El temor de la Administración es el consumo de sustancias que pueden estar asociadas al problema La Xunta de Galicia (España) advierte de qu...
El temor de la Administración es el consumo de sustancias que pueden estar asociadas al problema
La Xunta de Galicia (España) advierte de que ese desorden está en aumento y afecta, sobre todo, a varones de entre 15 y 35 años
La vigorexia o dismorfia muscular, desorden mental caracterizado por una percepción alterada de la figura corporal, es un problema de salud pública que no debe ser subestimado. Esa es la razón que ofrecen desde la Consellería de Sanidade para tener en cuenta ese trastorno a la hora de confeccionar las líneas de actuación que ha de recoger el nuevo plan para abordar las adicciones que están elaborando.
Actualmente, apuntan fuentes de ese departamento de la Xunta, la única que está reconocida como enfermedad es la ludopatía, pero la vigorexia no puede dejarse a un lado porque «este tipo de comportamiento está en aumento por el gran culto a la imagen que existe hoy en día». El perfil de los potenciales afectados identificado por la consellería es el de un varón de entre 15 y 35 años con rasgos en su personalidad que incluyen introversión, inseguridad y baja autoestima.
Incidencia
Aunque no hay estudios epidemiológicos que hablen de la incidencia de la dismorfia muscular, investigaciones como la realizada en España por Abinaga y Caracuel apuntan que este trastorno afecta a más del 50% de los fisioculturistas varones, con mayor incidencia en aquellos que compiten. Pero estos no reconocen eso y aseguran que la incidencia es mínima. El responsable de la Federación Gallega de Fisicoculturismo, Ramón González, explica que «igual que en el mundo de los modelos no todos tienen anorexia, en el culturismo tampoco es general la vigorexia». Lo que apunta es que hay mucha falta de información, algo que arreglarían organizando cursos de nutrición.
Otro dato que obra en manos de la Unión Europea es el que muestra cómo entre el 5 y el 6% de los clientes de centros deportivos tienen riesgo de padecer este trastorno. Pero el problema para ver la incidencia real está, como explica Milagros Ezquerro, profesora de Psicología Deportiva de la Universidade de A Coruña, en que algunos de los que lo padecen piensan que llevan una vida sana.
Con todo, la consellería explica que el gran temor asociado a este trastorno es la utilización de esteroides anabolizantes «que pueden provocar la aparición de trastornos afectivos, agresividad, alteraciones hepáticas, sexuales, metabólicas, músculo-esqueléticas o cardiovasculares».
El monitor de un centro deportivo que prefiere ocultar su nombre corrobora la sospecha de la consellería. Comenta que el gran problema está en los que controlan cómo va el mercado negro de productos y, en base a lo que han oído, empiezan a tomar algo. «Primero empiezan por un batido proteínico, luego toman alguna píldora, pero lo peor es que acaban inyectándose», comenta. La prevención es, por tanto, una de las líneas de actuación para frenarla.
Es un error relacionar el culturismo con este transtorno
«No he visto ningún culturista que padezca vigorexia, lo que ocurre es que por error relacionan el culturismo con ella. Lo primero es un deporte de superación y lo segundo es una adicción extrema a una actividad que no tiene sentido». El licenciado en INEF experto en nutrición y culturista Arturo Castañeda defiende el deporte del culturismo y lo aleja de la imagen que trasciende a la sociedad en muchos casos.
La Xunta de Galicia (España) advierte de que ese desorden está en aumento y afecta, sobre todo, a varones de entre 15 y 35 años
La vigorexia o dismorfia muscular, desorden mental caracterizado por una percepción alterada de la figura corporal, es un problema de salud pública que no debe ser subestimado. Esa es la razón que ofrecen desde la Consellería de Sanidade para tener en cuenta ese trastorno a la hora de confeccionar las líneas de actuación que ha de recoger el nuevo plan para abordar las adicciones que están elaborando.
Actualmente, apuntan fuentes de ese departamento de la Xunta, la única que está reconocida como enfermedad es la ludopatía, pero la vigorexia no puede dejarse a un lado porque «este tipo de comportamiento está en aumento por el gran culto a la imagen que existe hoy en día». El perfil de los potenciales afectados identificado por la consellería es el de un varón de entre 15 y 35 años con rasgos en su personalidad que incluyen introversión, inseguridad y baja autoestima.
Incidencia
Aunque no hay estudios epidemiológicos que hablen de la incidencia de la dismorfia muscular, investigaciones como la realizada en España por Abinaga y Caracuel apuntan que este trastorno afecta a más del 50% de los fisioculturistas varones, con mayor incidencia en aquellos que compiten. Pero estos no reconocen eso y aseguran que la incidencia es mínima. El responsable de la Federación Gallega de Fisicoculturismo, Ramón González, explica que «igual que en el mundo de los modelos no todos tienen anorexia, en el culturismo tampoco es general la vigorexia». Lo que apunta es que hay mucha falta de información, algo que arreglarían organizando cursos de nutrición.
Otro dato que obra en manos de la Unión Europea es el que muestra cómo entre el 5 y el 6% de los clientes de centros deportivos tienen riesgo de padecer este trastorno. Pero el problema para ver la incidencia real está, como explica Milagros Ezquerro, profesora de Psicología Deportiva de la Universidade de A Coruña, en que algunos de los que lo padecen piensan que llevan una vida sana.
Con todo, la consellería explica que el gran temor asociado a este trastorno es la utilización de esteroides anabolizantes «que pueden provocar la aparición de trastornos afectivos, agresividad, alteraciones hepáticas, sexuales, metabólicas, músculo-esqueléticas o cardiovasculares».
El monitor de un centro deportivo que prefiere ocultar su nombre corrobora la sospecha de la consellería. Comenta que el gran problema está en los que controlan cómo va el mercado negro de productos y, en base a lo que han oído, empiezan a tomar algo. «Primero empiezan por un batido proteínico, luego toman alguna píldora, pero lo peor es que acaban inyectándose», comenta. La prevención es, por tanto, una de las líneas de actuación para frenarla.
Es un error relacionar el culturismo con este transtorno
«No he visto ningún culturista que padezca vigorexia, lo que ocurre es que por error relacionan el culturismo con ella. Lo primero es un deporte de superación y lo segundo es una adicción extrema a una actividad que no tiene sentido». El licenciado en INEF experto en nutrición y culturista Arturo Castañeda defiende el deporte del culturismo y lo aleja de la imagen que trasciende a la sociedad en muchos casos.
En cuanto a la incidencia de la vigorexia en Galicia (España) apunta que es mínima. «Al contrario, lo que hay es un importante problema de sobrepeso potenciado por la falta de actividad y unos hábitos alimentarios que no son correctos y que hay que corregir».
Como experto en nutrición, explica que una buena dieta es importante. «Hay que hacer cuatro o cinco comidas diarias», apunta, al tiempo que señala cómo hay que incidir en ello.
Como experto en nutrición, explica que una buena dieta es importante. «Hay que hacer cuatro o cinco comidas diarias», apunta, al tiempo que señala cómo hay que incidir en ello.
Fuente: La voz de Galicia.es
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