. TenĆa un club de fans y novia, y empezamos a vender videos, cursos de entrenamiento y nutriciĆ³n y fotos. Combinar todo uso con la preparaciĆ³n del Olympia del 88 era muy complicado, pero logrĆ© compaginarlo. Me entrenaba en el Gold’s Gym de Venice Beach y vivĆa en el Marina Pacifica Motel. El Olympia iba a disputarse en Los Ćngeles, y querĆa estar cerca de mis rivales.
Periodista: Tu actuaciĆ³n en el Olympia del 88 impresionĆ³ a todo el mundo. Supuso un regreso agradable a la forma, pero con una gran diferencia.
RG: RecuperĆ© mi imagen simĆ©trica y definida y aportĆ© mĆ”s calidad muscular. Sin embargo, el Olympia se me resistĆa. Empezaron a escribir artĆculos en los que decĆan que Rich era siempre la dama de honor y nunca la novia. DespuĆ©s de aquello, fui al Grand Prix, siete competiciones muy duras. Lee Labrada me seguĆa de cerca, y yo lo sabĆa. ConsiguiĆ³ tres victorias, frente a las cuatro mĆas. CrĆ©eme, Rod, me costĆ³ mucho mantenerme en forma para competir en ese circuito. Me dejĆ© la piel porque querĆa ganar a toda costa.
Periodista: Labrada recibiĆ³ mucha publicidad.
RG: Fue un triunfo personal. ¿QuiĆ©n puede culparle por ello? HabĆa vencido a Rich Gaspari, el nĆŗmero dos del mundo. Aquello significaba que yo era vulnerable, y generĆ³ comentarios a favor de Labrada. Yo procuraba tomarme las derrotas con filosofĆa, pero no me gustaba que mi armadura tuviera resquicios.
Periodista: Parece un caso claro de agotamiento.
RG: SĆ. El Grand Prix acabĆ³ conmigo. Y, ademĆ”s, tenĆa problemas discales en la zona lumbar. El entrenamiento pesado empezaba a pasar facturar, pero no dejĆ© que eso se interpusiera en mi camino. A pesar de todo, seguĆ con las exhibiciones y los seminarios. Estaba muy solicitado y rara vez rechazaba una oferta.
Periodista: Y, mientras tanto, te preparabas para el Arnold Classic. Teniendo en cuenta las decepciones que acababas de sufrir, ¿quĆ© sentiste al proclamarte vencedor?
RG: Estaba en el sĆ©ptimo cielo. Ganar el Arnold Classic trajo consigo una gran publicidad. OcurriĆ³ en el momento mĆ”s oportuno. No olvides que empecĆ© a competir a los 17 aƱos y que tenĆa 26, asĆ que llevaba en la brecha 10 aƱos consecutivos. El Classic representĆ³ un punto culminante en mi carrera, una reafirmaciĆ³n de mis aptitudes como culturista profesional. Pero ¿sabes una cosa? Me sentĆa viejo y cansado. HabĆa perdido la chispa y no lograba recuperarla.
Periodista: ¿Pensaste en algĆŗn momento en anticipar tu retirada?
RG: Pensaba muchas cosas, Rod. No tenĆa claro nada, salvo mantener el status quo. Me entrenĆ©, hice mĆ”s exhibiciones y seminarios y pasĆ© bastante tiempo en Italia. Chapurreaba el italiano, pero acabĆ© hablĆ”ndolo con fluidez. VivĆ allĆ tres meses. El Olympia del 89 iba a celebrarse en Italia, asĆ que decidĆ quedarme y prepararme allĆ, pero fue un gran error.
Periodista: ¿Demasiado lejos de casa?
RG: Demasiado. Me encontraba a gusto en Italia, pero es otro paĆs y no tenĆa las mismas sensaciones. AdemĆ”s, el equipamiento dejaba mucho que desear. SeguĆ otros consejos y lo echĆ© todo a perder. La dieta se fue al traste. DebĆ presentarme mĆ”s definido porque era lo que esperaban de mĆ. QuedĆ© cuarto. Vince Taylor, el nuevo, me venciĆ³. Clasificarse entre los cuatro primeros del Olympia es una hazaƱa, pero la gente decĆa: "¡Uh!, estĆ”s acabado". DespuĆ©s de haber sido segundo todos esos aƱos, supuso un paso atrĆ”s para mĆ. Me sentĆa mal, pero, si te soy sincero, tambiĆ©n muy aliviado. VivĆa en una especie de burbuja y no disfrutaba todo lo que una persona joven deberĆa disfrutar. Me encantaba viajar, pero incluso eso se limitaba a mirar de pasada los monumentos famosos.
