El gran fĆsicoculturista argentino (Mr. Universo y Mr. Mundo IFBB 1964, talla alta y absoluto) Jorge Brisco , profesor de educaciĆ³n fĆsica e...
El gran fĆsicoculturista argentino (Mr. Universo y Mr. Mundo IFBB 1964, talla alta y absoluto) Jorge Brisco, profesor de educaciĆ³n fĆsica especializado en musculaciĆ³n y presidente de la ISTA (FederaciĆ³n Internacional de Entrenadores Deportivos) acaba de fallecer.
Dejamos un relato de cĆ³mo consiguiĆ³ el tĆtulo Mr. Mundo 1964.
"Llega el momento de la verdad:
La preselecciĆ³n durĆ³ tres horas. Durante la misma fuimos evaluados minuciosamente por el grupo de 7 jurados de distintas nacionalidades, aunque prevalecĆan los americanos, seguramente por su capacidad y experiencia en esta especialidad.
Afortunadamente, fui llamado varias veces para realizar las comparaciones de rigor donde los jueces establecen las mĆnimas diferencias entre los mejores atletas. Nuevamente las poses me ayudaron a llamar la atenciĆ³n de los jurados y ser uno de los mĆ”s observados, pero sĆ³lo al final me enterĆ© con mucha emociĆ³n que habĆa quedado entre los 15 finalistas de mi categorĆa.
La competencia establecĆa un descanso de un par de horas y quienes resultamos finalistas debimos regresar 4:30 p.m, ya que a las 5:00 p.m. comenzaban las finales. AllĆ estaba yo, uno de los primeros en llegar, masticando mi soledad e intentando rocordar mis pocos conocimientos de inglĆ©s, pues sabĆa que serĆan necesarios para interpretar el mandato del jurado.
Durante esta presentaciĆ³n final, los jueces fueron muy minuciosos antes de emitir su veredicto. Algunos incluso se levantaron de sus asientos y se acercaron a los competidores para juzgar mejor sus virtudes, su tono muscular y descubrir algĆŗn defecto que pudiera modificar su fallo.
Por mi parte, comenzaba a notar cierto interĆ©s en la mayorĆa de los jueces por compararme con otros atletas, haciĆ©ndome pasar al frente y realizar distintas poses, que me permitieron establecer una diferencia a mi favor en la simpatĆa del pĆŗblico, que habĆa colmado la capacidad del estadio.
Mi tĆ©cnica de las poses no era improvisada, la habĆa estudiado y practicado largas horas frente a los espejos de mi modesto gimnasio, luego de mis entrenamientos. FascinaciĆ³n, el tema musical que utilicĆ© para mi rutina, era el mismo, pero el Ć”mbito era muy diferente.
En ese momento estaba en el "Centre Paul SauvĆ©" de Montreal con capacidad para 4500 personas, butacas lujosas y un escenario digno del Ballet de MoscĆŗ.
ComprendĆ que no debĆa perder la calma ni bajar mi autoestima. TratĆ© de escuchar la mĆŗsica y armonizar mis movimientos como siempre, realizĆ”ndolos en forma suave y coordinada hasta llegar a la mĆ”xima tensiĆ³n de mis mĆŗsculos, preparados para mantenerse en ese estado durante algunos segundos sin temblar, evitando la tensiĆ³n en mi rostro. Al finalizar, recibĆ un aplauso sostenido que acelerĆ³ mi corazon y me dio fuerza necesaria hasta el Ćŗltimo minuto de la competencia.
En la etapa final, despuĆ©s de que cada atleta ejecutĆ³ su rutina de poses con la mĆŗsica elegida, volvieron las comparaciones, que culminaron con poses individuales a elecciĆ³n que debimos realizar durante un minuto, mostrĆ”ndole al jurado el fruto de nuestros esfuerzos. DespuĆ©s nos hicieron bajar del escenario mientras el jurado emitĆa su voto y se realizaban los cĆ³mputos corresppondientes.
Durante esos 20 minutos hubo un show donde no faltaron las clĆ”sicas bastoneras del CanadĆ”. Seguidamente, el maestro de ceremonias presentĆ³ a Ben Weider, presidente de la IFBB, quien dirigiĆ³ unas palabras antes de leer los fallos y proclamar a los ganadores. SĆ³lo fueron llamando a los 10 mejores de cada categorĆa en forma ascendente...
And the winner is...
