¿Por qué nuestros cerebros dejaron de crecer? (parte 2)

Dietas Ancestrales Si la evolución de nuestro sistema humano fuese de alguna manera relacionado a nuestra dieta ancestral , esperaríamos que...

Dietas Ancestrales

Si la evolución de nuestro sistema humano fuese de alguna manera relacionado a nuestra dieta ancestral, esperaríamos que aún este adaptado mejormente a algo parecido a esta dieta. Si bien existe un debate continuo sobre este tema, pocos van en contra de la opinión de que hay problema creciente con la comida que comemos en nuestro mundo sofisticado, moderno y estresado. En sólo un período de seis semanas, titulares de los periódicos en el Reino Unido anunciaron: “Alerta mundial sobre químico que causa cáncer en los alimentos cocidos” (Daily Telegraph, 18 de mayo - 2002); “Niños en riesgo por comida chatarra, es una bomba tiempo“ (Daily Mail, 31 de mayo – 2002); y “conducta antisocial puede estar vinculada a la dieta, dice estudio” (Guardian, 26 de junio – 2002). 

Esta es una pequeña muestra de las preocupaciones que surgen de investigaciones recientes. Hoy en día, se nos dice que aumentamos el riesgo de diabetes, enfermedades del corazón y cáncer por comer el “tipo equivocado de alimentos.” Los problemas de peso causados ​​por una adicción al alto contenido de grasa y azúcar en alimentos rápidos, llevan el riesgo de estas y otras enfermedades que se manifiestan en la edad adulta. Uno de cada diez niños menores de cuatro años ahora se clasifica como obeso, y los problemas de salud derivados de tener sobrepeso cuestan a Gran Bretaña unos dos mil millones de libras al año. Se ha estimado que si seguimos una dieta de “comida chatarra” dentro de cuarenta años la mitad de la población estará obesa. Por otra parte, los especialistas también temen que la anemia debido a la mala nutrición en los primeros años de vida puede tener efectos duraderos sobre el desarrollo mental de un niño y la capacidad de aprendizaje.

Aunque la longevidad ha aumentado en los últimos siglos, mucha gente vive los últimos años de su vida con el miedo de sufrir enfermedades, si no las tiene, pero la vejez y la enfermedad no necesariamente van de la mano. En las tierras altas andinas remotas de Ecuador, hay comunidades de personas que según viven a los 140 años o más y que permanecen ágiles y lúcidos hasta el final. La muerte por enfermedad cardíaca y cáncer se desconoce en estos valles de montañas altas, pero abundan en los pueblos cercanos. 

David Davies, un zoólogo Inglés y miembro de la clínica de la gerontología, de la Universidad de Londres, quien ha hecho un estudio de estos “centenarios de los Andes“, encontró que las personas que tienen la mejor oportunidad de una vejez saludable son aquellos que de forma activa utilizan sus mentes y sus cuerpos, incluso al final de sus vidas. Observó a muchos elementos de su vida y el medio ambiente, factores genéticos y la tranquilidad y la falta de estrés en sus vidas. La gente que vivía más tiempo se encuentra entre los que vivían en una dieta de subsistencia, baja en calorías y grasa animal. Por lo general, la comida principal del día se come por la tarde y esta formada por pequeñas papas silvestres, Yucca, requesón y maíz o frijoles. Melones se comen por postre. A veces, las verduras verdes, col, calabazas o se agregan menú  y mazorcas de maíz dulce a menudo se llevan al trabajo para el almuerzo. Las personas que trabajan en los campos comen fruta durante todo el día. El clima es ideal para los cítricos y otras frutas como la mora, guayaba y naranjilla. La carne sólo se come en raras ocasiones, un tipo de queso de cabra o vaca y los huevos se comen crudos o prácticamente crudos (Davies, 1975).

Aunque estas personas son muy saludables y muy longevas, no debemos saltar necesariamente a la conclusión de que esta dieta es perfecta para el organismo humano; su dieta es restringida por el medio ambiente en que viven. Sin embargo, si nos fijamos en otras comunidades longevas, los paralelos son sorprendentes. Los Hunzas del noreste de Cachemira también viven en las regiones montañosas y tienen una dieta que incluye el trigo, la cebada, el trigo sarraceno, frijoles, garbanzos, lentejas, legumbres germinadas, calabazas, requesón, albaricoques y moras silvestres. La carne de nuevo sólo se come en raras ocasiones y porque el combustible es escaso, cuando la comida se cocina se cuece al vapor, un general método de cocción que es el menos perjudicial para los nutrientes fitoquímicos en los alimentos. Hombres Hunzukut, como la gente de la sierra andina, también se informó que viven hasta los 140 años de edad. Por lo tanto, debemos concluir que estas dietas son, por lo menos, mucho más adecuada que las que dependemos en los países industrializados y prósperos.

No parece haber ningún estudio definitivo que halla convencido hasta ahora la sociedad que nutricionalmente estamos equivocados. Pero hay muchos fragmentos de información que apoyan la tesis de que una dieta más natural es la opción más beneficiosa. La producción de linfocitos y por lo tanto la resistencia a la enfermedad es aumentada por el consumo de alimentos que tienen nutrientes en proporciones óptimas en los vegetales crudos. También hay un gran número de casos en los que los alimentos crudos, especialmente jugos de frutas y vegetales, aparentemente han curado una amplia gama de enfermedades. Las migrañas, afecciones de la piel, tuberculosis, trastornos mentales, enfermedades del corazón, cáncer y muchas otras enfermedades han respondido favorablemente a una dieta rica en alimentos crudos. Hay clínicas, fundaciones e instituciones de todo el mundo que ofrecen terapias basadas en “nutrición viva.” Este tipo de dietas están mucho más cerca a nuestra dieta ancestral que las patatas fritas, pasteles y galletas que adornan la mayoría de nuestros supermercados.