Periodista: La vida ajetreada de un culturista profesional no es sĆ³lo glamour y emociĆ³n.
RG: Ni mucho menos. La preocupaciĆ³n, la tensiĆ³n, la frustraciĆ³n y la rabia minan a cualquiera. Me apetecĆa retirarme, pero pensĆ© que era un negocio y que a mĆ me estaba yendo muy bien. No tenĆa motivos para dejarlo. Un dĆa de estos escribirĆ© un libro. SorprenderĆ” al pĆŗblico. Pasan tantas cosas entre bastidores...
Periodista: Nadie parecĆa estar en plena forma en el Olympia de 1990. El control antidopaje tuvo sus consecuencias. Ni siquiera Haney saliĆ³ como de costumbre.
RG: Ben Weider habĆa emprendido una cruzada para introducir el culturismo en los Juegos OlĆmpicos y consideraba que los esteroides representaban un impedimento. Me costĆ³ mucho competir en aquellas condiciones. Lee ganĆ³. Labrada fue segundo y yo quedĆ© quinto. Por lo que a mĆ respecta, no se trataba del mismo Olympia. Yo estaba bien y podrĆa haberme clasificado en un puesto mĆ”s alto. Sin duda, las cosas empezaban a cambiar para mĆ.
Periodista: Lo has comentado antes. ¿Te refieres a que estabas quemado?
RG: SĆ. Como persona, era muy intensa, quizĆ” demasiado. Me mantuve al margen de muchas cosas, incluidas las importantes, como las muertes de mis familiares. No es que no me afectaran, sĆ³lo que no era Rich Gaspari la persona. Se habĆa quedado atrĆ”s en algĆŗn punto del camino. Con tantos compromisos, compitiendo todos los aƱos, deberĆa haberme dado un respiro. A causa de ello, me sentĆa unidimensional, como si el viento me hubiera rasgado las velas.
Periodista: Sin embargo, no prestaste atenciĆ³n a las seƱales de aviso y continuaste con tu ritmo frenĆ©tico.
RG: Bueno, estaba teniendo bastante Ć©xito en el culturismo; por eso decidĆ seguir compitiendo, pero por diversiĆ³n, en vez de dedicar mi vida entera a la victoria. El pĆŗblico querĆa verme y yo obtenĆa unos ingresos sustanciales con las exhibiciones y los seminarios. Por entonces, veĆa el culturismo mĆ”s como un negocio que como un deporte. Mi era fue la primera en la que los culturistas ganaban dinero compitiendo y ganando. Aquello animĆ³ a muchas personas a practicar este deporte, pero no por aficiĆ³n como podrĆa pensarse. Era imposible. EstĆ”s preocupado por tu aspecto constantemente, siguiendo una dieta constantemente, sintiĆ©ndote fatal constantemente. Yo era muy crĆtico con mi imagen, y mantener un porcentaje bajo de grasa corporal todo el aƱo causĆ³ estragos en mĆ. EmpecĆ© a sufrir lesiones.
Periodista: ¿QuĆ© hay de la WBF? He oĆdo que te querĆa desesperadamente.
RG: Es una historia interesante. La FederaciĆ³n Mundial de Culturismo (WBF) era una organizaciĆ³n nueva creada por el promotor de lucha Vince McMahon. ConvirtiĆ³ la lucha en una mina de oro y quiso hacer lo mismo con el culturismo. En 1991, justo antes del Olympia, convenciĆ³ a un grupo de culturistas profesionales para que participaran en su espectĆ”culo. Andaba tras nombres importantes, como Berry DeMey, Strydom, Jim Quinn... TambiĆ©n se puso en contacto conmigo. Me ofreciĆ³ una suma suculenta, muy superior a la que obtenĆa como chico Weider. Recuerda que con Joe no habĆa contratos, aĆŗn no. No me faltaba dinero, pero me ganaba a pulso hasta el Ćŗltimo penique. Yo era mi propio agente, quien llevaba los libros. Las revistas Weider me compensaban con publicidad.