Cuando comenzaron con la mĆa, escuchaba expectante como iban ya por el sexto y el quinto lugar- que me hubiera hecho feliz- pero no me nombraban. AsĆ llegaron al podio el tercero ( de CanadĆ”), el segundo (de Bahamas) y despuĆ©s de abrir el sobre con el ganador se hizo un silencio respetado por el pĆŗblico, que esperaba ver primero a un representante canadiense.
En tanto, con el cansancio pintado en el rostro, yo apretaba mis puƱos casi sin esperanzas, sumido en una nebulosa que se disipĆ³ cuando el conductor dijo: "MR. WORLD ABSOLUTE... OF ARGENTINA... JORGE BRISCO"
JamĆ”s podrĆ© olvidar ese momento de gloria que debĆ vivir tan joven, tan solo y tan lejos. Se me humedecieron los ojos pero no llorĆ© (como lo hago ahora al escribir esta historia), saquĆ© pecho y subĆ a recibir mi tĆtulo de manos de Ben Weider, quien anunciaba que tambiĆ©n yo habĆa sido el mejor de las dos categorias, ganĆ”ndole a Rock Stonewall, de Chicago. Por eso lo de Mr. Mundo absoluto y el trofeo extra de 1.60 m.
Luego vinieron fotos en las revistas, filmaciones para la TV y a continuaciĆ³n la fiesta de consagraciĆ³n junto a Miss CanadĆ” para cerrar una noche de gloria inolvidable.
Uno lucha por el Ć©xito, pero no puede elegir como ni cuando vendrĆ”: el mio no lo pude compartir con ningĆŗn compatriota y volvĆ a mi hotel muy temprano, con la plena satisfacciĆ³n de haber cumplido mi meta, pero solo en la muchedumbre.
A pesar de mis dificultades con el idioma inglĆ©s, pude enviar un tĆ©lex a mis padres, acomodĆ© mis trofeos en la habitaciĆ³n y llorĆ© mucho para descargar tanta tensiĆ³n que habĆa acumulado en sĆ³lo dos dĆas. De a poco entrĆ© en un sueƱo profundo que me habĆa tomado como protagonista.
QuizĆ” por todo lo vivido despuĆ©s de aquel 16 de septiembre de 1964, me tomo tiempo para escuchar y tratar de ayudar a cualquier deportista que se cruza en mi camino, porque debajo de mi piel aĆŗn perduran las vivencias que les he relatado y que Dios me ha permitido disfrutar".
Jorge Brisco
Mr. Mundo 1964
Dejamos un relato de cĆ³mo consiguiĆ³ el tĆtulo Mr. Mundo 1964.
"Llega el momento de la verdad:
La preselecciĆ³n durĆ³ tres horas. Durante la misma fuimos evaluados minuciosamente por el grupo de 7 jurados de distintas nacionalidades, aunque prevalecĆan los americanos, seguramente por su capacidad y experiencia en esta especialidad.
Afortunadamente, fui llamado varias veces para realizar las comparaciones de rigor donde los jueces establecen las mĆnimas diferencias entre los mejores atletas. Nuevamente las poses me ayudaron a llamar la atenciĆ³n de los jurados y ser uno de los mĆ”s observados, pero sĆ³lo al final me enterĆ© con mucha emociĆ³n que habĆa quedado entre los 15 finalistas de mi categorĆa.
La competencia establecĆa un descanso de un par de horas y quienes resultamos finalistas debimos regresar 4:30 p.m, ya que a las 5:00 p.m. comenzaban las finales. AllĆ estaba yo, uno de los primeros en llegar, masticando mi soledad e intentando rocordar mis pocos conocimientos de inglĆ©s, pues sabĆa que serĆan necesarios para interpretar el mandato del jurado.
Durante esta presentaciĆ³n final, los jueces fueron muy minuciosos antes de emitir su veredicto. Algunos incluso se levantaron de sus asientos y se acercaron a los competidores para juzgar mejor sus virtudes, su tono muscular y descubrir algĆŗn defecto que pudiera modificar su fallo.
Por mi parte, comenzaba a notar cierto interĆ©s en la mayorĆa de los jueces por compararme con otros atletas, haciĆ©ndome pasar al frente y realizar distintas poses, que me permitieron establecer una diferencia a mi favor en la simpatĆa del pĆŗblico, que habĆa colmado la capacidad del estadio.
