El entrenamiento de los deportistas que tratan de desafiar las mejores marcas se ha basado siempre en la preparación física, técnica y psico...
El entrenamiento de los deportistas que tratan de desafiar las mejores marcas se ha
basado siempre en la preparación física, técnica y psicológica. Dominar todos ellos
parecía asegurar el éxito. Sin embargo, desde no hace mucho tiempo se ha empezado a demostrar que la diferencia entre los deportistas buenos y los mejores se debe a matices psicológicos que, según los especialistas en esta materia, se pueden trabajar y han de incorporarse a los planes de preparación de cualquier deportista.
El miedo, la ansiedad o el estrés que padece un atletade alto nivel es similar o superior al de otro profesional de cualquier sector productivo. Son factores (junto con otros como el orgullo o la ilusión por ganar) "que influyen de forma determinante en el nivel de ejecución y en la consecución de las marcas", comenta Pablo Jodra, profesor del Máster de Psicología del Deporte de la UNED, que trabaja habitualmente con deportistas de alto rendimiento.
En su opinión, adquirir algunas habilidades psicológicas no es ni más ni menos fácil que dominar cualquier otra faceta relacionada con el entrenamiento físico, técnico o táctico. A pesar de que hay deportistas mejor capacitados que otros, todos los que incorporan la psicología a su trabajo cotidiano tienen grandes posibilidades de mejorar.
Para ello es necesario aprender unas cuantas habilidades, como el control del pensamiento, la motivación, la focalización de la atención o la relajación, cuyo fin es centrar al sujeto en el acontecimiento, situándose al margen de otros factores que pueden afectale.
De tres en tres
Jodra considera que las tres facetas a las que hay que prestar una mayor atención son la capacidad para dominar los niveles de tensión, la de mantener el control sobre los de atención y la de encontrar la motivación más adecuada para cada situación. "Es preciso saber dónde está situado el umbral de tensión óptimo de cada persona por encima del cual se bloquea y con el que no trabaja bien si no lo alcanza", explica. Lo importante no es sólo conocerlo, sino saber aprovecharse de ello para controlar la situación. "Para ello, hay que hacer un trabajo de registros y de análisis de las sensaciones experimentadas tanto en la competición como en los entrenamientos". Ser conscientes de los síntomas que hacen acto de presencia en momentos de tensión excesiva (sudoración y elevación del ritmo cardiaco y la frecuencia respitaroria, por ejemplo) es positivo.
Un aspecto relacionado con la tensión es el grado de activación del deportista. Por este concepto se entiende disfrutar de unas sensaciones físicas y psicológicas buenas, además de tener unas enormes ganas de triunfar. También es familia de la tensión y la activación el tercero de los pilares del entrenamiento psicológico, que no es otro que la tan nombrada motivación. "Lograrla exige plantearse objetivos claros y mantener siempre el gusto por la actividad que se practica. Eso implica el deseo por dominar el deporte", señala.
Disfrutar, lo primero
Para alcanzar los niveles óptimos en las tres facetas es necesario que en el fondo exista una enorme ilusión por seguir practicando la disciplina que se ha convertido en el trabajo del deportista profesional. El hecho de dejarse las ganas antes de llegar a la meta puede estar debido a una falta de organización y planificación, tanto de las ideas del atleta como del trabajo que ha de realizar cada día. En un caso de este tipo, el psicólogo debe ser capaz de ayudarle a reordenar su situación o apoyarle en su decisión de abandonar, si es que se llega a ese extremo.
Ofrecer asesoramiento en cuestiones personales forma también parte de la misión del psicólogo. "Como cualquier profesional, los deportistas tienen mil circunstancias en su vida que pueden afectar a su rendimientos", señala. Por eso no sólo no se niegan a que los psicólogos entren en ella, sino que lo agradecen sobremanera.
basado siempre en la preparación física, técnica y psicológica. Dominar todos ellos
parecía asegurar el éxito. Sin embargo, desde no hace mucho tiempo se ha empezado a demostrar que la diferencia entre los deportistas buenos y los mejores se debe a matices psicológicos que, según los especialistas en esta materia, se pueden trabajar y han de incorporarse a los planes de preparación de cualquier deportista.
El miedo, la ansiedad o el estrés que padece un atletade alto nivel es similar o superior al de otro profesional de cualquier sector productivo. Son factores (junto con otros como el orgullo o la ilusión por ganar) "que influyen de forma determinante en el nivel de ejecución y en la consecución de las marcas", comenta Pablo Jodra, profesor del Máster de Psicología del Deporte de la UNED, que trabaja habitualmente con deportistas de alto rendimiento.
En su opinión, adquirir algunas habilidades psicológicas no es ni más ni menos fácil que dominar cualquier otra faceta relacionada con el entrenamiento físico, técnico o táctico. A pesar de que hay deportistas mejor capacitados que otros, todos los que incorporan la psicología a su trabajo cotidiano tienen grandes posibilidades de mejorar.
Para ello es necesario aprender unas cuantas habilidades, como el control del pensamiento, la motivación, la focalización de la atención o la relajación, cuyo fin es centrar al sujeto en el acontecimiento, situándose al margen de otros factores que pueden afectale.
De tres en tres
Jodra considera que las tres facetas a las que hay que prestar una mayor atención son la capacidad para dominar los niveles de tensión, la de mantener el control sobre los de atención y la de encontrar la motivación más adecuada para cada situación. "Es preciso saber dónde está situado el umbral de tensión óptimo de cada persona por encima del cual se bloquea y con el que no trabaja bien si no lo alcanza", explica. Lo importante no es sólo conocerlo, sino saber aprovecharse de ello para controlar la situación. "Para ello, hay que hacer un trabajo de registros y de análisis de las sensaciones experimentadas tanto en la competición como en los entrenamientos". Ser conscientes de los síntomas que hacen acto de presencia en momentos de tensión excesiva (sudoración y elevación del ritmo cardiaco y la frecuencia respitaroria, por ejemplo) es positivo.
Un aspecto relacionado con la tensión es el grado de activación del deportista. Por este concepto se entiende disfrutar de unas sensaciones físicas y psicológicas buenas, además de tener unas enormes ganas de triunfar. También es familia de la tensión y la activación el tercero de los pilares del entrenamiento psicológico, que no es otro que la tan nombrada motivación. "Lograrla exige plantearse objetivos claros y mantener siempre el gusto por la actividad que se practica. Eso implica el deseo por dominar el deporte", señala.
Disfrutar, lo primero
Para alcanzar los niveles óptimos en las tres facetas es necesario que en el fondo exista una enorme ilusión por seguir practicando la disciplina que se ha convertido en el trabajo del deportista profesional. El hecho de dejarse las ganas antes de llegar a la meta puede estar debido a una falta de organización y planificación, tanto de las ideas del atleta como del trabajo que ha de realizar cada día. En un caso de este tipo, el psicólogo debe ser capaz de ayudarle a reordenar su situación o apoyarle en su decisión de abandonar, si es que se llega a ese extremo.
Ofrecer asesoramiento en cuestiones personales forma también parte de la misión del psicólogo. "Como cualquier profesional, los deportistas tienen mil circunstancias en su vida que pueden afectar a su rendimientos", señala. Por eso no sólo no se niegan a que los psicólogos entren en ella, sino que lo agradecen sobremanera.
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