Periodista: ¿CuĆ”les eran los tĆ©rminos del contrato de McMahon?
RG: Me propuso un cuarto de millĆ³n de dĆ³lares anuales durante dos aƱos. Puedes estar seguro de que es la decisiĆ³n mĆ”s difĆcil que he tomado en el culturismo. PensĆ©: "¡Guau! Con tanta pasta podrĆa dejar las exhibiciones y dedicarme exclusivamente a entrenarme". EmpezĆ³ un tira y afloja entre ambas organizaciones que me pillĆ³ en medio: o firmaba con McMahon o me quedaba con Weider. El Mr. Olympia aĆŗn corrĆa por mis venas, y si me iba con McMahon, la puerta del Olympia se me cerrarĆa al menos dos aƱos. Weider me ofreciĆ³ un contrato bastante interesante, pero no tanto como el de WBF. Aquella puja hizo que Joe viera el valor de contratar a sus estrellas, lo que favoreciĆ³ enormemente al culturismo.
Periodista: Pero no firmaste por la WBF. ¿Por quĆ©?
RG: Se reducĆa a lo siguiente: si me marchaba con la WBF, se me prohibirĆa competir en la IFBB de por vida. Aunque me quedara con ellos sĆ³lo dos aƱos, mi carrera en el culturismo profesional habrĆa acabado. Con la WBF, tendrĆa un salario; eso es todo. Imaginaba que prosperarĆa mĆ”s con la IFBB y rechacĆ© la oferta de McMahon. No te creas, estuve a punto de aceptar. Era muy tentador, pero no me dedicaba al culturismo por dinero, sino por aficiĆ³n. Al final, me quedĆ© con la IFBB. AĆŗn deseaba ser Mr. Olympia.
Periodista: ¿Te has arrepentido alguna vez de tu decisiĆ³n?
RG: Oh, sĆ, muchĆsimas veces. Para empezar, la IFBB no llegĆ³ a aplicar la prohibiciĆ³n permanente. PodrĆa haber aceptado el dinero de McMahon y seguir con la IFBB, pero fui leal. Aquello allanĆ³ el terreno para que ofrecieran contratos a los atletas. Por eso este deporte es ahora mĆ”s lucrativo. AI menos, saliĆ³ algo bueno. La WBF fracasĆ³; durĆ³ tan sĆ³lo tres aƱos. Numerosos culturistas pagaron una sanciĆ³n y regresaron a la IFBB, pero ninguno ha tenido demasiado Ć©xito. Incluso Strydom ha dejado de competir.
Periodista: El Olympia del 91 no fue sĆ³lo el Ćŗltimo de Haney, sino tambiĆ©n de GasparĆ. ¿Supuso un punto de inflexiĆ³n en tu carrera?
RG: SĆ. Me preparĆ©, pero estaba quemado. No tenĆa ilusiĆ³n, y la idea de competir ya no me atraĆa. Obtuve una mala clasificaciĆ³n. QuedĆ© entre los 10 primeros, pero bajĆ© unas cuantas posiciones. Fue devastador.
Periodista: Te encontrabas en una encrucijada.
RG: El Olympia estaba cantado. El dinero que ganaba con el culturismo se convirtiĆ³ en mi motivaciĆ³n y cambiĆ³ por completo el concepto que tenĆa de ese deporte, pero no me gustaba aquel cambio. De repente, el culturismo era mĆ”s un trabajo que otra cosa. Mi carrera dio un giro de 180 grados. HabĆa savia nueva, atletas que venĆan pisando fuerte, y pensĆ© que tal vez habĆa llegado el momento de hacerse a un lado.
Periodista: Pero aĆŗn no era la hora... no hasta el Arnold Classic del 92.