Mi tĆ©cnica de las poses no era improvisada, la habĆa estudiado y practicado largas horas frente a los espejos de mi modesto gimnasio, luego de mis entrenamientos. FascinaciĆ³n, el tema musical que utilicĆ© para mi rutina, era el mismo, pero el Ć”mbito era muy diferente.
En ese momento estaba en el "Centre Paul SauvĆ©" de Montreal con capacidad para 4500 personas, butacas lujosas y un escenario digno del Ballet de MoscĆŗ.
ComprendĆ que no debĆa perder la calma ni bajar mi autoestima. TratĆ© de escuchar la mĆŗsica y armonizar mis movimientos como siempre, realizĆ”ndolos en forma suave y coordinada hasta llegar a la mĆ”xima tensiĆ³n de mis mĆŗsculos, preparados para mantenerse en ese estado durante algunos segundos sin temblar, evitando la tensiĆ³n en mi rostro. Al finalizar, recibĆ un aplauso sostenido que acelerĆ³ mi corazon y me dio fuerza necesaria hasta el Ćŗltimo minuto de la competencia.
En la etapa final, despuĆ©s de que cada atleta ejecutĆ³ su rutina de poses con la mĆŗsica elegida, volvieron las comparaciones, que culminaron con poses individuales a elecciĆ³n que debimos realizar durante un minuto, mostrĆ”ndole al jurado el fruto de nuestros esfuerzos. DespuĆ©s nos hicieron bajar del escenario mientras el jurado emitĆa su voto y se realizaban los cĆ³mputos corresppondientes.
Durante esos 20 minutos hubo un show donde no faltaron las clĆ”sicas bastoneras del CanadĆ”. Seguidamente, el maestro de ceremonias presentĆ³ a Ben Weider, presidente de la IFBB, quien dirigiĆ³ unas palabras antes de leer los fallos y proclamar a los ganadores. SĆ³lo fueron llamando a los 10 mejores de cada categorĆa en forma ascendente...
And the winner is...
Cuando comenzaron con la mĆa, escuchaba expectante como iban ya por el sexto y el quinto lugar- que me hubiera hecho feliz- pero no me nombraban. AsĆ llegaron al podio el tercero ( de CanadĆ”), el segundo (de Bahamas) y despuĆ©s de abrir el sobre con el ganador se hizo un silencio respetado por el pĆŗblico, que esperaba ver primero a un representante canadiense.
En tanto, con el cansancio pintado en el rostro, yo apretaba mis puƱos casi sin esperanzas, sumido en una nebulosa que se disipĆ³ cuando el conductor dijo: "MR. WORLD ABSOLUTE... OF ARGENTINA... JORGE BRISCO"
JamĆ”s podrĆ© olvidar ese momento de gloria que debĆ vivir tan joven, tan solo y tan lejos. Se me humedecieron los ojos pero no llorĆ© (como lo hago ahora al escribir esta historia), saquĆ© pecho y subĆ a recibir mi tĆtulo de manos de Ben Weider, quien anunciaba que tambiĆ©n yo habĆa sido el mejor de las dos categorias, ganĆ”ndole a Rock Stonewall, de Chicago. Por eso lo de Mr. Mundo absoluto y el trofeo extra de 1.60 m.
Luego vinieron fotos en las revistas, filmaciones para la TV y a continuaciĆ³n la fiesta de consagraciĆ³n junto a Miss CanadĆ” para cerrar una noche de gloria inolvidable.
Uno lucha por el Ć©xito, pero no puede elegir como ni cuando vendrĆ”: el mio no lo pude compartir con ningĆŗn compatriota y volvĆ a mi hotel muy temprano, con la plena satisfacciĆ³n de haber cumplido mi meta, pero solo en la muchedumbre.
A pesar de mis dificultades con el idioma inglĆ©s, pude enviar un tĆ©lex a mis padres, acomodĆ© mis trofeos en la habitaciĆ³n y llorĆ© mucho para descargar tanta tensiĆ³n que habĆa acumulado en sĆ³lo dos dĆas. De a poco entrĆ© en un sueƱo profundo que me habĆa tomado como protagonista.
QuizĆ” por todo lo vivido despuĆ©s de aquel 16 de septiembre de 1964, me tomo tiempo para escuchar y tratar de ayudar a cualquier deportista que se cruza en mi camino, porque debajo de mi piel aĆŗn perduran las vivencias que les he relatado y que Dios me ha permitido disfrutar".
Jorge Brisco
Mr. Mundo 1964
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