Los puntos principales de la dieta aplicada al culturista
La finalidad última de la dieta del culturista es la contracción del músculo, ya que éste utiliza como combustible durante su funcionamiento la energía de los nutrientes proporcionados por la alimentación. Es preciso, pues, para entender bien este último aspecto, conocer los mecanismos del funcionamiento del músculo. Cada músculo es abordado por un nervio que se divide y garantiza así la orden de la contracción muscular del cerebro.
El músculo del cuerpo está compuesto por fibras musculares. La misma fibra muscular está constituida por miofibrillas que están formadas por dos tipos de prótidos, la actina y la miosina, muy importantes para la contracción del músculo. Durante el ejercicio muscular, solo una parte (aprox. un 25%) de la energía química proporcionada por los nutrientes se transforma en energía mecánica, el resto se transforma en calor en el interior del cuerpo, con las consecuencias que un ejercicio muscular sostenido puede tener en el funcionamiento de nuestro organismo. El músculo podrá contraerse siguiendo tres procesos diferentes según si utiliza sus reservas de ATP o bien el combustible con o sin la presencia de una cantidad suficiente de oxígeno; debe notarse que el combustible glucídico está allí, mientras que los ácidos grasos y el oxígeno deben llegar allí a través de la sangre.
Utilidad y función de los nutrientes
Del estudio del funcionamiento muscular, se puede deducir que existen dos tipos de nutrientes: los que sirven de combustible; pueden almacenarse antes del esfuerzo, o utilizarse durante el esfuerzo, los que permiten la eliminación de las toxinas y la reconstitución del tejido muscular tras el esfuerzo. Sin olvidar el oxígeno, que es indispensable, antes, durante o después del esfuerzo, para poder asimilar esos distintos nutrientes. Los nutrientes combustibles son los que aseguran las necesidades energéticas del organismo. Existen dos categorías: los glúcidos y los lípidos. Los mismos glúcidos se dividen en dos partes; los de utilización rápida como la glucosa, y la de utilización lenta, representados en el cuerpo humano por las reservas del glucógeno. Los glúcidos rápidos son el combustible, que debe utilizarse con moderación, reservándolos para los casos de urgencia: esfuerzo físico importante o signos de insuficiencia glucídica (hipoglucemia). Los glúcidos lentos representan el combustible que debe utilizarse corrientemente; se reservan a los esfuerzos sostenidos y prolongados. Los lípidos son para el organismo el combustible de efecto calorígeno y se utilizan para los esfuerzos de bajo nivel.
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