RG: ¡En el que quedĆ© sĆ©ptimo! Un descalabro con respecto a mis posiciones habituales. Fue lu gota que colmĆ³ el vaso. Se acabĆ³. Diversos factores, y no sĆ³lo las bajas clasificaciones, me llevaron a tomar aquella decisiĆ³n. Me acababa de divorciar y mi vida personal se habĆa desmoronado. En el aspecto profesional, las cosas siguieron adelante. ComprĆ© un gimnasio en 1990 y le dediquĆ© todas mis energĆas. Pero la verdad es que no era feliz. Pensaba que deberĆa haber llegado mĆ”s lejos despuĆ©s de haber sido campeĆ³n del mundo. No quiero parecer arrogante, pero habĆa conquistado bastantes tĆtulos —me conocĆan en todo el planeta— y sĆ³lo tenĆa 29 aƱos. No querĆa de ningĆŗn modo pasar a la reserva. Triunfar tan joven fue un arma de doble filo. No creo que se pueda mantener esa intensidad tantos aƱos. Terminas por pagar las consecuencias. En lugar de volver a la carga, abandonĆ© por completo la competiciĆ³n.
Periodista: ¿Te liberĆ³ Joe del contrato?
RG: Estaba agotado. Rod. No querĆa volver a competir. Weider rescindiĆ³ el contrato y dejĆ© de entrenarme durante casi seis meses. Mi vida se calmĆ³ un poco, pero continuaba trabajando 12 horas diarias en el gimnasio, ademĆ”s del entrenamiento personal. TambiĆ©n hacĆa exhibiciones y seminarios, pero menos que antes. Aquel ritmo mĆ”s relajado me dio la oportunidad de meditar. Necesitaba ver dĆ³nde habĆa estado y adonde iba, porque tenĆa clara una cosa: Rich Gaspari no era feliz. Al cabo de un tiempo, me sentĆ lo bastante bien como para entrenarme de nuevo, y no es que hubiera dejado de estar en forma.
RG: El bichillo del culturismo, que lo llevo en la sangre. No puedes librarte de Ć©l. DecidĆ competir en 1994 e intentĆ© prepararme en seis meses, pero no era tiempo suficiente. FracasĆ©. Era la primera vez en mi vida que no me clasificaba entre los 10 primeros. Entrenarme con la vista puesta en un objetivo me motivaba, pero necesitaba mis tiempo. VolvĆ a competir al aƱo siguiente, contra Ronnie Coleman, Wheeler y Dillett en el CanadĆ” Cup. GanĆ³ Coleman. Yo fui quinto. No estaba mal. pero tampoco era una victoria. En 1996 CompetĆ de nuevo, con resultados negativos. Desaparecieron las ganas de no hacer nada mĆ”s que comer, dormir y entrenarme. La vida era otra cosa.
Periodista: En 1997, se rumoreaba lu regreso. ¿Era cierto?
RG: SĆ. Como he dicho, no podĆa evitarlo. HabĆa ganado tamaƱo y dureza — 110 kilos— y habĆa pensado en participar en el CanadĆ” Cup y en el Night of Champions. pero ocurriĆ³ lo peor: sufrĆ una lesiĆ³n en el cuello que me tuvo en cama dos meses. Pase de manejar mancuernas de 68 kilos a no poder ni sujetar una barra de 20 con el brazo derecho. TenĆa un nervio pinzado. Cada vez que me movĆa, un dolor insoportable me recorrĆa el brazo. TenĆan que darme de comer en la cama. Ni siquiera podĆa estar de pie. Mi peso bajĆ³ de los 110 a los 85 kilos. Los mĆ©dicos me dijeron que no podrĆa entrenarme ni competir. Pero en cuanto fui capaz de moverme regresĆ© al gimnasio. EmpecĆ© haciendo aperturas con cinco kilos y, poco a poco, fui recuperando la fuerza. Fue una experiencia frustrante.
Periodista: ViĆ©ndote, nadie dirĆa que hace apenas cuatro aƱos pesabas 85 kilos. Estas en condiciones de competir.
RG: Gracias. En realidad, la lesiĆ³n me sirviĆ³ de mucho. Mientras me restablecĆa, tuve tiempo de reflexionar. ¿QuĆ© querĆa hacer con mi vida? La vertiente comercial del culturismo siempre me habĆa parecido interesante. HabĆa estado trabajando para Apex, un programa nutricional por ordenador y de repente se me ocurriĆ³: ¿por quĆ© vender el producto de otro cuando yo puedo hacerlo mejor? HabĆa estudiado nutriciĆ³n en la universidad y podĆa desarrollar mi propia lĆnea de suplementos. AsĆ naciĆ³ Gaspari Nutrition.
Periodista: ¿Le dedicas todo tu tiempo?
RG: Sigo entrenĆ”ndome cinco dĆas a la semana, una hora y media por sesiĆ³n, pero lo primero es mi negocio. Mi peso ha subido ya a los 103 kilos. La imagen es imprescindible en una empresa como la mĆa. Deben ver los resultados de tu programa de entrenamiento y alimentaciĆ³n. Al principio, las cosas fueron despacio e incluso vendĆ el gimnasio porque me alaba demasiado. A partir de ahĆ, empecĆ© a ser mĆ”s empresario que culturista.
Periodista: ¿CĆ³mo? ¿Has terminado con el culturismo de competiciĆ³n? No digas eso, Rich.
RG: Puede que vuelva. ¿QuiĆ©n sabe? La Ćŗnica competiciĆ³n que estoy considerando (pienso en ella continuamente) es el Masters Olympia. Cuando eres culturista, es para siempre. Ahora aplico a los negocios la disciplina que adquirĆ en el culturismo. Es la misma disciplina, la misma concentraciĆ³n; no hay otra manera de triunfar. Compito contra compaƱĆas grandes y hago que mi empresa crezca... como creciĆ³ mi cuerpo.
Periodista: Atacas por todos los frentes. La pĆ”gina web es estupenda, y ahora se te ve mĆ”s. Todos nos preguntĆ”bamos quĆ© habĆa sido del gran Rich Gaspari. Pues ya lo sabemos.
RG: La web ha tenido un valor incalculable como herramienta comercial. Describe mi lĆnea de productos y todo lo que ofrezco. TambiĆ©n hemos abierto una lĆnea de telĆ©fono gratuita para resolver las dudas de los consumidores. AdemĆ”s, he empezado a actuar como juez en la IFBB. Es divertido. Ahora los profesionales me ven al otro lado. He juzgado el Night of Champions y campeonatos de fitness femenino. No puede decirse que sea fascinante, pero me gusta estar en contacto. TambiĆ©n patrocino competiciones, como el Ms. y el Mr. Olympia. Resulta gratificante que te consideren una leyenda viva y haber inspirado a otras personas.
Periodista: Tengo entendido que 1999 fue un aƱo duro para ti: perdiste a tu padre.
RG: Ha sido, seguramente, la experiencia mĆ”s difĆcil de mi vida. Siempre he estado muy unido a mi familia, y mi padre era una de las personas que mĆ”s han influido en mi carrera y uno de mis mayores admiradores. Lo perdĆ en febrero de 1999. Era mi padre y mi amigo. Estaba muy orgulloso de mĆ. Tuve mucha suerte, pero aĆŗn me duele recordarle. Vino a este paĆs sĆ³lo con un sueƱo. TenĆa mĆ”s de 40 aƱos y volviĆ³ a empezar de cero: fundĆ³ un negocio, alimentĆ³ a su familia y construyĆ³ viviendas. Es una historia alentadora. ¿QuĆ© haces cuando la vida no te sonrĆe? Ćl no dejaba que nada lo abatiera. Era muy valiente y no querrĆa que me rindiera. Le echo mucho de menos, todos los dĆas. Pero debo seguir adelante. Ćl cuida de mĆ. Lo sĆ©.
Periodista: Te entiendo muy bien.
RG: Aconsejo a todo el mundo que quiera a sus padres y a sus hermanos. La vida es corta, asĆ que hay que intentar aprovecharla en todos los sentidos.
Periodista: Me parece una filosofĆa de la vida magnĆfica y la manera perfecta de concluir esta entrevista. Hoy he aprendido mucho.
RG: Bueno, Rod, a veces se sube y a veces se baja. Ahora, estoy volviendo a subir. La fama y la gloria no son eternas. Gracias a Dios, no he cambiado ni he olvidado mis raĆces. Aquel niƱo al que le gustaba leer cĆ³mics sigue dentro de mĆ. Encuentro algo interesante en todo lo que hago. ¿Y el futuro? Prometedor.
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